Mostrando entradas con la etiqueta Varios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Varios. Mostrar todas las entradas

lunes, 26 de abril de 2010

La teoría del huevo duro en barra


No es mi intención alarmaros, pero no sé si estabais al corriente de que, desde hace años, el huevo duro que se pone en el catering de los aviones no es como el que coméis en casita. Es como el que véis en la foto: una suerte de barra plastificada de la que se cortan rodajas de huevo duro (¡!).

El invento a simple vista puede resultar inquietante, incluso alguno habrá pensado en el Photoshop, pero no, esta vez los chicos de Adobe no tienen la culpa. Es real, palpable y comestible. De hecho, ¡lo más probable es que ya lo hayáis comido! Pero si inquietante es la imagen, a mí lo que más me preocupa es cómo demonios han conseguido semejante... engendro.

Tengo dos teorías: la primera es que los japoneses (inventores del asunto, cómo no) han logrado que las gallinas pongan huevos oblongos. Entonces, bastaría con cocerlos como hemos hecho toda la vida y ¡voilà! barra de huevo duro. Parece improbable, pero no nos apresuremos a descartarla.

La segunda teoría es que han separado la yema de la clara, meten la yema en un molde alargado, la cuecen y ya tenemos barra de yema de huevo duro. A continuación envasan esa barra de yema rodeada de clara, cuecen la clara y ya tenemos lo que vemos en la foto. Quizás no sea exactamente así, pero debe ser algo parecido.

No sé, ¿no os pica la curiosidad? No dudéis en enviarme vuestras teorías o, si alguien conoce el verdadero mecanismo, que no dude en iluminarnos. Y con esto doy por concluida la entrada más rara del blog.

sábado, 10 de abril de 2010

Musha shugyo, el Camino a Casa y el conejo samurái de ahí arriba

Algunos me han preguntado sobre el gato samurái que hay en la cabecera de mi blog. Primero una aclaración: no es un gato, es un conejo. En concreto, Miyamoto Usagi, el protagonista del cómic Usagi Yojimbo escrito y dibujado por Stan Sakai.

¿Por qué pongo a Usagi en la cabecera de mi blog? Para empezar porque tengo debilidad por las historias de este conejo samurái, son realmente buenas, creedme. Pero, al margen de eso, este cómic tiene una intrahistoria que entronca con el sentido que le quiero dar al blog. Me explico: Stan Sakai es un autor estadounidense (de Hawai, para ser concretos) de origen japonés, y comienza a escribir Usagi Yojimbo como una forma de volver a sus orígenes, de conocer más sobre la cultura de sus padres y, por tanto, de sí mismo. Cualquiera que lea la obra de Sakai quedará sorprendido por el hecho de que un cómic protagonizado por animales antropomórficos, aparentemente infantil, posea semejante nivel de documentación histórica, con un prolífico trabajo de investigación por parte del autor, dando una imagen bastante específica sobre cómo era la sociedad japonesa en el pasado.

Pues bien, yo también escribo este blog para conocerme mejor, y para que los que me leen también me conozcan mejor. No es un viaje a mis orígenes, como en el caso de Stan Sakai, pero es un viaje hacia mi interior, donde encuentro cosas que si no las pusiera por escrito, si no les pusiera nombre, probablemente no me daría cuenta de que están ahí.

Por otro lado, Miyamoto Usagi (trasunto del personaje histórico Miyamoto Musashi) es un samurái embarcado en el peregrinaje del guerrero, en un viaje sin destino que tiene por objetivo conocer sus límites y la verdadera naturaleza de su espíritu (los japoneses lo llamaban el "musha shugyo"). Sakai, por tanto, crea un personaje en constante búsqueda de su verdadero yo, al igual que hace él al escribir su cómic. Yo me aprovecho del simbolismo de su obra para definir lo que busco con mi blog, porque también creo que la vida es un largo viaje en el que lo importante no es el destino (ya sabemos donde acaba), sino cómo vivimos el camino, las experiencias que acumulamos, cómo nos cambian y, sobre todo, con quién lo compartimos. Nos encontramos en un permanente Camino a Casa.

jueves, 8 de abril de 2010

Generación Peter Pan

El otro día leía que la mía es una generación prematuramente nostálgica y, pensando un poco en ello, ¡es cierto! Te das cuenta que a la gente de veintipico y treintaipico echa de menos las cosas que vivieron hace apenas quince años: Barrio Sésamo, los videojuegos de 8 bits, el pan con Nocilla, la canción de Oliver y Benji, los Goonies, volvemos a comprar discos de vinilo e insistimos en vestir con camisetas, vaqueros y deportivas como cuando éramos adolescentes, y si la camiseta tiene algún toque retro ¡mejor! ¿Habéis visto la de camisetas con motivos ochenteros que tienen Zara, Pull & Bear y Springfield?

Me pregunto si sufrirían también este fenómeno las generaciones anteriores, nuestros padres por ejemplo. Y sospecho que no, que ahora pueden tener nostalgia de los 70 (casi cuarenta años después), ¿pero de lo que vivieron antesdeayer?

La mía es una generación de nostálgicos incomprensibles, porque aún tenemos edad para hacer prácticamente lo que queramos y, probablemente, más recursos para hacerlo. Sin embargo así estamos: "¿te acuerdas lo guay que era esperar 40 minutos para cargar un juego en el Spectrum?. ¡Ah sí, qué tiempos aquellos!". Resulta más extraño aún porque si dijeras que los tardíos 80 y los 90 fueron una época excepcional... pero tampoco fue nada del otro mundo. De hecho, diría que estamos mucho mejor ahora, y enumero: Internet con todo lo que supone (música gratis, cine gratis, redes sociales, información al instante sobre cualquier tema que nos guste), telefonía móvil (sí diréis que éramos más felices sin ellos, pues ya sabéis, tirad el vuestro), por fin hacen series para la TV que se pueden ver, por fin hacen buenas películas de superhéroes, los videojuegos son mucho mejores ahora que antes, es bastante más barato viajar...

No sé, diría que en lo superficial de la vida todo es mucho mejor. ¿Y en lo importante de la vida? Bueno, eso no depende de la época en que vivamos, sino de nosotros. A ver si el problema vamos a ser nosotros, a ver si es que somos una generación que nos negamos a madurar y queremos ser eternamente niños, a ver si es que vemos el presente tan negro que es mejor idealizar el pasado y esconder la cabeza en él. Desde luego, da para todo un análisis sociológico.

martes, 23 de marzo de 2010

Google, China y el control de la información


Nos encontramos en una nueva era, en la que las multinacionales son capaces de desafiar a uno de los estados más poderosos del mundo. Bueno, no podemos convertir una excepción en regla, se trata de una multinacional: Google, que llevaba años aceptando a regañadientes la censura que le imponía el Gobierno chino. Tal ha sido la presión ejercida por la dictadura comunista, que finalmente la cuerda se ha roto y Google le ha dado al PC chino con las puertas en las narices, algo a lo que, obviamente, no están muy acostumbrados, como se deduce de las poco sutiles declaraciones del Ministro de Exteriores chinos pocas horas después.

