miércoles, 30 de diciembre de 2009

Avatar y la decadencia de la Ciencia Ficción

Como llego tarde para reseñar Avatar (otros ya se me han adelantado), aprovecho la crítica de lo último de James Cameron para hacer una breve reflexión sobre la situación en que se encuentra la ciencia ficción, uno de mis géneros literarios-cinematográficos preferidos. Y es que desde hace años vengo quejándome del progresivo declive de este género en el cine, ¿la razón? Pues yo se lo achaco a la llegada de los efectos especiales digitales. Lo que podría haber sido una poderosa herramienta para revolucionar el género se ha convertido en un auténtico lastre; pocos son los directores que saben utilizar la tecnología digital con mesura, utilizando los FXs en la dosis justa y en los momentos donde aportan algo a la narración. Desde que Spielberg abrió la veda con Parque Jurásico (1993), más y más directores han dejado el grueso de sus producciones en manos de los laboratorios de efectos especiales, embelesados por la belleza de esos planos generados con ceros y unos, e ignorando el verdadero corazón de toda buena película (sea cual sea su género): el guión.


Hace más de 15 años que esta tecnología irrumpió en la industria, y desde entonces han sido pocas las películas del género que han sabido utilizar las CGIs (computer generated imagery) con inteligencia. A priori se me ocurren muy pocas: Minority Report, Matrix, últimamente la revisión de Star Trek… La mayoría de las grandes producciones han quedado aplastadas por un claro predominio del componente tecnológico sobre el cinematográfico, y Avatar me parece el último y máximo exponente de este virus.

Tras visionar el megalómano proyecto de Cameron, la película más cara y con una producción más larga de la historia, no puedo decir que me viera decepcionado, por el mero hecho de que me veía venir algo así. Cameron, como tantos otros directores del género (y sí, me refiero a George Lucas) cae víctima de su tecnofilia y vuelca todos sus esfuerzos en ofrecernos un espectáculo visual sin parangón, pero se olvida de contarnos una historia que merezca la pena. Avatar es un aparatoso juguete que difícilmente pasará desapercibido en la tienda, pero que una vez te lo llevas a casa te aburres a los pocos minutos de jugar con él. En seguida te das cuenta de que está vacío, sin corazón: un argumento que concatena cliché tras cliché, personajes planos que se comportan justo como esperamos de ellos, mínimo riesgo en su discurso, en su mensaje, ningún esfuerzo por hacer pensar al espectador, carente de contenido, todo confiado a que la espectacularidad del continente nos deslumbre y no nos permita ver que, tras toda la parafernalia, no hay nada.

Para mí sigue siendo un misterio cómo en estas megaproducciones no se cuida lo más barato de las mismas: la historia, el relato, el guión. Creo que la SciFi (como la llaman los anglosajones) agoniza, y la razón es que la nueva tecnología digital permite al director mostrarlo todo, no hay límites, no hay cortapisas técnicas ni de presupuesto, por lo que todo se fía al espectáculo. Ya no existe la necesidad de soslayar, de dar a entender, de crear tensión psicológica con lo que está fuera de campo… todo eso desaparece de un plumazo, y lo que antes era erotismo narrativo se convierte en pornografía visual. No más Alien el Octavo Pasajero, con ese polizón alienígena que apenas se vislumbra durante segundos en el metraje de la película, no más Blade Runner, con planos oscuros y lluviosos y una historia de cine negro para esconder la falta de presupuesto, no más Star Wars, con su maravillosa mitología y trasfondo argumental, con sus efectos especiales de serie B sublimados por el ingenio y la pasión de un director sin recursos… Ahora en la ciencia ficción todo será Independence Day, Terminator 4 y Avatar.

Battlestar Galactica 2003: Una nueva esperanza

Tampoco quiero ser apocalíptico, antes he mencionado Matrix y Minority Report, y supongo que habrá más directores amantes del género que sabrán subvertir esta situación. De cualquier modo, la decadencia de los guiones de Hollywood es una realidad desde hace años, y en todos los géneros, no sólo en la ciencia ficción. ¿Dónde refugiarnos? Donde venimos haciéndolo en los últimos años: en la TV. Y es que la mejor historia de ciencia ficción de la última década es una serie y se llama Battlestar Galactica, remake de la emitida en nuestros televisores durante los 80.


Con nada que ver con la serie original, salvo el planteamiento inicial y el nombre de los enemigos, Galactica 2003 (o “Galáctica Reimaginada”, como la llaman por Internet) es un canto de amor y una celebración del género: una historia elaborada, cuidada al detalle, sólida en su planteamiento, absolutamente atópica en su desarrollo, con unos personajes carismáticos y contradictorios, que escapan a cualquier encasillamiento y que habitan en un mundo de incertidumbres y decisiones difíciles, donde nada está claro, donde lo correcto e incorrecto se funden en una compleja escala de grises, donde la convivencia entre la religión, la política y el poder militar en un estado de excepción es abordada con una complejidad que pasma. Todo eso nos ofrece Galactica. Acompañar a la flota colonial en su viaje al exilio, trasladando a los últimos 4.000 supervivientes de la raza humana con la única protección de la ‘estrella de combate’ Galactica, bajo el mando del almirante Bill Adama y de la presidenta Laura Roslin. Ese viaje sí que es toda una experiencia donde los efectos especiales son lo de menos.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Internet, la Cultura y el Gobierno

En estos mismos momentos se reúnen en Madrid la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y un grupo de lo que ha dado en llamar "destacados internautas", que en la práctica son blogueros, algunos periodistas de medios digitales y directores-fundadores de páginas web de cierta relevancia. El origen de la variopinta reunión se encuentra en la polémica Comisión de Propiedad Intelectual que el Gobierno proyecta crear (como parte de la Ley de Economía Sostenible) y que ha despertado las iras de buena parte de la Comunidad internauta, hasta el punto de que esta semana se ha hecho público un muy crítico manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales en Internet", que ha corrido como la pólvora por blogs y foros.

El centro de la polémica es que la Comisión de Propiedad Intelectual tendrá potestad, entre otras cosas, para bloquear aquellas páginas web que faciliten la descarga (vía enlace o alojamiento en su propio servidor) de contenidos culturales como cine, series, música, videojuegos o cómics en formato .cbr, y todo ello sin que medie orden judicial alguna. Una especie de "policía cultural" en la red pero sin la protección del habeas corpus. Ejecutamos y luego ya se verá.

No sé qué os parecerá a vosotros, pero a mí esto me parece una aberración. Comprendo el cabreo de los creadores culturales, que ven cómo su trabajo se difunde y disfruta sin que ellos reciban nada a cambio; pero el cierre de páginas webs por el mero hecho de que enlacen contenidos, sin pararse a analizar si hay un fin lucrativo detrás, me parece directamente coartar la libertad de expresión. Si la Comisión actúa a rajatabla, en unos meses nos quedamos sin blogosfera, sin foros, sin redes sociales... e Internet se limitaría a páginas corporativas.

La industria cultural observa cómo jamás en la historia había existido semejante intercambio de productos culturales, y piensa que, debidamente regulado, obtendría beneficio del 100% de este flujo. Ese plantemaiento es falso, por el mero hecho de que si los usuarios debieran pagar por ese intercambio de información las descargas se verían reducidas drásticamente. De igual modo que es un error pensar que el que descarga contenidos gratuitamente de Internet, o ve las cosas en straming, es un consumidor que jamás pagará por un producto cultural.

