lunes, 26 de abril de 2010

La teoría del huevo duro en barra


No es mi intención alarmaros, pero no sé si estabais al corriente de que, desde hace años, el huevo duro que se pone en el catering de los aviones no es como el que coméis en casita. Es como el que véis en la foto: una suerte de barra plastificada de la que se cortan rodajas de huevo duro (¡!).

El invento a simple vista puede resultar inquietante, incluso alguno habrá pensado en el Photoshop, pero no, esta vez los chicos de Adobe no tienen la culpa. Es real, palpable y comestible. De hecho, ¡lo más probable es que ya lo hayáis comido! Pero si inquietante es la imagen, a mí lo que más me preocupa es cómo demonios han conseguido semejante... engendro.

Tengo dos teorías: la primera es que los japoneses (inventores del asunto, cómo no) han logrado que las gallinas pongan huevos oblongos. Entonces, bastaría con cocerlos como hemos hecho toda la vida y ¡voilà! barra de huevo duro. Parece improbable, pero no nos apresuremos a descartarla.

La segunda teoría es que han separado la yema de la clara, meten la yema en un molde alargado, la cuecen y ya tenemos barra de yema de huevo duro. A continuación envasan esa barra de yema rodeada de clara, cuecen la clara y ya tenemos lo que vemos en la foto. Quizás no sea exactamente así, pero debe ser algo parecido.

No sé, ¿no os pica la curiosidad? No dudéis en enviarme vuestras teorías o, si alguien conoce el verdadero mecanismo, que no dude en iluminarnos. Y con esto doy por concluida la entrada más rara del blog.

sábado, 10 de abril de 2010

Musha shugyo, el Camino a Casa y el conejo samurái de ahí arriba

Algunos me han preguntado sobre el gato samurái que hay en la cabecera de mi blog. Primero una aclaración: no es un gato, es un conejo. En concreto, Miyamoto Usagi, el protagonista del cómic Usagi Yojimbo escrito y dibujado por Stan Sakai.

¿Por qué pongo a Usagi en la cabecera de mi blog? Para empezar porque tengo debilidad por las historias de este conejo samurái, son realmente buenas, creedme. Pero, al margen de eso, este cómic tiene una intrahistoria que entronca con el sentido que le quiero dar al blog. Me explico: Stan Sakai es un autor estadounidense (de Hawai, para ser concretos) de origen japonés, y comienza a escribir Usagi Yojimbo como una forma de volver a sus orígenes, de conocer más sobre la cultura de sus padres y, por tanto, de sí mismo. Cualquiera que lea la obra de Sakai quedará sorprendido por el hecho de que un cómic protagonizado por animales antropomórficos, aparentemente infantil, posea semejante nivel de documentación histórica, con un prolífico trabajo de investigación por parte del autor, dando una imagen bastante específica sobre cómo era la sociedad japonesa en el pasado.

Pues bien, yo también escribo este blog para conocerme mejor, y para que los que me leen también me conozcan mejor. No es un viaje a mis orígenes, como en el caso de Stan Sakai, pero es un viaje hacia mi interior, donde encuentro cosas que si no las pusiera por escrito, si no les pusiera nombre, probablemente no me daría cuenta de que están ahí.

Por otro lado, Miyamoto Usagi (trasunto del personaje histórico Miyamoto Musashi) es un samurái embarcado en el peregrinaje del guerrero, en un viaje sin destino que tiene por objetivo conocer sus límites y la verdadera naturaleza de su espíritu (los japoneses lo llamaban el "musha shugyo"). Sakai, por tanto, crea un personaje en constante búsqueda de su verdadero yo, al igual que hace él al escribir su cómic. Yo me aprovecho del simbolismo de su obra para definir lo que busco con mi blog, porque también creo que la vida es un largo viaje en el que lo importante no es el destino (ya sabemos donde acaba), sino cómo vivimos el camino, las experiencias que acumulamos, cómo nos cambian y, sobre todo, con quién lo compartimos. Nos encontramos en un permanente Camino a Casa.

jueves, 8 de abril de 2010

Generación Peter Pan

El otro día leía que la mía es una generación prematuramente nostálgica y, pensando un poco en ello, ¡es cierto! Te das cuenta que a la gente de veintipico y treintaipico echa de menos las cosas que vivieron hace apenas quince años: Barrio Sésamo, los videojuegos de 8 bits, el pan con Nocilla, la canción de Oliver y Benji, los Goonies, volvemos a comprar discos de vinilo e insistimos en vestir con camisetas, vaqueros y deportivas como cuando éramos adolescentes, y si la camiseta tiene algún toque retro ¡mejor! ¿Habéis visto la de camisetas con motivos ochenteros que tienen Zara, Pull & Bear y Springfield?

Me pregunto si sufrirían también este fenómeno las generaciones anteriores, nuestros padres por ejemplo. Y sospecho que no, que ahora pueden tener nostalgia de los 70 (casi cuarenta años después), ¿pero de lo que vivieron antesdeayer?

La mía es una generación de nostálgicos incomprensibles, porque aún tenemos edad para hacer prácticamente lo que queramos y, probablemente, más recursos para hacerlo. Sin embargo así estamos: "¿te acuerdas lo guay que era esperar 40 minutos para cargar un juego en el Spectrum?. ¡Ah sí, qué tiempos aquellos!". Resulta más extraño aún porque si dijeras que los tardíos 80 y los 90 fueron una época excepcional... pero tampoco fue nada del otro mundo. De hecho, diría que estamos mucho mejor ahora, y enumero: Internet con todo lo que supone (música gratis, cine gratis, redes sociales, información al instante sobre cualquier tema que nos guste), telefonía móvil (sí diréis que éramos más felices sin ellos, pues ya sabéis, tirad el vuestro), por fin hacen series para la TV que se pueden ver, por fin hacen buenas películas de superhéroes, los videojuegos son mucho mejores ahora que antes, es bastante más barato viajar...

No sé, diría que en lo superficial de la vida todo es mucho mejor. ¿Y en lo importante de la vida? Bueno, eso no depende de la época en que vivamos, sino de nosotros. A ver si el problema vamos a ser nosotros, a ver si es que somos una generación que nos negamos a madurar y queremos ser eternamente niños, a ver si es que vemos el presente tan negro que es mejor idealizar el pasado y esconder la cabeza en él. Desde luego, da para todo un análisis sociológico.