Y es que Google en China no funcionaba como en el resto del mundo. Búsquedas de carácter político, blogs de disidentes, información sobre el Tibet, artículos en wikipedia sobre la matanza de Tiananmen... no digamos ya pornografía o críticas al régimen chino en medios extranjeros; todo ello estaba debidamente "filtrado" para que no dañara la sensibilidad y confundiera la mente de los ciudadanos chinos.

Finalmente, la empresa de California ha agotado su paciencia y, en una decisión inaudita en el mundo empresarial, ha decidio poner por delante la honestidad del servicio que presta, así que ha cerrado el chiringuito y se ha llevado sus servidores a Hong Kong, donde las leyes chinas no pueden ser tan restrictivas. A partir de ahora, cualquier internauta que entre en google.cn será redirigido automáticamente a google.com.hk, desde donde podrá realizar cualquier tipo de búsqueda. Haced la prueba, entrad en google.cn y poned "Tianamen", veréis centenares de resultados, algo que antes era impensable.

Google sabe que esta decisión le saldrá cara, y que lo más probable es que su sitio web en China desaparezca, pero por lo menos ha tenido el valor de hacer algo que muy pocos han hecho: levantar la voz contra un régimen dictatorial que impone la represión y el silencio ante los horrores que ejecuta y ha ejecutado. Quién iba a pensar que una página en blanco donde sólo pone Google, con una casilla de entrada de texto y dos botones debajo, que se limita a ejecutar un robot de búsqueda que ordena (de forma matemática y nada tendenciosa) la información de la web, iba a ser una herramienta tan poderosa contra las dictaduras. Bendita era de la información.

martes, 16 de marzo de 2010

Encrucijada de caminos

Últimamente me encuentro en una encrucijada de caminos. No sé hacia donde ir. Ya habréis adivinado que no me refiero a "ir" en el aspecto físico, es algo más vital. Es la eterna pregunta: "¿qué hago con mi vida?". Puedes esperar que la pregunta se responda sola, entonces será la vida la que haga algo contigo, te zarandeará y te llevará por donde ella quiera. O puedes intentar responder la pregunta tú mismo. Intentar elegir el camino, "labrarte tu propio futuro" (más frases hechas).

Intento visualizar mi futuro, qué me gustaría estar haciendo dentro de cinco años. Hay cosas que me gustarían. Ahora intento idear un plan para llegar a dichas metas, y ahí es donde todo se viene abajo. No encuentro maneras realistas de alcanzar mis objetivos, necesito puntos de apoyo que no están a mi alcance. Estoy en una encrucijada de caminos, el problema es que no veo los caminos, no hay indicaciones ni sendas horadadas sobre las que caminar, sólo un inmenso erial a mi alrededor. Siempre me gustaron los retos.

martes, 26 de enero de 2010

Mujeres y madres

Me he acordado de una conversación que tuve hace algún tiempo con varias compañeras. Hablaban de cómo se definirían como personas, qué es lo que más definía su identidad. Obviando nombres, una le comentaba a otra: "pero di la verdad, desde que tienes niños tú ante todo te sientes madre", a lo que la aludida respondía "No, ante todo no. Soy madre, pero también muchas otras cosas". Eso me hizo pensar en cuántos hombres se definirían como "padres ante todo"; muy pocos creo yo.

Y en un primer momento la respuesta me chocó, porque existe una cierta conciencia cultural de que la maternidad es la función más sagrada que puede desarrollar una mujer, así que no me esperaba esa negativa tan rotunda a una máxima implícita, a un acuerdo consuetudinario que no se suele verbalizar pero que está ahí. Y tras reflexionar un poco sobre ello, te das cuenta de que la maternidad ha sido una poderosa herramienta machista, si no la principal, para frenar el desarrollo de la mujer. Cuando llegaba un niño al mundo se daba por sentado que su educación era la responsabilidad principal de las madres, y en base a este argumento la mujer debía abandonar su carrera profesional,cualquier aspiración personal, retirarse de la vida social activa y consagrarse al cuidado de la descendencia y de su casa. En la mayoría de los casos de buen grado, sin darse cuenta en ese momento del sacrificio que se les pedía, imbuidas de ese concepto trasmitido generación tras generación de lo que debía ser la maternidad.

Sabemos que hoy no es así (al menos no en todos los casos) pero, principalmente, porque si los dos miembros de la pareja no trabajan una familia no se puede mantener. Era un debate que, por una razón u otra, creía superado. Pero cuando escuchas a mujeres progresistas decir que ante todo son madres... Quiero decir, yo también pienso que ser padre es la mayor responsabilidad que puede asumir un ser humano, al menos durante el período de tu vida en la que tus hijos dependen de ti, pero una definición reduccionista de ese tipo es una trampa usada a lo largo de la historia contra la mujer, una trampa que daba a entender que la que no lo sacrificaba todo por su familia era una mala mujer, una trampa que aún hoy sigue funcionando.

En esta sociedad utilitarista, en la que insistimos en pensar que una persona vale lo que vale su trabajo, continuamos pensando que una mujer debe sentirse, o aspirar a ser, madre por encima de todas las cosas. Yo, por mi parte, no pienso juzgar a la que no quiera sacrificar su carrera profesional y/o su vida personal por ser madre; o a la que, siendo madre, se sienta al mismo nivel pareja, amante, trabajadora o cualquier cosa de la que se sienta orgullosa o le guste. Y también respetaré a la que quiera ser madre por encima de todas las cosas, pero porque ella lo quiera así, no porque nadie lo dé por sentado.

Safe Creative #1001265386112

sábado, 9 de enero de 2010

Desasosiego post navideño

A mí los Reyes me suelen dejar, como propina a los regalos, un cierto desasosiego, una especie de mini crisis de ansiedad. Por una parte, porque vuelves a la rutina diaria, y ya sabemos que la rutina es como tu otra pareja: hay gente que se lleva muy bien con ella, hay gente que la sobrelleva y gente que la detesta. Por otra parte, porque la noche de Reyes suele dejarme una gran cantidad de lectura (en forma de cómics y novelas) y de videojuegos, regalos que requerirán una importante inversión en tiempo para ser disfrutados. Y el tiempo, cuanto mayor eres, más caro está.