En mi caso compro muchas series, películas, cómics, libros, videojuegos, voy al cine casi semanalmente... y, lo que no puedo permitirme, me lo descargo de Internet. Contenidos que, si fueran de pago, directamente prescindiría de ellos. Del mismo modo, estoy seguro de que los consumidores medios compran la misma cantidad de CDs y DVDs y van al cine tantas veces como irían si no tuvieran acceso a los contenidos en Internet.

Ojo, no digo que la reclamación de la industria cultural no tenga fundamento, todo creador tiene derecho a ser retribuido por su trabajo. Sólo creo que hay un error de enfoque en el planteamiento, que no me creo que estén perdiendo cantidades ingentes de dinero por culpa de Internet, más bien les duele perder la oportunidad de negocio que creen tener entre manos.

De cualquier modo, resulta curioso ver la evolución de este conflicto: hasta ahora sólo había existido el lobby de la industria, por el hecho de que "los internautas" en general son un colectivo difuso sin organización. Pero gracias a herramientas como Twitter se está consiguiendo aglutinar a cientos de miles de usuarios, al mismo tiempo que surgen voces relevante que pretenden representar al colectivo. Veamos en qué acaba esto.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Un año de Obama

En periodismo se dice que las efemérides y aniversarios no son noticia, pero es cierto que tienen su utilidad como estaciones en las que pararse, mirar atrás y hacer balance. Así que informativamente quizás no tengan validez, pero analíticamente sí, y el análisis también es periodismo, aunque a algunos se les olvide devorados por la urgencia del día a día.

De cualquier modo, esto no va de hacer periodismo ni de análisis político porque, para ser justos, ¿qué ha podido hacer Barack Obama en un año desde su elección (nueve meses desde que tomó el poder)? Algunos dirán que mucho, yo creo que prácticamente nada.


Cualquier puesto de trabajo mínimamente cualificado requiere un periodo de adaptación, una larga etapa de aprendizaje hasta que dominas a fondo los entresijos del día a día, y aun así habrá situaciones excepcionales que no sabrás como afrontar hasta que te las encuentres de bruces. Imaginaos lo que debe ser presidir un gobierno como el de los USA, sin que nadie te diga dónde se guarda el lapicero, o donde no existe cotidianeidad a la que acostumbrarte.

En realidad, Obama es víctima de las expectativas, el jurado más cruel que existe, máxime cuando son expectativas desbordadas. ¿Pero es culpa suya o de un electorado que lo ha elevado a cotas mesiánicas? Algunos diréis que él y su equipo han alimentado esa imagen. Claro que esa es la obligación de cualquier político que quiere ganar unas elecciones. Ese es el juego democrático.

Siempre he trazado una línea entre los políticos que son buenos candidatos y los que son buenos gestores. Nos podemos encontrar a tipos grises, con poco gancho electoral, que sin embargo serían gestores honrados y eficaces a la hora de conducir una administración. Lamentablemente, nunca llegaríamos a descubrirlo, porque no ganarían en un proceso electoral. Este tipo de políticos, cojos de carisma, sólo llegan al poder de la mano de aquellos cabezas de lista que sí tienen el tirón necesario para batirse en la arena electoral.

Creo que éste es uno de los grandes handicaps de la democracia, que se elige a los presidentes, a los alcaldes, en función de una serie de valores, de aptitudes, que sólo les servirán para encumbrarse hasta el poder, pero que a nadie aseguran una buena gestión posterior, que es de lo que se trata al fin y al cabo. Este fenómeno, en su extremo más negativo, da lugar al populismo (nuestros ayuntamientos están llenos de claros ejemplos: alcaldes que amparados en su carisma y en la habilidad para la supervivencia política se perpetúan legislatura tras legislatura, a pesar de una gestión mediocre o directamente pésima).

En el otro extremo, podemos encontrar políticos que son hábiles comunicadores, que dominan la contienda electoral, y que una vez llegan al poder demuestran ser también impecables gestores. Animales políticos capaces de tocar todos los palos: duros escaladores en la montaña y finos velocistas en la contrarreloj. Por supuesto, son unos pocos elegidos. ¿Es Obama uno de ellos? Aún no podemos saberlo.

El primer presidente negro de los Estados Unidos ha hecho historia con su camino hasta la Casa Blanca, desvelándose como un comunicador arrollador, una persona de carisma inusitado y una ambición a la altura (recordemos que sin este gen, ningún político llega a las más altas instancia. Aquí no hay ningún Frodo al que se le entregue el anillo de poder, precisamente, porque es el único que no lo desea). Todo ello le ha permitido alcanzar su meta a pesar de defender un programa electoral excesivamente progresista para el paladar norteamericano; habrá que ver ahora su capacidad para ponerlo en práctica.

Que conste que no desconfío de las intenciones de Obama. Creo que muchas de sus políticas no son populares para parte de sus votantes, así que si fue capaz de defenderlas durante la campaña abiertamente es porque debe tener una visión en la que cree. Sin embargo, el presidente USA no es omnipotente, como se está viendo, y algunas de sus propuestas claves, como su plan para una sanidad "pública" (así, entre comillas) o el cierre de Guantánamo, están enfrentándose a enormes obstáculos puestos, en muchas ocasiones, desde el propio Partido Demócrata. Por tanto no es que desconfíe tanto de las buenas intenciones de Obama como de su capacidad para llevarlas a cabo.

La caída de la popularidad de Obama responde, ahora mismo, a la desilusión de parte de su electorado, que no supo distinguir el resplandor dorado de una campaña electoral del lodazal del día a día de la gestión política. Habrá que esperar a que termine su mandato para cotejar lo que prometió con lo que ha conseguido; sólo entonces veremos si Obama ha sabido ser (aunque sea mínimamente) tan buen gestor como candidato. Lo tiene ciertamente difícil, porque como presidenciable desarrolló una campaña para los anales de la política, que será difícilmente igualable por la realidad.

sábado, 31 de octubre de 2009

Después de 20 años, se estrena en España "Mi Vecino Totoro"

Abro la Fotogramas y me encuentro con algo insólito: en la sección “La opinión de nuestros críticos”, donde se elabora un ranking con las puntuaciones de todos los críticos de la revista, me encuentro que la lista la encabeza una peli que, por primera vez desde que leo la publicación, recibe 5 estrellas de todos los periodistas. ¿A qué se debe este milagro? Al reestreno en España de Mi Vecino Totoro. Y no puedo evitar esbozar una sonrisilla, porque vi esta película por primera vez con 15 años y quedé irremediablemente prendado de ella; hasta el punto de que, a lo largo de los años, se la he hecho ver a todo el que se ha dejado. Algunos han compartido mi entusiasmo, otros me miraban y decían ¿de verdad es para tanto? “¡Por supuesto que sí! ¡Es para más!”, gritaba yo, sin resultar muy convincente. Y ahora descubro que los críticos de este país ya sabían que Mi Vecino Totoro era una obra maestra, pero se habían olvidado de comentarlo hasta su reestreno. O quizás no habían puesto sus ojos en el trabajo de Hayao Miyazaki hasta que recibió un Oscar por El Viaje de Chihiro (2001).



Que la popularidad de Miyazaki se ha disparado a raíz del Oscar es un hecho. Lamentablemente, la consecuencia negativa de esto es que su obra más conocida para el gran público es, precisamente, la oscarizada El Viaje de Chihiro, una buena película que, no obstante, está lejos de las obras maestras de Miyazaki San. Y entre ellas, destaca la santísima trinidad de los estudios Ghibli: Nausicaa del Valle del Viento, Porco Rosso y Mi Vecino Totoro. Tres obras maestras atemporales, tres monumentos al cine, tres películas que son casi imposibles de ver en España.

