El otro día leía que la mía es una generación prematuramente nostálgica y, pensando un poco en ello, ¡es cierto! Te das cuenta que a la gente de veintipico y treintaipico echa de menos las cosas que vivieron hace apenas quince años: Barrio Sésamo, los videojuegos de 8 bits, el pan con Nocilla, la canción de Oliver y Benji, los Goonies, volvemos a comprar discos de vinilo e insistimos en vestir con camisetas, vaqueros y deportivas como cuando éramos adolescentes, y si la camiseta tiene algún toque retro ¡mejor! ¿Habéis visto la de camisetas con motivos ochenteros que tienen Zara, Pull & Bear y Springfield?
Me pregunto si sufrirían también este fenómeno las generaciones anteriores, nuestros padres por ejemplo. Y sospecho que no, que ahora pueden tener nostalgia de los 70 (casi cuarenta años después), ¿pero de lo que vivieron antesdeayer?
La mía es una generación de nostálgicos incomprensibles, porque aún tenemos edad para hacer prácticamente lo que queramos y, probablemente, más recursos para hacerlo. Sin embargo así estamos: "¿te acuerdas lo guay que era esperar 40 minutos para cargar un juego en el Spectrum?. ¡Ah sí, qué tiempos aquellos!". Resulta más extraño aún porque si dijeras que los tardíos 80 y los 90 fueron una época excepcional... pero tampoco fue nada del otro mundo. De hecho, diría que estamos mucho mejor ahora, y enumero: Internet con todo lo que supone (música gratis, cine gratis, redes sociales, información al instante sobre cualquier tema que nos guste), telefonía móvil (sí diréis que éramos más felices sin ellos, pues ya sabéis, tirad el vuestro), por fin hacen series para la TV que se pueden ver, por fin hacen buenas películas de superhéroes, los videojuegos son mucho mejores ahora que antes, es bastante más barato viajar...
No sé, diría que en lo superficial de la vida todo es mucho mejor. ¿Y en lo importante de la vida? Bueno, eso no depende de la época en que vivamos, sino de nosotros. A ver si el problema vamos a ser nosotros, a ver si es que somos una generación que nos negamos a madurar y queremos ser eternamente niños, a ver si es que vemos el presente tan negro que es mejor idealizar el pasado y esconder la cabeza en él. Desde luego, da para todo un análisis sociológico.