¡Ojo! señores Reyes Magos, que no me estoy quejando, qué le vamos a hacer si mis aficiones requieren su buena dosis de tiempo diaria. Pero el caso es que ahora empieza una carrera por sacar ratitos de aquí y allá para leerme la novela gráfica de Batman escrita por Neil Gaiman, para leer el tercer volumen de Canción de Hielo y Fuego, para jugar al Dragon Age de la XBox... En definitiva, menos mal que me he quedado en paro, ¿no?

jueves, 3 de diciembre de 2009

Internet, la Cultura y el Gobierno

En estos mismos momentos se reúnen en Madrid la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y un grupo de lo que ha dado en llamar "destacados internautas", que en la práctica son blogueros, algunos periodistas de medios digitales y directores-fundadores de páginas web de cierta relevancia. El origen de la variopinta reunión se encuentra en la polémica Comisión de Propiedad Intelectual que el Gobierno proyecta crear (como parte de la Ley de Economía Sostenible) y que ha despertado las iras de buena parte de la Comunidad internauta, hasta el punto de que esta semana se ha hecho público un muy crítico manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales en Internet", que ha corrido como la pólvora por blogs y foros.

El centro de la polémica es que la Comisión de Propiedad Intelectual tendrá potestad, entre otras cosas, para bloquear aquellas páginas web que faciliten la descarga (vía enlace o alojamiento en su propio servidor) de contenidos culturales como cine, series, música, videojuegos o cómics en formato .cbr, y todo ello sin que medie orden judicial alguna. Una especie de "policía cultural" en la red pero sin la protección del habeas corpus. Ejecutamos y luego ya se verá.

No sé qué os parecerá a vosotros, pero a mí esto me parece una aberración. Comprendo el cabreo de los creadores culturales, que ven cómo su trabajo se difunde y disfruta sin que ellos reciban nada a cambio; pero el cierre de páginas webs por el mero hecho de que enlacen contenidos, sin pararse a analizar si hay un fin lucrativo detrás, me parece directamente coartar la libertad de expresión. Si la Comisión actúa a rajatabla, en unos meses nos quedamos sin blogosfera, sin foros, sin redes sociales... e Internet se limitaría a páginas corporativas.

La industria cultural observa cómo jamás en la historia había existido semejante intercambio de productos culturales, y piensa que, debidamente regulado, obtendría beneficio del 100% de este flujo. Ese plantemaiento es falso, por el mero hecho de que si los usuarios debieran pagar por ese intercambio de información las descargas se verían reducidas drásticamente. De igual modo que es un error pensar que el que descarga contenidos gratuitamente de Internet, o ve las cosas en straming, es un consumidor que jamás pagará por un producto cultural.

En mi caso compro muchas series, películas, cómics, libros, videojuegos, voy al cine casi semanalmente... y, lo que no puedo permitirme, me lo descargo de Internet. Contenidos que, si fueran de pago, directamente prescindiría de ellos. Del mismo modo, estoy seguro de que los consumidores medios compran la misma cantidad de CDs y DVDs y van al cine tantas veces como irían si no tuvieran acceso a los contenidos en Internet.

Ojo, no digo que la reclamación de la industria cultural no tenga fundamento, todo creador tiene derecho a ser retribuido por su trabajo. Sólo creo que hay un error de enfoque en el planteamiento, que no me creo que estén perdiendo cantidades ingentes de dinero por culpa de Internet, más bien les duele perder la oportunidad de negocio que creen tener entre manos.

De cualquier modo, resulta curioso ver la evolución de este conflicto: hasta ahora sólo había existido el lobby de la industria, por el hecho de que "los internautas" en general son un colectivo difuso sin organización. Pero gracias a herramientas como Twitter se está consiguiendo aglutinar a cientos de miles de usuarios, al mismo tiempo que surgen voces relevante que pretenden representar al colectivo. Veamos en qué acaba esto.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Un año de Obama

En periodismo se dice que las efemérides y aniversarios no son noticia, pero es cierto que tienen su utilidad como estaciones en las que pararse, mirar atrás y hacer balance. Así que informativamente quizás no tengan validez, pero analíticamente sí, y el análisis también es periodismo, aunque a algunos se les olvide devorados por la urgencia del día a día.

De cualquier modo, esto no va de hacer periodismo ni de análisis político porque, para ser justos, ¿qué ha podido hacer Barack Obama en un año desde su elección (nueve meses desde que tomó el poder)? Algunos dirán que mucho, yo creo que prácticamente nada.


Cualquier puesto de trabajo mínimamente cualificado requiere un periodo de adaptación, una larga etapa de aprendizaje hasta que dominas a fondo los entresijos del día a día, y aun así habrá situaciones excepcionales que no sabrás como afrontar hasta que te las encuentres de bruces. Imaginaos lo que debe ser presidir un gobierno como el de los USA, sin que nadie te diga dónde se guarda el lapicero, o donde no existe cotidianeidad a la que acostumbrarte.

En realidad, Obama es víctima de las expectativas, el jurado más cruel que existe, máxime cuando son expectativas desbordadas. ¿Pero es culpa suya o de un electorado que lo ha elevado a cotas mesiánicas? Algunos diréis que él y su equipo han alimentado esa imagen. Claro que esa es la obligación de cualquier político que quiere ganar unas elecciones. Ese es el juego democrático.

Siempre he trazado una línea entre los políticos que son buenos candidatos y los que son buenos gestores. Nos podemos encontrar a tipos grises, con poco gancho electoral, que sin embargo serían gestores honrados y eficaces a la hora de conducir una administración. Lamentablemente, nunca llegaríamos a descubrirlo, porque no ganarían en un proceso electoral. Este tipo de políticos, cojos de carisma, sólo llegan al poder de la mano de aquellos cabezas de lista que sí tienen el tirón necesario para batirse en la arena electoral.

Creo que éste es uno de los grandes handicaps de la democracia, que se elige a los presidentes, a los alcaldes, en función de una serie de valores, de aptitudes, que sólo les servirán para encumbrarse hasta el poder, pero que a nadie aseguran una buena gestión posterior, que es de lo que se trata al fin y al cabo. Este fenómeno, en su extremo más negativo, da lugar al populismo (nuestros ayuntamientos están llenos de claros ejemplos: alcaldes que amparados en su carisma y en la habilidad para la supervivencia política se perpetúan legislatura tras legislatura, a pesar de una gestión mediocre o directamente pésima).

En el otro extremo, podemos encontrar políticos que son hábiles comunicadores, que dominan la contienda electoral, y que una vez llegan al poder demuestran ser también impecables gestores. Animales políticos capaces de tocar todos los palos: duros escaladores en la montaña y finos velocistas en la contrarreloj. Por supuesto, son unos pocos elegidos. ¿Es Obama uno de ellos? Aún no podemos saberlo.

