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jueves, 11 de marzo de 2010

La maldición de octavos ya es oficial

Y mira que yo al partido le veía mala pinta. No de ayer, sino desde que terminó el encuentro de ida: eso de no marcar un gol en campo ajeno te condiciona muchísimo, porque como el otro acierte a marcar en tu casa, con el valor doble de los goles a domicilio, te ves obligado a un esfuerzo espectacular para levantar la eliminatoria. Pues justo eso fue lo que pasó: la primera parte el Madrid venga a atacar, con la defensa adelantadísima y unos huecos que daban vértigo, gietas por las que el Lyon se filtraba de vez en cuando, provocando un mal rollito tremendo cada vez que pisaban el área madridista. Y yo pensaba, "vale, necesitamos marcar para igualar la eliminatoria, y luego haremos un fútbol más pausado". ¡Leches pausado! ¡Qué meten el gol y siguen igual! Sobrerrevolucionados, atacando sin vigilar los espacios que se dejaban atrás, y así no se plantean estas eliminatorias.


Mira que yo no soy sospechoso de ser amante de catenaccio (en el Pro Evolution sigo jugando con un 3-4-3, ¡toma ya!) pero estos partidos, con el resultado que traía el Madrid, hay que jugarlos a la italiana. Sobre todo después de meter el primer gol, tras el cual la prioridad no era meter un segundo, sino que no te metieran uno, porque el escenario entonces se tornaba dramático. Después del primer gol el Madrid debería haber levantado el pie del acelerador y haber contemporizado: "ya estamos iguales y jugando en mi terreno, ahora ven a por mí si te atreves". Debería haber juntado las líneas, haber cerrado huecos y haber atacado sólo con los tres de arriba, que se deberían bastar para hacerle un gol al Lyon. Me acuerdo de un partido similar del Milán de Capello: le bastaba con un gol para pasar la eliminatoria pero, sobre todo, que no le marcaran. A ellos les daba igual meter el gol en el minuto 5, el 90 o en la prórroga. Y no dieron opción al equipo contrario de hacerle ni una jugada de peligro, y metieron su gol en el 88. ¡Qué suerte estos italianos! ¡Siempre igual! Suerte no, es que estas eliminatorias se juegan así, por algo tienen cinco Mundiales.

Bueno, me podréis decir que hablar a posteriori es muy fácil, que cómo puedo pedir que jueguen como Capello y todo eso. Pero es que durante el partido lo estaba viendo, el Olympique llegaba poco pero, con que acertara una, adiós. La situación me recordó a la eliminación de España en el pasado mundial de Alemania: nos adelantamos en el marcador, debíamos tomárnoslo con calma, pero España siguió jugando al ataque como si necesitara el gol, cuando los que lo necesitaban eran los franceses. Y, claro, goles de Ribery y Zidane. No cometer esos errores, saber manejar los tiempos del juego en esas situaciones, a eso se le llama saber competir. España no sabía, y se ve que este Madrid tampoco.

Es el sexto año que el Real Madrid cae en octavos de la Champions League, y este año el fracaso es más rotundo, porque evidentemente el club no se ha gastado 250 millones de euros este verano para obtener el mismo resultado en la competición que define al Real Madrid como leyenda. Aun así, espero que la institución sepa tomarse esta eliminación con calma. Y con esto quiero decir que no comience a discutirse la figura de Pellegrini, que está haciendo una ejemplar campaña en liga contra el que es, probablemente, el mejor equipo de fútbol de la historia; y que en Champions se ha equivocado, sobre todo en el planteamiento del partido de ida en Lyon, porque en el de vuelta poco más se le puede pedir. Quizás que hubiera contenido más al equipo tras el primer gol, que hubiera pedido más sangre fría a sus jugadores, pero respecto a la alineación sacó lo que todo el mundo veía lógico antes del partido. No se nos puede olvidar que este Real Madrid es un equipo en construcción, con siete jugadores nuevos en el once titular, y que precisamente en este tipo de competiciones es donde se pagan los errores puntuales.