Habría que decir que Mi Vecino Totoro es el buque insignia y logotipo del legendario estudio Ghibli, la productora de Hayao Miyazaki. Una película con la que se jugaron, en 1988, la quiebra o la subsistencia del estudio. Afortunadamente para todos, la cosa salió bien, y Mi Vecino Totoro se ha convertido en un megaclásico desconocido para el gran público, pero con una enorme influencia entre muchos realizadores. Elegida como “la mejor película de animación de todos los tiempos” por Time Out, Totoro es la película fetiche de John Lassater, fundador de Pixar, que tiene a Miyazaki como su absoluto referente. Como curiosidad, el corto Mei y el Gatobús (protagonizado por dos de los personajes de Mi Vecino Totoro), que fue escrito y dirigido en 2003 por Hayao Miyazaki para proyectarse en el parque temático de estudios Ghibli en Tokio, sólo se ha proyectado una vez fuera del recinto: en los estudios de Pixar en California, por petición de Lassater y con permiso expreso de Miyazaki.

Así que los aficionados al buen cine estamos de suerte. Un año después de que se celebrara en Japón el 20 aniversario de Tonari no Totoro (la traducción más exacta sería “Los Vecinos de Totoro”) llega a Europa esta edición restaurada. En realidad no es un reestreno, porque Totoro nunca se llegó a estrenar en cines occidentales, y hasta la fecha la única oportunidad de verla por estos lares era su vieja edición en VHS, al igual que sucede con tantas películas de Miyazaki (otras, como Nausicaa, jamás se han publicado en España en formato alguno). Así que os recomiendo que aprovechéis y vayáis a verla al cine (si se ha estrenado en vuestra ciudad), porque cabe la posibilidad de que debamos esperar otros 20 años para volver a verla.

Mi Vecino Totoro cuenta la historia de dos hermanas, Mei y Satsuki, y su padre que se trasladan a vivir a una casa de campo. Las pequeñas, procedentes de un ambiente urbano, descubren con entusiasmo el estilo de vida del entorno rural de los años 50, y a un vecino bastante desconcertante: Totoro, un espíritu del bosque. Si me preguntáis de qué va Mi Vecino Totoro, va de esto. En la película no hay mucho más, no hay grandes aventuras ni peligros que salvar. Es, ni más ni menos, que un maravilloso retrato de un estilo de vida y un ambiente ya desaparecidos en casi todos los lugares del mundo, de la maravilla del proceso de aprendizaje, de la capacidad de fascinación de la infancia. Y es, también, una de las mejores construcciones de personajes que he visto.

Habitualmente, sabemos que para obtener grandes personajes debemos construir personalidades coherentes, con rasgos fuertes que les hagan sobresalir de lo ordinario, y enfrentarlos a situaciones críticas en las que puedan poner en juego esa personalidad. Las historias de gente normal a la que le pasan cosas comunes no suelen interesar. Sin embargo, Miyazaki escribe sus propias reglas, juega a otro juego: Nos presenta unos personajes creados con detalle y mimo, definidos de forma maravillosa a través de rasgos cotidianos y de la manera en que interactúan entre ellos. La responsabilidad y cariño con que Satsuki cuida de su hermana menor, Mei. La obstinada personalidad de la pequeña, que sin embargo intenta imitar a su hermana mayor en todo. La devoción de su padre por las dos pequeñas, ante las que intenta mostrarse alegre pese a la preocupación que le supone la enfermedad de su esposa. Los lugareños que acogen con calidez a los nuevos vecinos, a la vez que observan divertidos los hábitos y el alboroto de las dos hermanas. Y Totoro y su extraño mundo. Con todo ello Miyazaki crea un fresco maravilloso, sosegado, tranquilo como el bucólico ambiente que recrea, y dibuja poco a poco a unos personajes absolutamente creíbles, con los que empatizamos a través de la risa. De verdad, no os la perdáis.

miércoles, 21 de octubre de 2009

El fútbol, los periodistas y "Mamadona"

Los periodistas deportivos y la gente de fútbol (futbolistas, entrenadores, directivos…) tienen una peculiar relación. Se necesitan, pero no se gustan. La prensa, en casi todas las actividades de carácter público, es vista como un mal necesario por el que está al otro lado del micrófono. Políticos, deportistas o gente de la cultura y el espectáculo necesitan de los medios, ya que de estos dependen su notoriedad, su capacidad de llegar al electorado o, directamente, su salario, como es el caso de los futbolistas. Pero preferirían periodistas dóciles, acríticos, que se dedicaran exclusivamente a cantar sus alabanzas y, en definitiva, no les molestaran.
Que a uno le critiquen siempre duele, y si es en público más. Si encima se hace de una forma tan insistente como acostumbra la prensa deportiva, que debe rellenar diariamente miles de páginas y minutos de información con lo que sea, es normal que se produzcan roces constantes entre ambos “bandos”, máxime si los objetos de la información no son capaces de aprender a convivir con la presión mediática. Pero qué quieres que te diga, es la otra cara de la moneda con la que tan generosamente te pagan, si no eres capaz de soportarlo, pues ya sabes.

Todo esto viene a cuento de las “declaraciones” de Maradona, otrora genio del fútbol, ahora seleccionador nacional de Argentina. Tras clasificar para el Mundial por los pelos a una de las selecciones con más potencial del planeta fútbol, se explaya públicamente contra los medios de comunicación argentinos, primero en el terreno de juego, coreando con todos sus jugadores eso de “putas periodistas”. Después en rueda de prensa, sentenciando con el ya famoso “a los periodistas les digo que la chupen y sigan mamando”. Y lo dice crecido y orgulloso, sacando pecho como el que acaba de lograr una gesta, cuando lo lógico sería santiguarse y dar gracias por haberse librado del lío que él mismo ha provocado.

A mí Maradona siempre me ha parecido un poco impresentable, una persona a la que se glorificó por lo que era capaz de hacer con el balón pero que, una vez retirado, perdió toda capacidad de asombrar, al menos para bien. El genial 10 argentino ha devenido en una persona enferma, en constante proceso de rehabilitación, como todos los adictos, al que cruelmente se le expone a una presión que no puede soportar ni por su forma de ser ni por sus circunstancias. En definitiva, toda esta admiración que despierta Maradona en Argentina, todo este “nos ponemos en tus manos”, me parece que esconde más bien grandes dosis de manipulación. Poniendo al frente del fútbol argentino a Maradona, un vórtice mediático capaz de absorber toda la atención de la prensa, los que se encuentran entre bambalinas, en especial Julio Grondona, presidente de la AFA y vice de la FIFA, tienen un parapeto perfecto entre ellos y los molestos medios de comunicación. Aunque, desde el punto de vista futbolístico, se preveía que la apuesta no iba a salir precisamente bien.

¿Sólo a mí me provocó vergüenza ajena ese abrazo desencajado entre Maradona y Bilardo? Dos tipos que no se tragan y que, extasiados por el momento, lloraban acurrucados por clasificar a Argentina para el Mundial (ya digo, el mínimo exigible). No sé qué nos espera si ganan el próximo año.

martes, 13 de octubre de 2009

Esta sociedad está muy mal montada

He aquí una breve queja (es un decir) sobre un problema que no tiene nada de breve: esta sociedad está muy mal montada.

Vayamos por partes: supuestamente tenemos que ser elementos productivos y útiles de esta sociedad, por lo que se nos alienta a perseguir nuestros horizontes profesionales allá donde nos lleven. Si te vas lejos de casa, ¡incluso mola más! Ahora bien, a los 30 va siendo hora de montar una familia, un proyecto personal al que también se nos alienta desde lo institucional (cheque bebé y otras ventajas mediante), porque uno de los principales problemas de la sociedad occidental es que la población envejece a marchas forzadas y, claro, sin nuevos cotizantes no se puede pagar a los que se jubilan.