El primer presidente negro de los Estados Unidos ha hecho historia con su camino hasta la Casa Blanca, desvelándose como un comunicador arrollador, una persona de carisma inusitado y una ambición a la altura (recordemos que sin este gen, ningún político llega a las más altas instancia. Aquí no hay ningún Frodo al que se le entregue el anillo de poder, precisamente, porque es el único que no lo desea). Todo ello le ha permitido alcanzar su meta a pesar de defender un programa electoral excesivamente progresista para el paladar norteamericano; habrá que ver ahora su capacidad para ponerlo en práctica.

Que conste que no desconfío de las intenciones de Obama. Creo que muchas de sus políticas no son populares para parte de sus votantes, así que si fue capaz de defenderlas durante la campaña abiertamente es porque debe tener una visión en la que cree. Sin embargo, el presidente USA no es omnipotente, como se está viendo, y algunas de sus propuestas claves, como su plan para una sanidad "pública" (así, entre comillas) o el cierre de Guantánamo, están enfrentándose a enormes obstáculos puestos, en muchas ocasiones, desde el propio Partido Demócrata. Por tanto no es que desconfíe tanto de las buenas intenciones de Obama como de su capacidad para llevarlas a cabo.

La caída de la popularidad de Obama responde, ahora mismo, a la desilusión de parte de su electorado, que no supo distinguir el resplandor dorado de una campaña electoral del lodazal del día a día de la gestión política. Habrá que esperar a que termine su mandato para cotejar lo que prometió con lo que ha conseguido; sólo entonces veremos si Obama ha sabido ser (aunque sea mínimamente) tan buen gestor como candidato. Lo tiene ciertamente difícil, porque como presidenciable desarrolló una campaña para los anales de la política, que será difícilmente igualable por la realidad.

martes, 13 de octubre de 2009

Esta sociedad está muy mal montada

He aquí una breve queja (es un decir) sobre un problema que no tiene nada de breve: esta sociedad está muy mal montada.

Vayamos por partes: supuestamente tenemos que ser elementos productivos y útiles de esta sociedad, por lo que se nos alienta a perseguir nuestros horizontes profesionales allá donde nos lleven. Si te vas lejos de casa, ¡incluso mola más! Ahora bien, a los 30 va siendo hora de montar una familia, un proyecto personal al que también se nos alienta desde lo institucional (cheque bebé y otras ventajas mediante), porque uno de los principales problemas de la sociedad occidental es que la población envejece a marchas forzadas y, claro, sin nuevos cotizantes no se puede pagar a los que se jubilan.

Así que tú coges el petate y te vas a currar donde te dan trabajo de lo tuyo. Pero llegan los 30 y te pagan una mierda, con lo que, al no estar en tu casa, te pules medio sueldo en el alquiler y el otro medio en subsistir y hacer un par de escapadas al año. Primer problema para el proyecto personal de familia y tal ya que, sin dinero ahorrado, no hay entrada para el piso. ¿Vivir de alquiler? Vale, entre 900 y 1.300 euros mes por un piso decente. Ahora decidme que es una opción.

A ello debemos sumarle que tu pareja también está fuera de su casa, ergo sin ahorrar, y también vive en otra ciudad por motivos laborales. Ya sabemos que, salvo nueva orden, la proximidad física también es indispensable para el proyecto de llevar una vida en común. Ricemos el rizo: hay empresas que, directamente, intentan desnaturalizar a sus trabajadores e impedir que desarrollen su vida personal ya que, no se sabe por qué retorcida creencia de los gurús de recursos humanos (gente con el alma negra como Satán) si estás lejos de tu familia, tus amigos y tu pareja, rindes más profesionalmente. ¿Que no os lo creéis? Ya os contaré yo.

Y todo eso si has encontrado curro. Que te puedes ver en la situación de ser >25 años, tener tu carrera, tus cursos, incluso tu master, y tú venga a echar CVs y no te llaman ni para una miserable entrevista. Y, si te llaman y no te contratan, no te dan una razón sobre qué aspectos de tu CV tienes que trabajar. Y, si te contratan, te metes en la espiral antes descrita.

Parte del problema es que el mercado laboral esta masificado de profesionales con titulación universitaria y, según la ley de la oferta y la demanda, a mucha oferta se abarata el producto (sí, nosotros somos el producto). Para colmo, los puestos que requieren esa cualificación son más bien escasos, y el acceso a ellos suele tener unos “peculiares criterios de selección”. Luego dicen que el problema es que la mayoría de los jóvenes españoles quieren ser funcionarios. ¡No te jode! Paga 2.500 euros/mes a un licenciado, como se paga en cualquier país europeo de la era moderna, o 4.000 dólares como en USA, ofrece un plan de desarrollo profesional y ventajas sociales, y ya verás como no todo el mundo quiere ser funcionario. El problema es que, cuando llevas años buscando un trabajo digno sin encontrarlo, preparar oposiciones es para muchos la única manera de sentirse útil. Porque digo yo, señor empresario, indistintamente de que le lleguen 2, 3 ó 130 currículums para el puesto que necesita cubrir, la cualificación y la responsabilidad que requiere dicho trabajo sigue siendo la misma. Lo lógico, por tanto, es que el salario y las condiciones fueran acordes a lo que el puesto exige, no al número de candidatos que opten al mismo. Como he dicho, eso sería lo lógico, a no ser que apliquemos la ley de la oferta y la demanda a los trabajadores.

Por supuestos, podríamos continuar enumerando cosas que no encajan, pero yo he optado por las que me tocan más de cerca. En próximos capítulos explicaré por qué la democracia requiere un pequeño esfuerzo por parte de los ciudadanos para funcionar de verdad. Con dios.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Cultura popular y cultura minoritaria

En la sociedad occidental la mayor parte de la producción cultural está orientada al entretenimiento, al consumo masivo. Apenas quedan mecenas que puedan (o quieran) permitirse pagar a artistas con el fin de enriquecer una colección privada. Hoy día la inmensa mayoría de lo que es (o pretende ser) cultura está destinado al público. Y a pesar de esto, continúa existiendo cierta frontera que separa la cultura popular de una cultura pretendidamente más elitista, más culta, valga la redundancia. Existe en determinados ámbitos un afán de superioridad, de considerar que determinadas obras de consumo más minoritario están por encima de la llamada ‘cultura de masas’. Detesto este discurso pretencioso.

Stephen King, en el prólogo de la primera parte de su saga La Torre Oscura, dice distinguir dos tipos de autores literarios: los que escriben para sí mismos y los que escriben para su público, y dice tener claro en qué grupo se encuentra él. Se entiende perfectamente lo que quiere decir King pero creo que, en sentido estricto, no existe tal distinción. Todos los autores escriben para un público, para su público, si no, no harían el tremendo esfuerzo de publicar su obra. Escribirían un diario personal o algo así. La diferencia está más bien en la habilidad que tenga cada uno para llegar a una audiencia mayoritaria, y en si decide mantener su estilo o no para lograrlo. Pero me niego a asumir que la cultura minoritaria, por el mero hecho de serla, tiene más calidad que aquellas obras que llegan a un público masivo.

