Como llego tarde para reseñar Avatar (otros ya se me han adelantado), aprovecho la crítica de lo último de James Cameron para hacer una breve reflexión sobre la situación en que se encuentra la ciencia ficción, uno de mis géneros literarios-cinematográficos preferidos. Y es que desde hace años vengo quejándome del progresivo declive de este género en el cine, ¿la razón? Pues yo se lo achaco a la llegada de los efectos especiales digitales. Lo que podría haber sido una poderosa herramienta para revolucionar el género se ha convertido en un auténtico lastre; pocos son los directores que saben utilizar la tecnología digital con mesura, utilizando los FXs en la dosis justa y en los momentos donde aportan algo a la narración. Desde que Spielberg abrió la veda con Parque Jurásico (1993), más y más directores han dejado el grueso de sus producciones en manos de los laboratorios de efectos especiales, embelesados por la belleza de esos planos generados con ceros y unos, e ignorando el verdadero corazón de toda buena película (sea cual sea su género): el guión.
Hace más de 15 años que esta tecnología irrumpió en la industria, y desde entonces han sido pocas las películas del género que han sabido utilizar las CGIs (computer generated imagery) con inteligencia. A priori se me ocurren muy pocas: Minority Report, Matrix, últimamente la revisión de Star Trek… La mayoría de las grandes producciones han quedado aplastadas por un claro predominio del componente tecnológico sobre el cinematográfico, y Avatar me parece el último y máximo exponente de este virus.
Tras visionar el megalómano proyecto de Cameron, la película más cara y con una producción más larga de la historia, no puedo decir que me viera decepcionado, por el mero hecho de que me veía venir algo así. Cameron, como tantos otros directores del género (y sí, me refiero a George Lucas) cae víctima de su tecnofilia y vuelca todos sus esfuerzos en ofrecernos un espectáculo visual sin parangón, pero se olvida de contarnos una historia que merezca la pena. Avatar es un aparatoso juguete que difícilmente pasará desapercibido en la tienda, pero que una vez te lo llevas a casa te aburres a los pocos minutos de jugar con él. En seguida te das cuenta de que está vacío, sin corazón: un argumento que concatena cliché tras cliché, personajes planos que se comportan justo como esperamos de ellos, mínimo riesgo en su discurso, en su mensaje, ningún esfuerzo por hacer pensar al espectador, carente de contenido, todo confiado a que la espectacularidad del continente nos deslumbre y no nos permita ver que, tras toda la parafernalia, no hay nada.
Para mí sigue siendo un misterio cómo en estas megaproducciones no se cuida lo más barato de las mismas: la historia, el relato, el guión. Creo que la SciFi (como la llaman los anglosajones) agoniza, y la razón es que la nueva tecnología digital permite al director mostrarlo todo, no hay límites, no hay cortapisas técnicas ni de presupuesto, por lo que todo se fía al espectáculo. Ya no existe la necesidad de soslayar, de dar a entender, de crear tensión psicológica con lo que está fuera de campo… todo eso desaparece de un plumazo, y lo que antes era erotismo narrativo se convierte en pornografía visual. No más Alien el Octavo Pasajero, con ese polizón alienígena que apenas se vislumbra durante segundos en el metraje de la película, no más Blade Runner, con planos oscuros y lluviosos y una historia de cine negro para esconder la falta de presupuesto, no más Star Wars, con su maravillosa mitología y trasfondo argumental, con sus efectos especiales de serie B sublimados por el ingenio y la pasión de un director sin recursos… Ahora en la ciencia ficción todo será Independence Day, Terminator 4 y Avatar.
Battlestar Galactica 2003: Una nueva esperanza
Tampoco quiero ser apocalíptico, antes he mencionado Matrix y Minority Report, y supongo que habrá más directores amantes del género que sabrán subvertir esta situación. De cualquier modo, la decadencia de los guiones de Hollywood es una realidad desde hace años, y en todos los géneros, no sólo en la ciencia ficción. ¿Dónde refugiarnos? Donde venimos haciéndolo en los últimos años: en la TV. Y es que la mejor historia de ciencia ficción de la última década es una serie y se llama Battlestar Galactica, remake de la emitida en nuestros televisores durante los 80.
Con nada que ver con la serie original, salvo el planteamiento inicial y el nombre de los enemigos, Galactica 2003 (o “Galáctica Reimaginada”, como la llaman por Internet) es un canto de amor y una celebración del género: una historia elaborada, cuidada al detalle, sólida en su planteamiento, absolutamente atópica en su desarrollo, con unos personajes carismáticos y contradictorios, que escapan a cualquier encasillamiento y que habitan en un mundo de incertidumbres y decisiones difíciles, donde nada está claro, donde lo correcto e incorrecto se funden en una compleja escala de grises, donde la convivencia entre la religión, la política y el poder militar en un estado de excepción es abordada con una complejidad que pasma. Todo eso nos ofrece Galactica. Acompañar a la flota colonial en su viaje al exilio, trasladando a los últimos 4.000 supervivientes de la raza humana con la única protección de la ‘estrella de combate’ Galactica, bajo el mando del almirante Bill Adama y de la presidenta Laura Roslin. Ese viaje sí que es toda una experiencia donde los efectos especiales son lo de menos.
Little, Big
Hace 2 meses
Vamos a respetar Independence Day, ¿eh? Que podrá ser muchas cosas, pero una de ellas es 'artesana'. ¿Por qué? ¡Porque tiene el récord de maquetas utilizadas en una película! Y, como bien apuntan en Imdb, puesto que ahora se hace todo con Cgi, posiblemente mantenga el récord para siempre...
ResponderEliminarJajajaja, no sé si me sorprende más tu defensa cerrada de Independence Day o que te sepas datos como ese.
ResponderEliminarCuanto más os leo y me conozco, más me doy cuenta de lo "loquísimos" que estamos...Todavía no hemos empezado ni con Galáctica ni con True Blood...Estamos atareados con lo último de The Wire y con alguna peli que otra...¡Ese Sherlock!
ResponderEliminarNo llevas razón, amigo. Ten en cuenta que el cine es un negocio que subsiste de la asistencia de gente a las salas. Pues bien, una película de Woody Allen (maestro, por cierto) la puedes ver en tu casa, tranquilo (20 € si la compras, 2€ si la alquilas, o 0€ si la bajas de internet. Pero para ver películas como Avatar, sólo la puedes ver en el cine. En época de crisis (y el cine está en ella)los que viven de él inventan artimañas para atraer a las masas a las salas de cine. Avatar es un producto de esta estrategia. Por lo demás, es igual que Pokahontas.
ResponderEliminarEs verdad la ciencia ficcion en la actualidad esta en decadencia y la misma se crea a partir de la falta de originalidad en los guiones en especial en retomar viejos temas he incluso seriales y peliculas de ciencia ficcion de antaño y a pesar de eso las nuevas versiones no les llegan ni a los talones a las antiguas. Se a perdido algo el guion y esto es sintoma de una escazes de imaginacion la ciencia ficcion no es solo accion sin pies ni cabeza tiene que tener un hilo conductor u apoyo en la realidad en datos cientificos en un tema que haga interesante y atractiva la pelicula no solo estallidos y laseres por todos lados. El claro ejemplo lo veiamos con viaje a las estrellas era una serial que trataba temas actuales llevado a cientos de años en el futuro lo que hacia refleccionar al televidente con la muerte de su creador esa magia se perdio para siempre y las ultimas secuelas de la franquicia francamente desepcionan creo que en algun momento el genero retomara nuevamente el impulso no se puede vivir de fantasias mucho Harrt Potter hace mal a la cabeza
ResponderEliminar