Así que tú coges el petate y te vas a currar donde te dan trabajo de lo tuyo. Pero llegan los 30 y te pagan una mierda, con lo que, al no estar en tu casa, te pules medio sueldo en el alquiler y el otro medio en subsistir y hacer un par de escapadas al año. Primer problema para el proyecto personal de familia y tal ya que, sin dinero ahorrado, no hay entrada para el piso. ¿Vivir de alquiler? Vale, entre 900 y 1.300 euros mes por un piso decente. Ahora decidme que es una opción.

A ello debemos sumarle que tu pareja también está fuera de su casa, ergo sin ahorrar, y también vive en otra ciudad por motivos laborales. Ya sabemos que, salvo nueva orden, la proximidad física también es indispensable para el proyecto de llevar una vida en común. Ricemos el rizo: hay empresas que, directamente, intentan desnaturalizar a sus trabajadores e impedir que desarrollen su vida personal ya que, no se sabe por qué retorcida creencia de los gurús de recursos humanos (gente con el alma negra como Satán) si estás lejos de tu familia, tus amigos y tu pareja, rindes más profesionalmente. ¿Que no os lo creéis? Ya os contaré yo.

Y todo eso si has encontrado curro. Que te puedes ver en la situación de ser >25 años, tener tu carrera, tus cursos, incluso tu master, y tú venga a echar CVs y no te llaman ni para una miserable entrevista. Y, si te llaman y no te contratan, no te dan una razón sobre qué aspectos de tu CV tienes que trabajar. Y, si te contratan, te metes en la espiral antes descrita.

Parte del problema es que el mercado laboral esta masificado de profesionales con titulación universitaria y, según la ley de la oferta y la demanda, a mucha oferta se abarata el producto (sí, nosotros somos el producto). Para colmo, los puestos que requieren esa cualificación son más bien escasos, y el acceso a ellos suele tener unos “peculiares criterios de selección”. Luego dicen que el problema es que la mayoría de los jóvenes españoles quieren ser funcionarios. ¡No te jode! Paga 2.500 euros/mes a un licenciado, como se paga en cualquier país europeo de la era moderna, o 4.000 dólares como en USA, ofrece un plan de desarrollo profesional y ventajas sociales, y ya verás como no todo el mundo quiere ser funcionario. El problema es que, cuando llevas años buscando un trabajo digno sin encontrarlo, preparar oposiciones es para muchos la única manera de sentirse útil. Porque digo yo, señor empresario, indistintamente de que le lleguen 2, 3 ó 130 currículums para el puesto que necesita cubrir, la cualificación y la responsabilidad que requiere dicho trabajo sigue siendo la misma. Lo lógico, por tanto, es que el salario y las condiciones fueran acordes a lo que el puesto exige, no al número de candidatos que opten al mismo. Como he dicho, eso sería lo lógico, a no ser que apliquemos la ley de la oferta y la demanda a los trabajadores.

Por supuestos, podríamos continuar enumerando cosas que no encajan, pero yo he optado por las que me tocan más de cerca. En próximos capítulos explicaré por qué la democracia requiere un pequeño esfuerzo por parte de los ciudadanos para funcionar de verdad. Con dios.

domingo, 4 de octubre de 2009

Gloriosos bastardos

Quentin Tarantino es uno de esos autores en los que puedes confiar. Hace tiempo le leí en una entrevista que quería que, dentro de 30 años, cuando un chaval encontrara sus pelis en alguna estantería y las viera pensara “qué pasada, cada película es mejor a la siguiente, este tío nunca te decepciona”, de modo que cuando sienta que no puede hacer un film mejor al anterior dejará de hacer cine. No creo que Inglourious Basterds sea mejor que Kill Bill, y desde luego no es mejor que Pulp Fiction, pero en cada minuto de metraje se percibe el hecho de que Q.T. está convencido de estar rodando su “jodida” obra maestra. Está tan convencido que él mismo nos lo dice en el último plano de la película: “creo que ésta puede ser mi obra maestra”.

























Obra maestra o no, Inglourious Basterds es un peliculón: intensa, inteligente y divertida pese a sus dos horas y media de metraje. Y muestra la enorme capacidad de Tarantino para evolucionar, haciendo una película inconfundiblemente suya, pero más redonda, más madura como director, con todo ese talento suyo más controlado. En esta ocasión Q.T. piensa más en el espectador y menos en lo que a él le gusta; es más consciente de su público y trabaja buscando controlar las emociones que puede provocar en el mismo, dejando de lado cosas que probablemente le gustaría utilizar en el metraje pero que no contribuirían al desarrollo del film. Algo que, decididamente, no sucede en Kill Bill, por ejemplo, donde hay escenas rodadas por pura autosatisfacción del director, porque a él le gustan y sabe que quedarán geniales aunque no sean imprescindibles. Y si no le gustan al espectador que se joda.

Inglourious Basterds se desarrolla en la Francia ocupada por los nazis, donde un grupo de soldados norteamericanos judíos (los 'Inglourious Basterds' del título), liderados por el teniente Aldo Raine (Brad Pitt), tienen como única misión masacrar nazis de la manera más atroz posible, con el objetivo de minar la moral de las hordas del III Reich. En esas se encuentran cuando se les presenta la inesperada oportunidad de perpetrar un atentado contra el mismísimo Führer, que se desplazará a París para el estreno del último film de ensalzamiento del nazismo de su ministro de propaganda, Joseph Goebbels.

Ni que decir tiene que la fidelidad histórica de la película es mínima, siendo una auténtica gamberrada que usa el trasfondo a su antojo para rodar un verdadero What if? Pese a ello la ambientación es estupenda, no carente de verosimilitud, a lo que contribuye especialmente uno de los pilares del film: el uso de los idiomas. Cada personaje de la historia está interpretado por un actor de la misma nacionalidad, que habla en su idioma natal; de modo que los alemanes hablan alemán, los franceses francés, los ingleses inglés con acento británico, y los americanos lo mismo, estando la mayor parte de la película subtitulada. Una deliciosa torre de babel idiomática en la que se desenvuelve con absoluta soltura el coronel de la SS Hans Landa, "el Cazajudíos", interpretado por el alemán Christoph Waltz. Landa es el único personaje del film capaz de dominar idiomas que no son el suyo y, como él mismo reconoce en la primera escena, de pensar de manera distinta a los suyos, de ahí la clave de su éxito. En una película coral, como la mayoría de las de Tarantino, el coronel Hans Landa brilla con luz propia, siendo un absoluto hallazgo de guión. Uno de esos personajes que se te graban en la retina, con un Christoph Waltz que roba la cámara a todo el que se le ponga al lado, incluyendo a Brad Pitt, cuyo protagonismo se limita al aspecto promocional del film.



Quizás Inglourious Basterds no sea lo que los fans de Tarantino esperaban. Quizás se hayan minimizado las escenas de acción y violencia estética marca de la casa, a cambio de alargar (en exceso) esos diálogos ingeniosos que tan bien se le dan al autor (habilidad que lleva al terreno de lo magistral en Pulp Fiction). Todos los quizás que queráis, pero yo me lo he pasado bomba viéndola.

domingo, 27 de septiembre de 2009

El 9º arte y sus detractores

La ignorancia da alas. Pocos dichos del refranero popular son más ciertos, y cada día salta a la palestra algún iluminado dispuesto a demostrar lo infalible de este axioma. En este caso ha sido Vicente Molina Foix, el Antonio Burgos progre, el que, cual Ícaro imprudente, se ha tocado con las alas de la Ignorancia (así, en mayúsculas) para volar contra el sol impulsado por el poderoso motor de la estupidez humana. Como en el caso de Ícaro, la hostia ha sido mayúscula.