Sin embargo, hay gente que nos pretende hacer creer que sí. De un modo u otro, me los he ido encontrado a lo largo de los años: profesores de comunicación audiovisual, críticos de cine que consideran mejor cualquier película de cine iraní que una de Steven Spielberg, pretendidos expertos musicales que se niegan a escuchar nada que pueda aparecer en una radiofórmula, esos magazines gratuitos tan cool (gratuitos porque no los compraría ni el tato, y porque lo pagan las diputaciones, ayuntamientos, etc.), por no mencionar el tan de moda movimiento “gafapastista” ilustrado, que antes sólo leían a Camus y Cortázar y que, por ejemplo, creían que los cómics se acababan en Mortadelo, pero que ahora consideran imprescindible haber leído Maus y Watchmen (por dios, se editó en el 86 ¿y lo descubrís ahora?).

Entendedme, no estoy diciendo que para que una obra sea de calidad deba ser de consumo masivo (a la vista está la cantidad de bodrios que hay que triunfan comercialmente). Simplemente me opongo al discurso contrario, al que descarta cualquier producto cultural que tenga éxito de público. El arte de nuestro tiempo es la serie House, los discos de Coldplay, las novelas de Zafón y Ken Follet, los cómics de Frank Millar y las películas de Tarantino; eso es lo que trascenderá, y deberíamos alegrarnos de que (al contrario de lo que pasaba en otras épocas) hoy día estén al alcance de todos.

domingo, 23 de agosto de 2009

Tratado sobre la mentira (por el Dr. Gregory House)

Vale, primera mentira del artículo ya en el título: evidentemente no lo ha escrito Greg House, sino David. Casi dos mentiras, porque llamarle a esto tratado es mucho presumir. En realidad, el título iba a ser “La mentira, ¿es rentable?”, pero pensé que lo de House vendería más.

Y esto me sirve para introducir el tema del que quiero hablar, ¿resulta rentable mentir? Puede que haya conseguido un par de visitas procedentes de Google, un par de fans de House que creían que iban a leer algo sobre su serie favorita y han acabado en un artículo chorra de mi blog, por lo que han picado en el botón de “Atrás” de su navegador automáticamente. Pero puede que con mi “hábil” primer párrafo haya conseguido engancharlos. De cualquier modo, House tiene algo que ver con lo que quiero comentar.
















El jefe de la unidad de diagnósticos del Princeton-Plainsboro tiene como axioma el hecho de que “todo el mundo miente”, una verdad (quizás no tan absoluta) que podemos constatar en nuestro día a día. Pero quiero dejar los aspectos morales del hecho de mentir, y centrarme en los puramente pragmáticos: ¿conviene mentir? Ya se sabe que “se coge antes a un mentiroso que a un cojo” y que “la mentira tiene las piernas cortas”, pero cuál es vuestra verdadera experiencia. ¿Habéis obtenido beneficios al utilizar la mentira? ¿O a medio-largo plazo ésta se ha vuelto en vuestra contra? Es decir, ¿conseguís rentabilizar las mentiras?

Creo que la experiencia puede ser distinta en cada caso, supongo que dependa sobre lo que mientas y cómo lo hagas. Hay gente que tiene un talento natural y lo utiliza, incluso que se ganan la vida como mentirosos profesionales (les llaman estafadores). Otras personas, sin embargo, son pésimos mentirosos, mienten sobre cosas que no les reporta ningún beneficio objetivo, pero continúan haciéndolo, simplemente no pueden evitarlo. Supongo que esto responde más bien a algún tipo de desorden psicológico.

Respecto a los que mienten de forma voluntaria, podemos identificar distintos tipos de mentira: las mentiras elaboradas, sencillamente sabes que se te viene un marrón encima, o que puedes obtener algo mintiendo, y te lo curras, elaboras una mentira intentando que tenga pocos puntos débiles. Otras veces, la mentira salta a tus labios, parece que otro hable por ti, y mientras estás escupiendo tu sucia mentira piensas: “¿¡Pero qué coño estoy diciendo!?”. Este segundo tipo suele ser bastante peligroso; pongo por ejemplo la anécdota que nos contó XXXXX en la barbacoa de Sonia: conducía su coche de regreso a casa por la noche, alguna copilla encima, le para un control de la policía y, cuando le preguntan si ha bebido algo, le suelta “yo no bebo agente, soy epiléptico y mi medicación me lo impide”. He ahí un claro ejemplo de mentira suicida.

Una tercera tipología es la gente que miente y se cree sus propias mentiras (o eso parece). Lo observo con bastante frecuencia, mienten descaradamente, de manera flagrante y con gente delante que sabe que lo que dicen no es cierto, pero no se cortan un pelo, lo cuentan con total convicción. Yo cuando veo a estos especimenes alucino, mentir a sabiendas con tal seguridad es muy complicado, y la conclusión a la que llego es que, no sé por qué retorcido mecanismo de su cerebro, ellos creen a pies juntillas que lo que dicen es verdad. En muchos casos creerte tus propias mentiras no responde a un mecanismo “unicerebral”, sino a una dinámica de grupo: existe una verdad incómoda para todo el colectivo y alguien crea una mentira cómoda de creer, que justifica nuestros actos o comportamiento y, sencillamente, todos la asumen como cierto. La repiten allá donde van y se enfrentan con el que les haga notar que están intentando reemplazar la verdad con una bonita mentira de diseño. Sorprendente ¿verdad? Es muy habitual en ciertos ámbitos.

En relación con esta última, tenemos un tipo de mentira que se da en las organizaciones y colectivos, no en individuos aislados. Hay organizaciones de personas que funcionan sobre una mentira que, por lo que en Teoría de la Comunicación se llama “espiral de silencio”, nadie se atreve a señalar. Son organizaciones que en muchos casos gestionan poder y dinero y que funcionan en base a unos objetivos fijados en su “discurso fundacional”. Ese discurso se sigue repitiendo, se continúa usando como manera de justificar la actividad del colectivo, pero en realidad carece de sentido, porque el único sentido de dicha organización es sustentar a los que la componen y defender sus intereses, aunque para ello tengan que actuar contra sus objetivos fundacionales (que continuarán defendiendo en su oratoria, por supuesto).

También tenemos las exageraciones, un tipo de mentira sutil y, por lo general, inofensiva, de la que se nos suele acusar a los andaluces. Quizás es que la vida, si no se exagera, resulta muy aburrida.

Me gustaría que me ayudarais a identificar más tipos de mentira, y que me contéis qué tal se os dan (existe una casilla de anónimo en formulario de blogger). En mi caso os diré que intento no mentir en la medida de lo posible, no sé si por motivos éticos o porque le tengo pánico a la humillación de ser descubierto mintiendo (¿nunca os habéis puesto rojos de pequeño cuando os han pillado en evidencia?). Lo cierto es que las evito todo lo posible. Excepto algunas mentirijillas sin maldad, claro.