Pero al margen de la eliminación en Champions, he visto al Madrid de Pellegrini hacer un fútbol espectacular, como no se le veía a este equipo desde hacía años, así que espero que se dé tiempo al pastel para que acabe de cuajar, porque si lo que se ha vislumbrado puntualmente consigue convertirse en una feliz constante, el club puede disfrutar de una época gloriosa.

Por cierto, una vez que hemos comprobado lo difícil que es este campeonato, ¿recordáis lo que hizo Del Bosque en el año que lo echaron del banquillo? Ganó la liga y llevó al Madrid hasta la semifinal de la Champions, donde cayó contra la Juventus en DelleAlpi porque Figo falló un penalti. ¡Qué injusto se ha sido con ese hombre!

Foto: AS.com

miércoles, 21 de octubre de 2009

El fútbol, los periodistas y "Mamadona"

Los periodistas deportivos y la gente de fútbol (futbolistas, entrenadores, directivos…) tienen una peculiar relación. Se necesitan, pero no se gustan. La prensa, en casi todas las actividades de carácter público, es vista como un mal necesario por el que está al otro lado del micrófono. Políticos, deportistas o gente de la cultura y el espectáculo necesitan de los medios, ya que de estos dependen su notoriedad, su capacidad de llegar al electorado o, directamente, su salario, como es el caso de los futbolistas. Pero preferirían periodistas dóciles, acríticos, que se dedicaran exclusivamente a cantar sus alabanzas y, en definitiva, no les molestaran.
Que a uno le critiquen siempre duele, y si es en público más. Si encima se hace de una forma tan insistente como acostumbra la prensa deportiva, que debe rellenar diariamente miles de páginas y minutos de información con lo que sea, es normal que se produzcan roces constantes entre ambos “bandos”, máxime si los objetos de la información no son capaces de aprender a convivir con la presión mediática. Pero qué quieres que te diga, es la otra cara de la moneda con la que tan generosamente te pagan, si no eres capaz de soportarlo, pues ya sabes.

Todo esto viene a cuento de las “declaraciones” de Maradona, otrora genio del fútbol, ahora seleccionador nacional de Argentina. Tras clasificar para el Mundial por los pelos a una de las selecciones con más potencial del planeta fútbol, se explaya públicamente contra los medios de comunicación argentinos, primero en el terreno de juego, coreando con todos sus jugadores eso de “putas periodistas”. Después en rueda de prensa, sentenciando con el ya famoso “a los periodistas les digo que la chupen y sigan mamando”. Y lo dice crecido y orgulloso, sacando pecho como el que acaba de lograr una gesta, cuando lo lógico sería santiguarse y dar gracias por haberse librado del lío que él mismo ha provocado.

A mí Maradona siempre me ha parecido un poco impresentable, una persona a la que se glorificó por lo que era capaz de hacer con el balón pero que, una vez retirado, perdió toda capacidad de asombrar, al menos para bien. El genial 10 argentino ha devenido en una persona enferma, en constante proceso de rehabilitación, como todos los adictos, al que cruelmente se le expone a una presión que no puede soportar ni por su forma de ser ni por sus circunstancias. En definitiva, toda esta admiración que despierta Maradona en Argentina, todo este “nos ponemos en tus manos”, me parece que esconde más bien grandes dosis de manipulación. Poniendo al frente del fútbol argentino a Maradona, un vórtice mediático capaz de absorber toda la atención de la prensa, los que se encuentran entre bambalinas, en especial Julio Grondona, presidente de la AFA y vice de la FIFA, tienen un parapeto perfecto entre ellos y los molestos medios de comunicación. Aunque, desde el punto de vista futbolístico, se preveía que la apuesta no iba a salir precisamente bien.

¿Sólo a mí me provocó vergüenza ajena ese abrazo desencajado entre Maradona y Bilardo? Dos tipos que no se tragan y que, extasiados por el momento, lloraban acurrucados por clasificar a Argentina para el Mundial (ya digo, el mínimo exigible). No sé qué nos espera si ganan el próximo año.

jueves, 25 de junio de 2009

Cara de tonto

Eso es lo que se te queda cuando USA te echa de un campeonato justo antes de la final. Vale que la Copa Confederaciones no es que fuera lo que más nos ilusionaba, pero joder, la hipotética final contra Brasil motivaba bastante. Además, los jugadores españoles se lo estaban tomando en serio, querían ganar, sus caras no eran precisamente la de los italianos, que cuando iban perdiendo con Brasil 3-0 (y sólo les hacía falta un gol para meterse en las semis), incluso bromeaban.


