Me refiero al artículo publicado por el susodicho en la revista Tiempo, en el que este “articulista-escritor-dramaturgo-director” arremete alegremente contra el mundo del cómic y el cine de animación, sentando cátedra con frases lapidarias del tipo “el cómic en sus distintas encarnaciones no deja de ser un entretenimiento muy menor” o “que tantos críticos serios digan que una chorrada de plastilina como UP es una obra maestra del séptimo arte me produce vergüenza”, no sin antes haberse lamentado amargamente del Premio Nacional del Cómic, “con el que nuestro Ministerio de Cultura enaltece al dibujante de monigotes con la misma dignidad y el mismo dinero que al mejor novelista, poeta o ensayista del año”. De verdad que ha escrito todo eso.

Siempre he pensado que hay opiniones que se descalifican por sí solas y retratan al que las pronuncias, además al señor Molina Foix (lease Fuagh) le han caído palos de todos lados, desde el sector del cómic, hasta colegas suyos del mundo de la “cultura de verdad”, pasando por el editor de la revista Tiempo, que ha debido disculparse por la opinión vertida en sus páginas (como curiosidad, no perdeos la que le esta cayendo al ínclito en su propio blog: Boomeran(g), donde llevan días fustigándole con este tema). Así que no voy a perder tiempo en valorar una columna que denota un triste y profundo desconocimiento del tema que aborda. Aseveraciones del tipo “la equiparación de Mortadelo y Filemón o el manga con Thomas Mann o Buñuel me parecen una perversión (...)” son de una pobreza argumental tal que dejan poco que decir. Evidentemente esa equiparación es una perversión, pero es que al único pervertido al que hemos escuchado hacerla es a él. El juego de las comparaciones aberrantes es estúpido y fácil de desmontar: comparemos mejor, como alguien puntualizó en su blog, a Corín Tellado, Dan Brown (o al propio Molina Foix) con el Watchmen de Moore, el Born Again de Miller, el Maus de Spiegelman o el Sandman de Gaiman.

¿Berrinche porque parte de las subvenciones del estado van a terrenos donde nuestro hombre del día no puede sacar tajada? ¿Afán de notoriedad? ¿Prepotencia snob y casposa? Sea como sea, no me deja de sorprender que Foix hilvanara semejante retahíla de tonterías sin intentar documentarse un poco, aunque sea como excusa para parecer que su opinión está mínimamente fundada. Porque era previsible que, siendo el cómic un vehículo de expresión cada vez más respetado, le iban a caer hostias de todos lados. Quiero decir, hasta para escribir en mi blog, que lo leen tres gatos, intento documentarme para no meter la pata. Cómo puede alguien, al que se le presupone una mediana inteligencia (presuponía, perdón), permitirse el lujo de publicar semejante despropósito sin un escudo argumental tras el que esconderse cuando llegue el previsible aguacero. ¿O es que el señor Foix creía que su opinión iba a ser aplaudida en plan “bien Vicente, por fin alguien dice lo que todos pensamos”? No sé, en estos gurús culturales suele darse este distanciamiento de la realidad, así que tampoco me extrañaría que mientras escribía se fuera viniendo arriba y se viera hasta más guapo.

De cualquier modo, y dejando al margen la opinión de este caballero, de la que ya se han encargado otros más capacitados (os enlazo a la entrada escrita por Álvaro Pons, crítico de cómics de El País, en su blog), no puedo dejar de ver en este episodio aspectos positivos. Para empezar, el hecho de que parece una opinión arraigada que el cómic es un medio de expresión cultural que (como cualquier medio expresivo) en algunos casos puede llegar a ser arte. Este debate está superado desde hace décadas en otros países de nuestro entorno, como Francia o Italia, y parece que comienza a calar también en el nuestro. Tal es así, que los intelectuales y creadores de medio pelo que ven amenazado su chiringuito, que ven arrebatada su potestad para decidir qué es arte y qué no, han comenzado a patalear.

Por otra parte, he comprobado gratamente cómo las reacciones han sido multitudinarias, desde los sectores más diversos, y con bastante fundamento. De verdad que pensaba que éramos muchos menos los dispuestos a librar esta batalla, parece que en este país comenzamos a superar los complejos. Es cierto que el cómic, al igual que el resto de los medios de expresión de nuestros días, se mueve entre la dicotomía obra de arte-producto industrial, tendiendo más a lo segundo que a lo primero. No descubro nada nuevo: Umberto Eco dedicó todo un ensayo a este tema ("Apocalípticos e Integrados"). Cine, literatura, cómics... si pretenden llegar al gran público y convertirse en un vehículo con el que el autor pueda ganarse la vida, debe someterse a las reglas de la industria, las cuales, inevitablemente, van contra la libertad creativa del autor (a no ser que seas Steven Spielberg o Stephen King, claro) y tienen como principal objetivo la rentabilidad económica. Aun así, me atrevería a decir que el cómic, tanto en su vertiente más indie como en las editoriales mainstream, donde los autores tienen en los últimos años más fuerza que en otras industrias culturales, está dando productos de más calidad, y acogiendo mayor proliferación de obras que podríamos catalogar como arte, que medios más "tradicionales" como el cine.

No me enrollo más. Espero que el próximo artículo que leamos sobre cómics en un medio generalista tenga el más mínimo fundamento. Mientras tanto, cito al más grande: “Ladran, Sancho, luego cabalgamos”.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Cultura popular y cultura minoritaria

En la sociedad occidental la mayor parte de la producción cultural está orientada al entretenimiento, al consumo masivo. Apenas quedan mecenas que puedan (o quieran) permitirse pagar a artistas con el fin de enriquecer una colección privada. Hoy día la inmensa mayoría de lo que es (o pretende ser) cultura está destinado al público. Y a pesar de esto, continúa existiendo cierta frontera que separa la cultura popular de una cultura pretendidamente más elitista, más culta, valga la redundancia. Existe en determinados ámbitos un afán de superioridad, de considerar que determinadas obras de consumo más minoritario están por encima de la llamada ‘cultura de masas’. Detesto este discurso pretencioso.

Stephen King, en el prólogo de la primera parte de su saga La Torre Oscura, dice distinguir dos tipos de autores literarios: los que escriben para sí mismos y los que escriben para su público, y dice tener claro en qué grupo se encuentra él. Se entiende perfectamente lo que quiere decir King pero creo que, en sentido estricto, no existe tal distinción. Todos los autores escriben para un público, para su público, si no, no harían el tremendo esfuerzo de publicar su obra. Escribirían un diario personal o algo así. La diferencia está más bien en la habilidad que tenga cada uno para llegar a una audiencia mayoritaria, y en si decide mantener su estilo o no para lograrlo. Pero me niego a asumir que la cultura minoritaria, por el mero hecho de serla, tiene más calidad que aquellas obras que llegan a un público masivo.

Sin embargo, hay gente que nos pretende hacer creer que sí. De un modo u otro, me los he ido encontrado a lo largo de los años: profesores de comunicación audiovisual, críticos de cine que consideran mejor cualquier película de cine iraní que una de Steven Spielberg, pretendidos expertos musicales que se niegan a escuchar nada que pueda aparecer en una radiofórmula, esos magazines gratuitos tan cool (gratuitos porque no los compraría ni el tato, y porque lo pagan las diputaciones, ayuntamientos, etc.), por no mencionar el tan de moda movimiento “gafapastista” ilustrado, que antes sólo leían a Camus y Cortázar y que, por ejemplo, creían que los cómics se acababan en Mortadelo, pero que ahora consideran imprescindible haber leído Maus y Watchmen (por dios, se editó en el 86 ¿y lo descubrís ahora?).

