jueves, 3 de septiembre de 2009

Cultura popular y cultura minoritaria

En la sociedad occidental la mayor parte de la producción cultural está orientada al entretenimiento, al consumo masivo. Apenas quedan mecenas que puedan (o quieran) permitirse pagar a artistas con el fin de enriquecer una colección privada. Hoy día la inmensa mayoría de lo que es (o pretende ser) cultura está destinado al público. Y a pesar de esto, continúa existiendo cierta frontera que separa la cultura popular de una cultura pretendidamente más elitista, más culta, valga la redundancia. Existe en determinados ámbitos un afán de superioridad, de considerar que determinadas obras de consumo más minoritario están por encima de la llamada ‘cultura de masas’. Detesto este discurso pretencioso.

Stephen King, en el prólogo de la primera parte de su saga La Torre Oscura, dice distinguir dos tipos de autores literarios: los que escriben para sí mismos y los que escriben para su público, y dice tener claro en qué grupo se encuentra él. Se entiende perfectamente lo que quiere decir King pero creo que, en sentido estricto, no existe tal distinción. Todos los autores escriben para un público, para su público, si no, no harían el tremendo esfuerzo de publicar su obra. Escribirían un diario personal o algo así. La diferencia está más bien en la habilidad que tenga cada uno para llegar a una audiencia mayoritaria, y en si decide mantener su estilo o no para lograrlo. Pero me niego a asumir que la cultura minoritaria, por el mero hecho de serla, tiene más calidad que aquellas obras que llegan a un público masivo.

Sin embargo, hay gente que nos pretende hacer creer que sí. De un modo u otro, me los he ido encontrado a lo largo de los años: profesores de comunicación audiovisual, críticos de cine que consideran mejor cualquier película de cine iraní que una de Steven Spielberg, pretendidos expertos musicales que se niegan a escuchar nada que pueda aparecer en una radiofórmula, esos magazines gratuitos tan cool (gratuitos porque no los compraría ni el tato, y porque lo pagan las diputaciones, ayuntamientos, etc.), por no mencionar el tan de moda movimiento “gafapastista” ilustrado, que antes sólo leían a Camus y Cortázar y que, por ejemplo, creían que los cómics se acababan en Mortadelo, pero que ahora consideran imprescindible haber leído Maus y Watchmen (por dios, se editó en el 86 ¿y lo descubrís ahora?).

Entendedme, no estoy diciendo que para que una obra sea de calidad deba ser de consumo masivo (a la vista está la cantidad de bodrios que hay que triunfan comercialmente). Simplemente me opongo al discurso contrario, al que descarta cualquier producto cultural que tenga éxito de público. El arte de nuestro tiempo es la serie House, los discos de Coldplay, las novelas de Zafón y Ken Follet, los cómics de Frank Millar y las películas de Tarantino; eso es lo que trascenderá, y deberíamos alegrarnos de que (al contrario de lo que pasaba en otras épocas) hoy día estén al alcance de todos.

2 comentarios:

  1. Vaya, pues acabo de descubrir "tu otro blog" casi sin querer y a favoritos que va...

    Con respecto a esta entrada, pues no sé, supongo que al final todos son prejuicios y generalismos. No todo lo comercial, lo que está hecho para vender y para llegar al gran público es malo y no todo lo que está hecho con pocos medios y que por eso mismo o por ser obras demasiado personales o por lo que sea (no creo que un autor escriba una obra intencionadamente para llegar a pocos lectores por muy cool que sea eso de ser autor minoritario... otra cosa es que no cambie su estilo, como dices, para intentar llegar a más gente) llega a menos público, sea algo de calidad. Supongo que se resume en intentar mantener una mentalidad abierta y no condenar algo de entrada por el mero hecho de ser "comercial" o tragarse de forma indiscriminada todo lo que sea más minoritario.

    Y luego está, claro, la discusión de qué es comercial y qué no... Sorolla, por ejemplo, pintaba cuadros con el objetivo de conseguir fama y dinero, pero eso no quita para que sea uno de los más grandes pintores de la Historia. Por contra, tenemos cientos de miles de artistas que intentan pintar cuadros super-trascendentales y que luego no sirven ni como papel de vater.

    Y finalmente, con respecto a lo que dices en tu último párrafo, supongo que muchas de estas obras irán ganando con el paso del tiempo hasta convertirse en clásicos. O quizá no, que con la cantidad de películas, libros, comics, discos, etc. que se producen anualmente, muchas de estas obras quedarán sepultadas en pocos años...

    Ale, que menudo rollo me he soltado, ya está bien xD

    saludetes!

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  2. Pues es cierto que como la producción actual es tan masiva gran parte de la misma quedará sepultada. Pero más o menos se puede vislumbras qué perdurará y que no. Pero ya tenemos "clásicos modernos" que han influenciado toda la producción cultural posterior. Por ejemplo: Star Wars, un, dos, tres responda otra vez.

    Por cierto, hay un libro de Umberto Eco ("Apocalípticos e Integrados") que habla precisamente de esto: del dilema del autor actual, que debe elegir entre mantenerse fiel a su concepto artístico y a su estilo, o producir una obra con capacidad de gustar a un público mayoritario, y así poderse ganar la vida con su labor artística.

    Hay diversos modos de dar respuesta a este dilema: tenemos a Neil Young, cuya música no vas a encontrar en los 40 Principales, pero que tiene un público fiel al que alimentar y del que alimentarse. Tenemos a Spielberg, que alterna películas "serias", o las que le apetece rodar, con las que sabe que va a hacer caja. Y tenemos a Stephen King, el que lo tiene más fácil, porque escribe lo que le gusta con la tremenda suerte de que también le gusta a casi todo el mundo.

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