En lo que sí soy bastante estricto es en no mentirme a mí mismo. Es una de mis máximas vitales. Ocultar o falsear una realidad para no afrontarla, para no sentirnos incómodos, no es una buena manera de vivir. Creo que, como mínimo, debemos ser honestos con nosotros mismos.

lunes, 17 de agosto de 2009

9.58''

Usain Bolt forzó ayer, en un día para la historia del deporte, los límites de lo humano. El Olympiastadion de Berlín fue testigo de cómo el jamaicano establecía un nuevo horizonte para la raza humana al parar el crono en 9.58’’ en los 100 metros lisos. Hasta su irrupción en el atletismo mundial, todos coincidían en que correr 100 metros en menos de 9.60’’ era una quimera, un punto de inflexión que quizás algún día veríamos (o que verían nuestros nietos) en las próximas décadas. No digamos ya la legendaria marca de 9.50’’, un imposible, un ideal que sólo podría alcanzar el atleta perfecto, esculpido en el mismo molde de Mercurio, haciendo la carrera perfecta. Pero Usain Bolt asegura ser capaz de correr los 100 metros en 9.40’’. Una fantasmada claro, pero yo no apostaba ni un céntimo en contra.


El más dopado Ben Johnson marcó en Seúl un récord estratosférico de 9.79’’, que en su momento pareció imbatible. Tyson Gay demostró ayer que podía cumplir su amenaza de alcanzar el récord mundial establecido por Bolt en Pekín (9.69’’) al correr los 100 metros en 9.71’’. Un logro encomiable, la mejor marca registrada por un humano (desde ayer sabemos que Usain Bolt no lo es), que en cualquier otro momento de la historia le hubiera reportado gloria eterna. En cualquier otro momento, pero no en éste, en el que debe correr a la sombra de un gigante de 1,96 metros capaz de coordinar la zancada como un guepardo.

Debe ser duro saberte uno de los mejores velocistas de todos los tiempos y vivir bajo el reinado de Usain Bolt. Ayer veía al jamaicano con su aire despreocupado y bromista de siempre, y veías a Tyson Gay concentrado, ensimismado en su mundo. Para el norteamericano correr es lo más serio del mundo, a lo que ha consagrado su vida, en lo que siempre ha sido el mejor con diferencia, para los atletas de ese talante saberse imbatible es la base de su autoestima. Cómo debe sentirse al ver que, sin mayor esfuerzo, entre sonrisas y bailes, de manera aparentemente despreocupada, jugando en definitiva, Bolt establece récord tras récord. Hoy no me gustaría ser Tyson Gay.

viernes, 14 de agosto de 2009

El hombre con peor/mejor suerte del mundo

Hace una semana El Invitado de Invierno nos recordaba en su blog que el 9 de septiembre fue el (triste) aniversario del lanzamiento de la bomba atómica en Nagasaki. Inmediatamente me acordé de la historia de Tsutomo Yamaguchi, un japonés que sobrevivió a los ataques nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki.

Al parecer, Yamaguchi se encontraba por motivos de trabajo en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, día en que el Enola Gay lanzó la bomba sobre la ciudad. Aunque Yamaguchi resultó herido con quemaduras por todo el cuerpo, pudo viajar a su ciudad de residencia (Nagasaki) tres días después, sólo para revivir la experiencia de un segundo ataque nuclear.

En 2009 el gobierno japonés ha reconocido a Tsutomo Yamaguchi como la única persona de la que se puede documentar que sobrevivió a ambas tragedias. ¿Es eso buena o mala suerte? No sé, decididlo vosotros.

Os dejo una foto de Yosuke Yamahata, fotógrafo que retrató la tragedia de Nagasaki.

martes, 11 de agosto de 2009

¿Merece la pena ir al cine?

Y no me refiero a la calidad de la oferta cinematográfica (ahí entran los gustos de cada uno), sino a lo que tenemos que soportar una vez dentro de la sala y ya te han metido el sablazo de 6 euros en la taquilla. Pongo un ejemplo: el otro día fuimos a un cine del centro, uno de esos viejos cines-teatro que mantienen cierto encanto decadente y que, gracias al público más cool de cada ciudad (gafapastas según la nueva terminología) continúan abierto. Entendedme, no es que mis acompañantes y yo nos consideremos muy cool, es sólo que en estos cines suele ir un público de más edad, más tranquilo, que prefiere ver las pelis en un grave silencio para luego diseccionarlas en una terraza cerveza en mano. Esto tiene como ventaja que, por lo general, puedes ver la película en condiciones medio decentes.

Pues bien, en un cine de estos estábamos con la sana intención de ver tranquilos el estreno de UP, la nueva ‘obra-maestra-de-Pixar’ (que paso de reseñar porque un amigo lo ha hecho muy bien, y para eso inventaron los vínculos en Internet), cuando un grupo de niñatos de entre 13 y 17 años empezaron a ejercer el cafrerío que les es inherente. Los mierdecillas hacían lo normal, lo que suelen hacer en sus casas (correr, golpearse, hablar a voz en grito… gilipolleces varias), sólo que en lugar de hacerlo en sus casas sus padres les habían dicho “tomad 30 euros y marchaos al cine, a darle por culo un ratito a otro”, y ellos, obedientes, pues fueron.

Bueno, os podéis imaginar la situación: los cabroncetes ignoraban alegremente cualquier “shhhh” o llamada de atención. La tocada de huevos era antológica, y sólo cuando les dimos a entender que estaban a pique de provocar un linchamiento público se vinieron un poco abajo.

En fin, todo esto viene a cuento de que estas situaciones son cada vez más habituales en las salas de cine. Y no sólo en las multisalas de centros comerciales, donde suelen acudir energúmenos de todo tipo con diarrea verbal, sino que ya pasa incluso en las salas más alternativas, donde uno espera que, a cambio de tener que soportar butacas más viejas, peores equipos de sonido y ciertas dosis de humedad, por lo menos podrá ver la película tranquilo. Ahora yo me planteo, una entrada de cine media viene a costar 6 eurazos, un pequeño sablazo vamos, ¿no me da eso derecho a ver una película en condiciones óptimas, no me da derecho a lo que he pagado? Supuestamente, quien oferta el servicio debe garantizar que lo ofrece en buenas condiciones. ¿Por qué tenemos que ser los atormentados espectadores que hemos pagado la entrada los que nos peleemos con estos energúmenos carentes del más mínimo civismo? ¿Por qué cada vez que voy al cine sé que voy a tener que encararme con alguien para poder ver la peli en paz? O eso, o hacer un ejercicio de autocontrol digno de Buda, morderme la lengua, y escuchar durante 120 minutos las gilipolleces del/los capullo/s de turno.