Entendedme, no estoy diciendo que para que una obra sea de calidad deba ser de consumo masivo (a la vista está la cantidad de bodrios que hay que triunfan comercialmente). Simplemente me opongo al discurso contrario, al que descarta cualquier producto cultural que tenga éxito de público. El arte de nuestro tiempo es la serie House, los discos de Coldplay, las novelas de Zafón y Ken Follet, los cómics de Frank Millar y las películas de Tarantino; eso es lo que trascenderá, y deberíamos alegrarnos de que (al contrario de lo que pasaba en otras épocas) hoy día estén al alcance de todos.

jueves, 27 de agosto de 2009

'Los Muertos Vivientes' de Kirkman llegan a la TV

Esta noticia no es precisamente nueva, pero hasta ahora no había tenido oportunidad de comentarla por aquí. Y es que está en proyecto una adaptción a la TV de esa obra magistral del cómic moderno que es Los Muertos Vivientes de Robert Kirkman, también conocida por Internet como Los Vivos Murientes (los que lo hayáis leído ya sabéis de lo que hablamos).



















El director implicado en el proyecto es, nada más y nada menos, que Frank Darabont, realizador de absoluta solvencia para el que suscribe, experto, además, en firmar magistrales adaptaciones literarias. Para los que no caigan, Darabont es el director de peliculones como Cadena Perpetua, y buenas producciones como La Milla Verde o La Niebla. Efectivamente, todas adaptaciones de novelas de Stephen King, y es que Darabont llegó al cine de la mano del best-seller por excelencia, después de que éste viera un cortometraje del director en el que adaptaba libremente (y sin autorización) Dollar Baby. Parece que al escritor le gustó cómo el joven realizador (de 20 años en aquel momento) había plasmado su estilo literario y, desde entonces, es el encargado de versionar todas las novelas de Stephen King llevadas al cine.

Y es que, mientras leía Los Muertos Vivientes, pensaba “qué pedazo de serie podría salir de aquí”. Se ve que alguien más lo pensó. Si tenemos en cuenta la creciente calidad de las series de TV USA, le sumamos que Darabont es el director involucrado, que Robert Kirkman va a supervisar todos los guiones y que el realizador ya ha asegurado que, como en el cómic, se va a centrar en la supervivencia y en cómo se interrelacionan las personas en situaciones críticas, pues tenemos entre manos algo que pinta muy bien. No hace falta más para hacerme feliz.

domingo, 23 de agosto de 2009

Tratado sobre la mentira (por el Dr. Gregory House)

Vale, primera mentira del artículo ya en el título: evidentemente no lo ha escrito Greg House, sino David. Casi dos mentiras, porque llamarle a esto tratado es mucho presumir. En realidad, el título iba a ser “La mentira, ¿es rentable?”, pero pensé que lo de House vendería más.

Y esto me sirve para introducir el tema del que quiero hablar, ¿resulta rentable mentir? Puede que haya conseguido un par de visitas procedentes de Google, un par de fans de House que creían que iban a leer algo sobre su serie favorita y han acabado en un artículo chorra de mi blog, por lo que han picado en el botón de “Atrás” de su navegador automáticamente. Pero puede que con mi “hábil” primer párrafo haya conseguido engancharlos. De cualquier modo, House tiene algo que ver con lo que quiero comentar.
















El jefe de la unidad de diagnósticos del Princeton-Plainsboro tiene como axioma el hecho de que “todo el mundo miente”, una verdad (quizás no tan absoluta) que podemos constatar en nuestro día a día. Pero quiero dejar los aspectos morales del hecho de mentir, y centrarme en los puramente pragmáticos: ¿conviene mentir? Ya se sabe que “se coge antes a un mentiroso que a un cojo” y que “la mentira tiene las piernas cortas”, pero cuál es vuestra verdadera experiencia. ¿Habéis obtenido beneficios al utilizar la mentira? ¿O a medio-largo plazo ésta se ha vuelto en vuestra contra? Es decir, ¿conseguís rentabilizar las mentiras?

Creo que la experiencia puede ser distinta en cada caso, supongo que dependa sobre lo que mientas y cómo lo hagas. Hay gente que tiene un talento natural y lo utiliza, incluso que se ganan la vida como mentirosos profesionales (les llaman estafadores). Otras personas, sin embargo, son pésimos mentirosos, mienten sobre cosas que no les reporta ningún beneficio objetivo, pero continúan haciéndolo, simplemente no pueden evitarlo. Supongo que esto responde más bien a algún tipo de desorden psicológico.

Respecto a los que mienten de forma voluntaria, podemos identificar distintos tipos de mentira: las mentiras elaboradas, sencillamente sabes que se te viene un marrón encima, o que puedes obtener algo mintiendo, y te lo curras, elaboras una mentira intentando que tenga pocos puntos débiles. Otras veces, la mentira salta a tus labios, parece que otro hable por ti, y mientras estás escupiendo tu sucia mentira piensas: “¿¡Pero qué coño estoy diciendo!?”. Este segundo tipo suele ser bastante peligroso; pongo por ejemplo la anécdota que nos contó XXXXX en la barbacoa de Sonia: conducía su coche de regreso a casa por la noche, alguna copilla encima, le para un control de la policía y, cuando le preguntan si ha bebido algo, le suelta “yo no bebo agente, soy epiléptico y mi medicación me lo impide”. He ahí un claro ejemplo de mentira suicida.

Una tercera tipología es la gente que miente y se cree sus propias mentiras (o eso parece). Lo observo con bastante frecuencia, mienten descaradamente, de manera flagrante y con gente delante que sabe que lo que dicen no es cierto, pero no se cortan un pelo, lo cuentan con total convicción. Yo cuando veo a estos especimenes alucino, mentir a sabiendas con tal seguridad es muy complicado, y la conclusión a la que llego es que, no sé por qué retorcido mecanismo de su cerebro, ellos creen a pies juntillas que lo que dicen es verdad. En muchos casos creerte tus propias mentiras no responde a un mecanismo “unicerebral”, sino a una dinámica de grupo: existe una verdad incómoda para todo el colectivo y alguien crea una mentira cómoda de creer, que justifica nuestros actos o comportamiento y, sencillamente, todos la asumen como cierto. La repiten allá donde van y se enfrentan con el que les haga notar que están intentando reemplazar la verdad con una bonita mentira de diseño. Sorprendente ¿verdad? Es muy habitual en ciertos ámbitos.

En relación con esta última, tenemos un tipo de mentira que se da en las organizaciones y colectivos, no en individuos aislados. Hay organizaciones de personas que funcionan sobre una mentira que, por lo que en Teoría de la Comunicación se llama “espiral de silencio”, nadie se atreve a señalar. Son organizaciones que en muchos casos gestionan poder y dinero y que funcionan en base a unos objetivos fijados en su “discurso fundacional”. Ese discurso se sigue repitiendo, se continúa usando como manera de justificar la actividad del colectivo, pero en realidad carece de sentido, porque el único sentido de dicha organización es sustentar a los que la componen y defender sus intereses, aunque para ello tengan que actuar contra sus objetivos fundacionales (que continuarán defendiendo en su oratoria, por supuesto).

También tenemos las exageraciones, un tipo de mentira sutil y, por lo general, inofensiva, de la que se nos suele acusar a los andaluces. Quizás es que la vida, si no se exagera, resulta muy aburrida.