Por qué Estados Unidos, que hasta ayer eran unos advenedizos en esto del fútbol, es capaz de cargarse a la mejor selección del momento. ¡Pues porque esto es fútbol, señores! Porque una selección bien ordenada tácticamente, muy fuerte físicamente, y con un juego defensivo básico, pero con las tres ideas claras y mucha motivación, te puede ganar en un día malo. El Barça perdió contra el Numancia, la diferencia es que perder un partido en una temporada de liga es una gota en un océano, mientras que en un torneo internacional supone quedarse fuera. Por eso ganar un Mundial o una Eurocopa es taaaaan difícil. Ni siquiera hay ida y vuelta, como en la Champions.

¿Cómo se evita, entonces, que te apeen antes de tiempo? De una única manera: con una buena defensa e intensidad en el juego. Eso los italianos lo saben mejor que nadie, si no te meten un gol, no te pueden ganar, y a partir de ahí comencemos a construir. Así que sin intensidad defensiva, agresividad en el choque, anticipación, en cualquier fallo de concentración te pueden meter un gol. Y en un partido al KO, remontar un gol se hace muy cuesta arriba. Ayer España defendió de pena, desordenada atrás, con defensas lentos que se dejaron ganar la espalda una y otra vez. ¡Si Casillas estuvo 15 minutos jugando de líbero, saliendo a despejar todos los balones que se colaban entre la línea de centrales! La defensa española no tuvo nada que ver con la de hace 12 meses en Austria, y los norteamericanos nos dieron una lección de motivación e intensidad. Lograr el primer gol se te puede atragantar, pero es mucho menos dramático si tienes tu portería a cero.

A eso le sumamos que nuestro estilo de toque no fluyó, sino que hicimos un fútbol más espeso, incapaz de atravesar la doble línea de 4 de los yanquis. Consecuencia en parte de las bajas de Iniesta y Silva, pero también de un planteamiento que no fue acertado: Xabi Alonso justo por delante de los centrales, y Xavi justo por detrás de los delanteros, y entre ellos un abismo descosido que sólo conseguía hilvanar de vez en cuando Cesc. Esto obligó a jugar con pases muy largos, menos precisos y más previsibles, que ocasionalmente conseguían llegar a su objetivo con peligro (sobre todo cuando eran rasos), pero sólo por esa extraordinaria precisión que tiene Alonso en el juego largo. Un buen recurso para sorprender, pero del que no se puede vivir durante todo un partido.

Para colmo, Del Bosque insistió en mantener durante todo el partido a los dos delanteros centros, que además jugaron en paralelo. Si Villa hubiera jugado por detrás de Torres, haciendo de enganche con el centro del campo, Xavi podría haberse retrasado para jugar más cerca de Alonso, y todo hubiera fluido mucho mejor. Dos centrocampistas en paralelo se apoyan, dos ‘9’ en paralelo, la mayoría de los casos, se estorban. Además, ¿todos nos hemos olvidado de que la mejor España de la Eurocopa la vimos cuando jugó con un solo delantero y cinco centrocampistas? Ese demoledor centro del campo formado por Senna, Xavi, Silva, Iniesta y Cesc Fábregas.

Bueno, pues esto pasa en Fútbol, esto no es tan matemático como el atletismo o el tenis. Lo que sí es divertido son esos comentarios descreídos que tenemos que sufrir hoy: “esto es España, lo de la Eurocopa era porque los otros estaban cansados”, “Del Bosque se está cargando lo que hizo Luis” o “esto no le pasa a las selecciones grandes de verdad”. Siempre estuvieron ahí, seamos sinceros, bien guardados en el armario, a la espera de la ocasión para volver a sacar a pasear nuestros complejos. Por favor, seamos un poco consecuentes: record histórico de victorias consecutivas, 34 partidos sin perder, campeones de Europa con un estilo que asombró el mundo hace sólo un año… pero “todo fue un espejismo”. Yo sigo pensando que, hoy por hoy, tenemos el mejor centro del campo que se puede reunir en un terreno de juego, y eso nos convierte en uno de los claros favoritos para ganar el Mundial. Podéis llamarme ingenuo.