¿Tan complicado es que los exhibidores, esos señores que tanto lloran por el maltrato que sufren del Gobierno, pongan un responsable de sala, que se asegure de que la proyección transcurre con normalidad? No, no, un momento. No pido uno por sala, con que hubiera una o dos personas que pasaran por las salas viendo que todo se desarrolla con normalidad a mí ya me bastaba. El nivel de abandono es tal que, en unos multicines, tuve que levantarme seis veces para decir que enfocaran el proyector, porque se desenfocaba solo cada 5 minutos, y si no ibas a avisar nadie se molestaba en enfocarlo. A la séptima, como yo era el único que se levantaba, y la manada de ñus permanecía impasible viendo la pantalla borrosa, opté por tragarme la peli desenfocada y quejarme después. Porque eso es otra, la bovina pasividad de la gente. Aunque eso es digno de un estudio sociológico, más que de una entrada en el blog.

En fin, ¿merece la pena ir al cine? ¿Compensa gastarte (entre tu pareja y tú) 12 euros para ver una película en una sala, en lugar de esperar al DVD que tardará tres meses en salir? Sólo digo una cosa, durante la crisis de las salas de cine (80-primeros 90), los que continuaron yendo a las salas eran los amantes del cine, los mismos que ahora deben sufrir al gilipollas de turno. Tal como están las cosas, lo que cuesta una entradita y la desleal competencia de Internet, no sería de extrañar una nueva crisis de los exhibidores. Si entonces, los que siempre hemos ido al cine, ya hemos perdido el hábito precisamente por la desidia de los exhibidores, ¿qué sucederá? Sí, estoy cabreado.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Buenos y malos

Freud consideraba que la personalidad de cada cual se forma a través del choque entre el Ello (nuestros anhelos más primigenios y elementales, nacidos en el subconsciente, el deseo puro nacido sin ningún tipo de represión) y la realidad. Este conflicto constante entre nuestros deseos elementales y lo que el mundo real nos permite hacer configuran el Yo de cada cual, cuyo objetivo es, ni más ni menos, que satisfacer los deseos del Ello de manera racional y ordenada. En esto juega un papel importante el Superyó o Superego: las normas de conducta social que se nos han inculcado a través de la educación y la socialización, y que interiorizamos con el paso de los años. El Superyó influye de manera directa en el Yo a la hora de asumir qué impulsos y deseos podemos satisfacer.

Este planteamiento, base del Psicoanálisis freudiano, se considera hoy día simplista, y me diréis que está superado hace tiempo, aunque la compartimentación de la mente ha calado hondo y sigue considerándose válida en muchas teorías de la psicología moderna. Y no sólo en la psicología: la idea de que existe un choque constante entre el deseo personal y la represión que la sociedad ejerce sobre los deseos egoístas del individuo, para así poder mantener un sistema de convivencia, continúa estando en la base de muchos movimientos filosóficos, sociológicos y políticos (¿alguien dijo anarquismo?).

Los budistas, por el contrario, consideraban que, para alcanzar el estado ideal del ser humano, el individuo debía liberarse de todo deseo personal y egoísta. Mientras que Freud consideraba el Ello la verdadera esencia de la persona (su deseo puro libre de represiones), los budistas (¿ingenuos ellos?) creían que la esencia de la persona estaba libre de deseo y maldad, señalando éstas como imperfecciones acumuladas a lo largo de nuestra experiencia vital.

Personalmente, no me creo que el ser humano sea bueno por naturaleza y se vaya contaminando a lo largo de su vida. Ni tan siquiera creo que nuestra experiencia vital determine de manera drástica nuestro carácter, nuestra bondad o maldad. No todo es relativo y, efectivamente, hay gente buena o mala, que deja tras su paso cosas positivas o negativas. Además, creo que debemos distinguir entre los egoístas, gente capaz de pisar al otro por el beneficio personal, incluso capaz de destruir la felicidad ajena por lograr un mínimo beneficio personal (esto sería un Ello muy poco controlado, según Freud); personas que directamente disfrutan perjudicando al prójimo, aunque esto no le reporte ningún tipo de beneficio; y los estúpidos que, simplemente, no calculan (ni les importan) las consecuencias de sus actos.

Creo que en todos estos casos hay una elección evidente, por eso detesto el discurso victimista o el exculpatorio, que considera que determinados criminales son víctimas de su entorno pernicioso o su falta de oportunidades. Hay gente que, condicionados por su carácter, tienden al “mal” o al “bien” (simplificando los conceptos), personas que por sus circunstancias tienen más difícil tomar decisiones correctas. Pero, en última instancia, tomos somos responsables de nuestros actos y decisiones.

No sé qué pensaréis vosotros, ¿el bueno y el malo nacen así o es consecuencia de las condiciones en las que se educan? ¿somos víctimas de nuestro entorno o de nuestras propias decisiones? ¿Habéis visto Dexter?

viernes, 17 de abril de 2009

Tarta en el trabajo (¡felicidades Vania!)

Una de las mejores cosas del trabajo son las tartas de Vania ¡lo sabe todo el mundo! Hoy es su cumpleaños, y quiero felicitarla desde aquí no sólo por cumplir años con tanto arte, sino también por ser tan buena compañera: guapa, inteligente, simpática y atenta. Y, encima, estupenda repostera. Normalmente siempre trae tarta cuando alguien cumple años, pero hoy ha sido el colmo, cumplía años ella y también nos ha traído tarta, en lugar de ser nosotros la que la invitábamos. En realidad es mejor así, porque lo que hubiéramos hecho es plantarnos con una tarta del Mercadona. Y no es lo mismo, ¿verdad Sonia?




















¿Da envidia verdad? Lo dicho, felicidades Vania.

sábado, 11 de abril de 2009

Inteligencia vs felicidad

Hoy me pongo metafísico y lanzo esta reflexión encapsulada (y simplificada) en su planteamiento: ¿es la inteligencia enemiga de la felicidad? Vale, quizás el término exacto no sea inteligencia. Quizás sea conocimiento, o experiencia. Lo expongo de nuevo: ¿la ignorancia da la felicidad? ¿No os parece que la gente reflexiva, que intenta actuar con responsabilidad, que se ha llevado palos antes y es consciente de que se puede llevar otros… no os parece que tienen más dificultades para ser felices?

Observo a unos y a otros, y me da la impresión de que aquéllos que son más irreflexivos, que se dejan llevar por los impulsos, menos preocupados por el futuro, menos perceptivos y conscientes de los problemas cotidianos, son más felices. Me voy al extremo para explicarme mejor: ¿habéis visto a los perros? ¿No os parecen más felices que la mayoría de los humanos? Ellos con comer, saltar, correr, dormir y, cuando toca, echar una cana al aire, son seres plenos. Vale que tienen una vida un tanto limitada y pasan por este mundo sin enterarse muy bien de lo que pasa pero, aparentemente, son felices. Y si en esta vida lo mejor a lo que uno puede aspirar es a ser feliz (por lo menos es a lo que yo aspiro), ¿no hubiera sido mejor nacer perro?