Me gustaría que me ayudarais a identificar más tipos de mentira, y que me contéis qué tal se os dan (existe una casilla de anónimo en formulario de blogger). En mi caso os diré que intento no mentir en la medida de lo posible, no sé si por motivos éticos o porque le tengo pánico a la humillación de ser descubierto mintiendo (¿nunca os habéis puesto rojos de pequeño cuando os han pillado en evidencia?). Lo cierto es que las evito todo lo posible. Excepto algunas mentirijillas sin maldad, claro.

En lo que sí soy bastante estricto es en no mentirme a mí mismo. Es una de mis máximas vitales. Ocultar o falsear una realidad para no afrontarla, para no sentirnos incómodos, no es una buena manera de vivir. Creo que, como mínimo, debemos ser honestos con nosotros mismos.

viernes, 21 de agosto de 2009

Shyamalan nos propone una de artes marciales

El otro día en el cine, esperando a que empezara G.I Joe (lo reconozco, he ido a ver G.I Joe, pero la culpa no fue mía, ¿verdad Antonio?) me sorprendió el siguiente trailer:



El caso es que The Last Airbender me ha llamado la atención, más que nada por el nombre de su director. Que "autores" (¡ojo! todos los directores no son autores) como M. Night Shyamalan hagan cine de género palomitero siempre me ha gustado. Vale que Shyamalan no es Almodóvar, que su cine de autor es bastante comercial (terror, misterio, etc...) pero tiene, sin duda, un toque personal, una serie de referencias y constantes en su producción, que imprime a todas sus películas. Y una de artes marciales es algo que se sale bastante de sus parámetros. Sé que autor+cine comercial no es garantía de éxito, ni mucho menos. Ahí tenemos el Hulk de Ang Lee, y todavía estoy temblando por lo que Kenneth Branagh pueda hacer con Thor.

Hay otro factor que añadir a la ecuación: la larga travesía por el desierto que está sufriendo el cine de artes marciales, y es que, si mal no recuerdo, desde Tigre y Dragón no hay nada decente en el género (¿cuenta Kung Fu Panda?). Quizás The Last Airbender sea la respuesta a esta larga sequía.

miércoles, 19 de agosto de 2009

¡Mi blog sobre cómics!



Le he cogido gustillo a esto de escibir tonterías, así que me he creado otro blog, en este caso para hablar específicamente de una de mis aficiones: ¡los cómics!

Por tanto, los interesados ya sabéis lo que tenéis que hacer: leer con asiduidad "¿No eres mayor para leer CÓMICS?". Escribiré periódicamente reseñas sobre los cómics que se van publicando, puntuándolos de una manera totalmente parcial y subjetiva, y colgaré artículos sobre la actualidad del sector. Como siempre, podéis comentar lo que os dé la gana, preguntar, opinar, etc, que nadie piense que hay que ser "entendido" en la materia.

Espero que alguien lo disfrute, ¡yo lo haré!

lunes, 17 de agosto de 2009

9.58''

Usain Bolt forzó ayer, en un día para la historia del deporte, los límites de lo humano. El Olympiastadion de Berlín fue testigo de cómo el jamaicano establecía un nuevo horizonte para la raza humana al parar el crono en 9.58’’ en los 100 metros lisos. Hasta su irrupción en el atletismo mundial, todos coincidían en que correr 100 metros en menos de 9.60’’ era una quimera, un punto de inflexión que quizás algún día veríamos (o que verían nuestros nietos) en las próximas décadas. No digamos ya la legendaria marca de 9.50’’, un imposible, un ideal que sólo podría alcanzar el atleta perfecto, esculpido en el mismo molde de Mercurio, haciendo la carrera perfecta. Pero Usain Bolt asegura ser capaz de correr los 100 metros en 9.40’’. Una fantasmada claro, pero yo no apostaba ni un céntimo en contra.


El más dopado Ben Johnson marcó en Seúl un récord estratosférico de 9.79’’, que en su momento pareció imbatible. Tyson Gay demostró ayer que podía cumplir su amenaza de alcanzar el récord mundial establecido por Bolt en Pekín (9.69’’) al correr los 100 metros en 9.71’’. Un logro encomiable, la mejor marca registrada por un humano (desde ayer sabemos que Usain Bolt no lo es), que en cualquier otro momento de la historia le hubiera reportado gloria eterna. En cualquier otro momento, pero no en éste, en el que debe correr a la sombra de un gigante de 1,96 metros capaz de coordinar la zancada como un guepardo.

Debe ser duro saberte uno de los mejores velocistas de todos los tiempos y vivir bajo el reinado de Usain Bolt. Ayer veía al jamaicano con su aire despreocupado y bromista de siempre, y veías a Tyson Gay concentrado, ensimismado en su mundo. Para el norteamericano correr es lo más serio del mundo, a lo que ha consagrado su vida, en lo que siempre ha sido el mejor con diferencia, para los atletas de ese talante saberse imbatible es la base de su autoestima. Cómo debe sentirse al ver que, sin mayor esfuerzo, entre sonrisas y bailes, de manera aparentemente despreocupada, jugando en definitiva, Bolt establece récord tras récord. Hoy no me gustaría ser Tyson Gay.

viernes, 14 de agosto de 2009

El hombre con peor/mejor suerte del mundo

Hace una semana El Invitado de Invierno nos recordaba en su blog que el 9 de septiembre fue el (triste) aniversario del lanzamiento de la bomba atómica en Nagasaki. Inmediatamente me acordé de la historia de Tsutomo Yamaguchi, un japonés que sobrevivió a los ataques nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki.

Al parecer, Yamaguchi se encontraba por motivos de trabajo en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, día en que el Enola Gay lanzó la bomba sobre la ciudad. Aunque Yamaguchi resultó herido con quemaduras por todo el cuerpo, pudo viajar a su ciudad de residencia (Nagasaki) tres días después, sólo para revivir la experiencia de un segundo ataque nuclear.

En 2009 el gobierno japonés ha reconocido a Tsutomo Yamaguchi como la única persona de la que se puede documentar que sobrevivió a ambas tragedias. ¿Es eso buena o mala suerte? No sé, decididlo vosotros.

Os dejo una foto de Yosuke Yamahata, fotógrafo que retrató la tragedia de Nagasaki.

martes, 11 de agosto de 2009

¿Merece la pena ir al cine?

Y no me refiero a la calidad de la oferta cinematográfica (ahí entran los gustos de cada uno), sino a lo que tenemos que soportar una vez dentro de la sala y ya te han metido el sablazo de 6 euros en la taquilla. Pongo un ejemplo: el otro día fuimos a un cine del centro, uno de esos viejos cines-teatro que mantienen cierto encanto decadente y que, gracias al público más cool de cada ciudad (gafapastas según la nueva terminología) continúan abierto. Entendedme, no es que mis acompañantes y yo nos consideremos muy cool, es sólo que en estos cines suele ir un público de más edad, más tranquilo, que prefiere ver las pelis en un grave silencio para luego diseccionarlas en una terraza cerveza en mano. Esto tiene como ventaja que, por lo general, puedes ver la película en condiciones medio decentes.

Pues bien, en un cine de estos estábamos con la sana intención de ver tranquilos el estreno de UP, la nueva ‘obra-maestra-de-Pixar’ (que paso de reseñar porque un amigo lo ha hecho muy bien, y para eso inventaron los vínculos en Internet), cuando un grupo de niñatos de entre 13 y 17 años empezaron a ejercer el cafrerío que les es inherente. Los mierdecillas hacían lo normal, lo que suelen hacer en sus casas (correr, golpearse, hablar a voz en grito… gilipolleces varias), sólo que en lugar de hacerlo en sus casas sus padres les habían dicho “tomad 30 euros y marchaos al cine, a darle por culo un ratito a otro”, y ellos, obedientes, pues fueron.