Foto: AS.COM

viernes, 12 de junio de 2009

El Madrid apuesta 94 millones a que es capaz de rentabilizar a Cristiano Ronaldo

Hace muchos años que el fútbol ha dejado de ser un deporte para convertirse en un espectáculo, en un negocio planetario, en una industria que vende, sobre todo, expectativas. El fútbol es un peculiar negocio cuyo mayor activo es la ilusión y la expectativa generada entre millones de aficionados. Me explico: si nos centramos en la principal fuente de ingresos del planeta-fútbol, los derechos televisivos por ‘pay per-wiew’, el consumidor paga a priori por un espectáculo de 90 minutos en el que no sabe qué se va a encontrar. Es más, en un alto porcentaje de los casos, el partido acaba siendo un verdadero tostón. Pero la expectativa previa de lo que el Real Madrid, el Manchester Utd. o el FC Barcelona es capaz de generar sobre un terreno de juego convierten el partido en un producto atractivo (aunque sea de antemano), y a estos clubes en los más poderosos y ricos del mundo.

En base a estas expectativas los grandes clubes negocian sus derechos por televisión o los ingresos que recibirán de sus sponsors publicitarios. Se sabe que Adidas, Audi, Coca-Cola y Telefónica pretendían negociar este año a la baja sus contratos con el Madrid, porque su plantilla se hallaba devaluada, su capacidad de enganchar con el público planetario había quedado mermada, absolutamente eclipsada por el fulgor del Barcelona y por la incapacidad del Real Madrid de pasar de los octavos de final en la Champions durante varios años. Y esos son muchos millones en pérdidas. Por poner un ejemplo, tras el fichaje de Zidane, el Madrid renegoció el contrato por la publicidad en su camiseta, pasando de ingresar 400 millones de las antiguas pesetas a 4.000 millones anuales. Señores: negocio, negocio, negocio y negocio. Eso es el fútbol, un negocio sustentado en la ilusión generada entre millones de personas.

Resulta evidente que Florentino Pérez no paga 94 millones de euros por Cristiano Ronaldo en base sólo a sus cualidades futbolísticas, los paga, también y sobre todo, por su increíble gancho mediático. ¿Es caro pagar esa cantidad por el luso? Dependerá de la habilidad del Madrid para rentabilizar esa inversión, ni más ni menos. El presidente del Madrid está convencido de poder hacerlo, y el primer paso para ello es el enorme revuelo planetario que se ha organizado por el coste del fichaje, una brutal campaña de marketing gratuita que ha logrado que hasta en USA (donde pasan del fútbol) la operación esté en las portadas. Comparemos ahora las expectativas e ilusiones que generaba el Madrid el pasado 31 de mayo con las que es capaz de crear tras el fichaje de Kaká y Cristiano Ronaldo. ¿Cuánto valen ahora los derechos de televisión del Madrid, que mediante dos fichajes se ha asegurado multiplicar su audiencia en todo el mundo? ¿Es esta estrategia tan agresiva la adecuada, o si hubiera mantenido una línea continuista, fichando un par de jugadores de perfil medio este verano, hubiera obtenido el próximo año mejores resultados deportivos y económicos? ¿Es mejor gastarse 94 millones en Ronaldo ó 90 en Gago, Van der Vaart y Huntelaar?

Estoy dispuesto a debatir si el fichaje es caro o no, pero me parece absurdo el debate sobre la supuesta “inmoralidad” del precio pagado. Pura demagogia mediática que se ceba en la facilidad del personal para escandalizarse. Insisto: esto es un negocio, no se pagan 94 millones porque un tío le dé bien a la pelota, es porque es una máquina andante de derechos publicitarios que, unida a la marca Real Madrid, logra una sinergia que pretende multiplicar los ingresos de ambas empresas. ¿Es obsceno que Repsol pague 250 millones por una refinería en Venezuela? Pues no sé oiga, si es rentable a mí me parece normal. ¿Cuánto cobra Tom Hanks por película rodada? ¿15 millones de dólares? Si Warner se lo paga será porque lo recupera en taquilla.