Mi novia dice que la clave es la inocencia. Cuanto más inocente se es, más fácil es sentirse feliz. Claro, que la inocencia es como el tiempo: cuanto más tienes más fácil es perderla. Cuanto más vives y más golpes te da la vida, más suspicaz y menos inocente te vuelves, así que parece inevitable que los años jueguen en contra nuestra cuando se trata de ser felices.

También puede ser que la felicidad no exista, que no sea más que una sensación fugaz e idealizada, y que a lo máximo que podamos aspirar es a estar satisfechos con nosotros mismos, a sentirnos en paz con nuestras vidas. Brad Pitt dijo (sí, lo juro) que “la felicidad está sobrevalorada”. Sea lo que sea que entendamos por felicidad no me parece que esté sobrevalorada, y tampoco creo que el paso del tiempo (o el que le demos más vueltas a la vida) nos haga más impermeables a la felicidad. Al menos no necesariamente. Los asiáticos (que nos dan mil vueltas a la hora de llevar la filosofía al terreno práctico) descubrieron hace mucho que la clave estaba en vivir sabiamente, en ser consciente de nuestras circunstancias, asumirlas y vivir con ellas. Sólo así se podía ser feliz. Lo expresaron de muchas maneras, pero una de las que más me gusta es esta cita de Confucio: “Si tus problemas tienen solución, no te preocupes. Si tus problemas no tienen solución, no te preocupes”.

lunes, 6 de abril de 2009

Ya es semana santa en Sevilla

… “¿y yo qué culpa tengo?”. Es lo que pensaba ayer, Domingo de Ramos, mientras un policía me decía que no con el dedito, que no puedo llegar a mi casa.


Os pongo en situación: llego de Cádiz con mi coche, cruzando los dedos por lo que pudiera pasar, circulábamos por las avenidas con las ventanillas subidas, en un silencio tenso, con la radio apagada, casi de puntillas, no fuera a ser que una procesión nos asaltara cuando menos nos lo esperábamos. Creíamos que lo habíamos logrado, habíamos llegado hasta Puerta Osario, nuestra meta a escasos metros, estábamos en la boca de la bestia y ningún nazareno nos había cortado el paso. Las trompetas y el redoble de los tambores se escuchaban en la distancia, arrastrados por el viento, amenazadores, pero hasta ahora ninguna calle cortada, ninguna banda emergiendo de una bocacalle del infierno para cerrarte el paso durante horas.

Y así embocábamos ya la meta, llegando a Puerta Osario como dije antes, con el regusto de la victoria en la boca pero sin atrevernos a cantar el gol (como cuando miras de reojo al juez de línea, no sea que haya pitado fuera de juego), cuando un municipal comienza a deslizar una valla metálica delante mía, una valla roja, oxidada, fea y maligna como el corazón de Satán. Y ahí nos quedamos. La conversación:

- Mira, es que sólo tenemos que llegar al parking de Escuelas Pías, está ahí delante.
- No.
- Pero…
- No.
- Pero es que soy residente, y mira la tarjeta del parking.
- Es por seguridad.
- Ya, pero yo me he mirado el plan especial de tráfico, y dice que a los residentes se les iba a facilitar el acceso a sus viviendas si lo acreditaban.
- No podemos.
- ¿Cuándo puedo pasar?
- A partir de las 9.
- ¡¡Pero sin son las 5!! Tío, que vengo de viaje, que mi garaje está ahí enfrente. Hazme el favor de quitar la vallita.
- No puedo.

Y así un rato, hasta que el señor agente me dice: “pero tú sabes que esto es Sevilla, yo no tengo culpa”. ¿Y yo? ¿qué culpa tengo yo?

jueves, 2 de abril de 2009

Días de Fútbol

A la misma hora que España se enfrentaba a Turquía en el infierno del Ali Sami Yen de Estambul, el verdadero centro del planeta fútbol se trasladaba a una cancha próxima a Los Bermejales, donde un grupo de valientes ponía sangre, sudor y clase sobre el terreno de juego. Lejos de los grandes focos y del impacto mediático, las pocas espectadoras que se concitaron (Gracia, Sonia, Vania y Narci, una vez más el verdadero espectáculo estuvo en las gradas) pudieron disfrutar de un despliegue de virtuosismo y talento, de fútbol furioso y estético.


Los onces titulares, compuestos por seis jugadores, confirmaron las especulaciones de días anteriores, no hubo sorpresas y cada equipo puso sobre el campo su alineación de gala, sin dejarse nada en el banquillo (literalmente). Manuel “el Gato de Onuba” fue el cancerbero del equipo oscuro, Antonio, la centella de Adamuz, se hizo dueño de la medular participando activamente en la recuperación y elaboración del juego, coronando su actuación estelar con un soberbio gol en las postrimerías del partido. Las bandas del equipo oscuro estuvieron cubiertas por dos finos estilistas, Abel y Fernando, y en punta de ataque se movieron, principalmente, Manuel Fete y David, que supieron definir el fútbol generado por sus compañeros con sendos goles cada uno. En frente, el equipo blanco presentaba un “seis” titular preñado de estrellas internacionales, liderado por Domingol (verdadero promotor de todo este asunto), acompañado de Víctor Peluquinho, Manuel from Rota, Luca Toni, Paco Leónidas e Ignacio como cerrojo del equipo.

El resultado es lo de menos cuando doce futbolistas ponen todo lo que tienen sobre el terreno de juego y se vacían para su público, así que obviemos detalles desagradables. Basta con decir que el partido dejó destellos de fútbol de calidad y fantasía, con el equipo vestido de oscuro bien ordenado sobre el terreno de juego, con un portero soberbio, fundamentando su fútbol en contras fulminantes lanzadas por sus organizadores y culminadas por sus delanteros, y con auténticos momentos de tiqui-taca, levantando paredes vertiginosas entre un bosque de piernas. El equipo blanco tiró de clase y calidad individual, con buenas diagonales lanzadas desde la banda, teniendo sus principales posibilidades a balón parado y en acometidas individuales que, cuando no se estrellaban en la defensa, morían en las manos del “Gato de Onuba”, que truncó con espectaculares intervenciones más de un mano a mano. Por el contrario, el equipo blanco, a pesar de la clase desplegada, pagó caras las constantes rotaciones en el puesto de portero.

En definitiva, una tarde de gran fútbol que dejó a todos buen sabor de boca. Esperamos ansiosos el partido de vuelta.

(Gracias a Vania por el documento gráfico).