Al margen del aspecto económico, que a nosotros debería ser el que menos nos importe, lo que es impresionante es la capacidad del Madrid para reinventarse. Tras una temporada mediocre, a la sombra del eterno rival, el Real Madrid, impulsado por su entorno, por los medios de comunicación que viven de él, los socios y sus millones de seguidores, ha puesto en marcha su pesada maquinaria, ha expulsado a sus calamitosos dirigentes, ha forzado el retorno de su presidente más mediático y poderoso desde Santiago Bernabéu, y ha iniciado un profundo y carísimo proceso de renovación de la plantilla. Una institución condenada a ser protagonista, y capaz de generar magia e ilusión como ninguna otra.

jueves, 28 de mayo de 2009

Por fin se acabó

Reconozco que observé los 10 primeros minutos del partido de ayer con una media sonrisa dibujada en el rostro: el Manchester llegaba y llegaba y el Barça ni la olía. Antes del partido había dicho que quería que ganara el Barça, pero no puedo decir que estuviera sufriendo mientras veía el acoso de los red devils (anoche iban de white), y es que el madridista que llevo dentro no paraba de recordarme que el triplete es mucha tela, “que sí, que es un equipo español, que juegan como los ángeles y to lo que tú quieras, pero el triplet…”.

Pues en esas estábamos cuando le digo a Grace, “el mejor Barça de la historia todavía no sabe ni dónde está el balón”, y el cabrón de Iniesta, que parecía que me hubiera escuchado, la coge en el carril del 8, avanza, avanza, avanza, los del Manchester lo miran, lo miran y lo miran (sin atreverse a entrarle o yo que sé), hasta que mete un pase a Eto’o que anoche jugaba por donde Messi, y el ‘hermano’ confirma, así de entrada, que es tan buen delantero como bocazas. Y ahí se acabó el Manchester. Vamos, que se podrían haber vuelto al vestuario, porque el Barça cogió la pelota y, como los niños repelentes, no la compartió en todo el recreo.

Y es que el final de la primera parte y el principio de la segunda fue de auténtico burreo. El Barça le pasó por encima a los ingleses. Y el partido me confirmó varias cosas que ya pensaba antes: para empezar que Ferguson es tonto, ajín, del tirón. ¿Cómo puedes vender a Piqué y quedarte con O’Shea? ¿cómo pudo vender hace unos años a Forlán al Villareal por tres duros? ¿cómo puedes regalarle, en una final, el centro del campo al equipo con los mejores centrocampistas del mundo? Bueno, ya véis que el escocés no es santo de mi devoción.

En el extremo opuesto (al menos anoche) tuvimos a Guardiola, un tío que siempre me ha caído de puta madre, y por el que me alegro especialmente. Pedazo de jugador y pedazo de entrenador (aunque por su culpa le estoy cogiendo asco al Viva la Vida de Coldplay). Salir a jugar toda una final de Champions con tres centrocampistas de toque (Iniesta, Xavi y Busquets), sin ningún medio centro de contención, y con tres delanteros… es para quitarse el sombrero. Es llevar tu idea futbolística, el amor al fútbol-toque, al extremo, y encima que te salga bien. Claro, que si no tienes a Iniesta, Xavi, Messi y Busquets… (o a Senna, Silva, Xavi, Iniesta y Cesc) ese concepto de fútbol no es viable. Pero el mero hecho de tener la valentía de hacer la propuesta y conseguir que funcione sobre el terreno de juego es increíblemente meritorio, y un placer para los que nos gusta este deporte. Y para colmo con siete canteranos en el once titular. No sé, es todo tan redondo que si eres culé debes estar en una especie de orgasmo místico. Si yo fuera Guardiola me retiraba mañana y quedaría como gurú del fútbol para los restos. “Yo fui entrenador de fútbol pero lo dejé porque el primer año lo gané todo”.


Por cierto, hoy viendo las portadas del As y el Marca me acordé de las portadas del Sport y el Mundo Deportivo cuando el Real Madrid ganó la última copa de Europa. Ahí os dejo dos, para que busquéis las cinco diferencias. Luego dirán que la prensa culé y madridista son lo mismo. Y lástima que no he encontrado la del Sport, que le dedicaba a ‘la novena’ del Madrid una mini foto en el sumario con comentario despectivillo.

En fin, que yo tengo todas mis esperanzas puestas en Florentino, sí, es así de triste. Y los madridistas siempre podremos pensar que ya se acabó, que esta gente ya no puede ganar más (al menos este año).

jueves, 7 de mayo de 2009

Barça vs Manchester: el nuevo Partido del Siglo

Vale que el Barça ha jugado una eliminatoria lamentable, que el Chelsea dio con la clave para neutralizar el fútbol-arte que destilan los azulgranas, que en el partido de vuelta sólo tiraron una vez entre los tres palos, que el Chelsea tuvo ocasiones más claras a lo largo de la eliminatoria, que tres penaltis contra los culés se fueron al limbo de los malos arbitrajes… pero me alegro de que pasara el Barça. Llamadlo justicia poética o lo que queráis, pero me hubiera parecido lamentable ver la propuesta del Chelsea nuevamente en la final.

Odio ese fútbol mezquino, de jugar a que los otros no jueguen. Muchos me dirán que es otra opción, que es tan válido como el tiqui-taca, que no todo va a ser fútbol-samba; pero yo no lo trago. Es el antifútbol, un recurso que considero aceptable cuando eres el Osasuna, el Portsmouth o el Numancia y no quieres que un equipo grande te genocide. Pero cuando pones los millones que pone sobre el campo el Chelsea, cuando tienes esa plantilla y esos recursos y te limitas a desarrollar un fútbol basado exclusivamente en la pierna fuerte, intimidar al contrario, y lanzar contras con dos jugadores… te mereces acabar como acabó ayer el Chelsea: con un golazo en el 93’, y a llorar a tu casa. Un gol marcado, además, por ese futbolista sublime, excepcional, virtuoso, que es Andrés Iniesta. Un fuoriclasse (que dirían los italianos) que ejemplifica todo lo que no es el Chelsea y que, sin duda, en este equipo inglés sería suplente por no llevar de serie esa armadura de músculos que cargan los futbolistas de la Premier.



Para mí es definitorio lo que pasó a partir del minuto 66: expulsan a Abidal, el Chelsea ganando la eliminatoria por un gol, con un jugador más, en su campo y, en lugar de dar un paso al frente para lograr el segundo y sentenciar el partido (algo que hubieran conseguido tarde o temprano), ponen a nueve detrás del balón y a mandarle balones largos a Drogba y Anelka. Lamentable. Penoso.

Por cierto, abro paréntesis. Me río de la rueda de prensa de Guus Hiddink cargando contra el árbitro y hablando de conspiraciones. Señor, ¿no era usted el seleccionador de Corea en ese inefable cruce de cuartos contra España, en el mundial de Corea y Japón? Cierro paréntesis.

Digo todo esto a riesgo de que muchos colegas me retiren la palabra, y es que el que suscribe (como los colegas a los que menciono) es muy madridista. Pero mucho, mucho. Y sí, ayer canté el gol de Iniesta. ¿Por qué? Por varias razones: porque siempre preferiré en una final a un equipo español antes que a un equipo inglés; porque el Barça está haciendo este año un fútbol de ensueño; porque el Chelsea planteó la eliminatoria con un fútbol mezquino y troglodita; porque Iniesta es un tío que me cae de puta madre: sin tatuajes, sin un ego hipertrofiado, sin pendientes, sin cara de malo, sin malos gestos, y eso que tiene más talento y calidad que la inmensa mayoría de los futbolistas que hoy pisan un terreno de juego.

Y en última instancia, y sobre todo, porque una final Barça-Manchester es un partido que se antoja imprescindible para quien le guste el fútbol, con potencial para ser una de las mejores finales de la historia del campeonato, entre dos equipos que, en sus respectivos países, se asegura que están jugando el mejor fútbol de todos los tiempos. El partido del siglo vamos. O, por lo menos, de lo que va de siglo.