Bueno, os podéis imaginar la situación: los cabroncetes ignoraban alegremente cualquier “shhhh” o llamada de atención. La tocada de huevos era antológica, y sólo cuando les dimos a entender que estaban a pique de provocar un linchamiento público se vinieron un poco abajo.

En fin, todo esto viene a cuento de que estas situaciones son cada vez más habituales en las salas de cine. Y no sólo en las multisalas de centros comerciales, donde suelen acudir energúmenos de todo tipo con diarrea verbal, sino que ya pasa incluso en las salas más alternativas, donde uno espera que, a cambio de tener que soportar butacas más viejas, peores equipos de sonido y ciertas dosis de humedad, por lo menos podrá ver la película tranquilo. Ahora yo me planteo, una entrada de cine media viene a costar 6 eurazos, un pequeño sablazo vamos, ¿no me da eso derecho a ver una película en condiciones óptimas, no me da derecho a lo que he pagado? Supuestamente, quien oferta el servicio debe garantizar que lo ofrece en buenas condiciones. ¿Por qué tenemos que ser los atormentados espectadores que hemos pagado la entrada los que nos peleemos con estos energúmenos carentes del más mínimo civismo? ¿Por qué cada vez que voy al cine sé que voy a tener que encararme con alguien para poder ver la peli en paz? O eso, o hacer un ejercicio de autocontrol digno de Buda, morderme la lengua, y escuchar durante 120 minutos las gilipolleces del/los capullo/s de turno.

¿Tan complicado es que los exhibidores, esos señores que tanto lloran por el maltrato que sufren del Gobierno, pongan un responsable de sala, que se asegure de que la proyección transcurre con normalidad? No, no, un momento. No pido uno por sala, con que hubiera una o dos personas que pasaran por las salas viendo que todo se desarrolla con normalidad a mí ya me bastaba. El nivel de abandono es tal que, en unos multicines, tuve que levantarme seis veces para decir que enfocaran el proyector, porque se desenfocaba solo cada 5 minutos, y si no ibas a avisar nadie se molestaba en enfocarlo. A la séptima, como yo era el único que se levantaba, y la manada de ñus permanecía impasible viendo la pantalla borrosa, opté por tragarme la peli desenfocada y quejarme después. Porque eso es otra, la bovina pasividad de la gente. Aunque eso es digno de un estudio sociológico, más que de una entrada en el blog.

En fin, ¿merece la pena ir al cine? ¿Compensa gastarte (entre tu pareja y tú) 12 euros para ver una película en una sala, en lugar de esperar al DVD que tardará tres meses en salir? Sólo digo una cosa, durante la crisis de las salas de cine (80-primeros 90), los que continuaron yendo a las salas eran los amantes del cine, los mismos que ahora deben sufrir al gilipollas de turno. Tal como están las cosas, lo que cuesta una entradita y la desleal competencia de Internet, no sería de extrañar una nueva crisis de los exhibidores. Si entonces, los que siempre hemos ido al cine, ya hemos perdido el hábito precisamente por la desidia de los exhibidores, ¿qué sucederá? Sí, estoy cabreado.

martes, 4 de agosto de 2009

Has vivido lo que todos...

Muerte, la guapa y extrovertida hermana de Sandman, tiene una de las mejores líneas de diálogo que he leído. Sencillamente, me encanta. Ojalá se me ocurrieran cosas así.























Muerte acude a recoger a Bernie Capax, un inmortal que acaba de fallecer:
-Han sido, no sé, quince mil años. Está muy bien, ¿no? he vivido mucho tiempo-.
-Has vivido lo que todos, Bernie. Toda una vida-.

"Sandman: Vidas Breves" (Neil Gaiman)

jueves, 16 de julio de 2009

Asturias patria querida

Hemos pasado unos cuantos días en Asturias (lo más lejos de Andalucía que hemos encontrado), y ha sido una experiencia genial. Sorprende que a una hora de vuelo puedas encontrarte un clima tan distinto: nada de los 40 grados que sufrimos en Sevilla por las tardes, sino 20 grados, y ya es mucho pedir. Casi todos los días nublados, con lloviznas esporádicas que refrescan la jornada y que, supongo, se convertirán en chaparrones frecuentes durante el invierno.

Una delicia de clima que da como resultado un paisaje precioso, con bosques, montañas y praderas al más puro estilo celta. Desde luego, no hacía falta irse a Nueva Zelanda para rodar El Señor de los Anillos. Sólo un detalle: no hemos visto un sólo jardín con aspersor en todo el viaje.



martes, 30 de junio de 2009

Los muertos que caminan

"¿Cuándo fue la última vez que cualquiera de nosotros DE VERDAD hizo algo para conseguir lo que quería? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que cualquiera de nosotros NECESITÓ algo de lo que QUERÍA? El mundo que conocíamos ya no existe. En cuestión de meses la sociedad se ha desmoronado, sin gobierno, sin supermercados, sin correo, sin televisión por cable. En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a empezar a vivir".

Este es el texto que figura en la contraportada de cada uno de los volúmenes de Los Muertos Vivientes, un cómic de Robert Kirkman que me está dejando tan alucinado que he roto mi voto vacacional de no escribir para comentar algo en el blog (prometí no escribir ni un SMS, pero ya véis). ¡Vaya pedazo de cómic! Expresión que, cuando hablamos de zombis, viene como anillo al dedo. Mi colega Jesús me dejó los ocho volúmenes publicados hasta ahora por Planeta (ya era hora de que, para variar, fueras tú el que me dejara un cómic, pichita) y, tras leerme el quinto, me ha quedado claro que lo que Kirkman se trae entre manos es verdaderamente magistral.

En Internet llevan meses hablando de este cómic en plan "engancha, la trama es adictiva, diversión asegurada, bla, bla, bla...", pero creo que no se está valorando la verdadera dimensión de este trabajo. Ciertamente es de lectura compulsiva, pero El Código da Vinci también lo era y su calidad literaria era más bien pobre. Los Muertos Vivientes ('The Walking Dead' en el inglés original) va más allá del mero entretenimiento; Kirkman utiliza el lugar común de una epidemia zombi como trasfondo para crear un escenario de hostilidad extrema, y en este escenario desarrolla lo que realmente le interesa: el comportamiento de los seres humanos en una situación de supervivencia, en la que a menudo la subsistencia de unos depende de la muerte de otros.

El recurso de enfrentar a personas normales a situaciones excepcionales, en las que lo fantástico e inconcebible se convierten en lo cotidiano, es habitual de la ciencia ficción. Y esa es la buena ciencia ficción: la que funciona como alegoría de nuestra sociedad; la que teoriza sobre futuribles y crea debate sobre problemas que no existen, pero que pueden llegar a existir; la que habla de política y sociología sin parecerlo; o la que estudia y analiza lo que verdaderamente nos motiva como individuos y como colectivo. Quizás os suene el caso del vuelo 815 de Oceanic, cuyos pasajeros acabaron perdidos en una peculiar isla en medio del pacífico. En Lost el argumento de la serie, que parte de la misma premisa que los zombis de Kirkman, se centra en los misterios que encierra la isla, en ir desentrañando poco a poco lo que allí sucede. En Los Muertos Vivientes lo fantástico no es el eje principal de la historia, lo importante no son los zombis, sino las personas normales y lo que hacen cuando se les expone a una situación donde no saben si mañana estarán vivos.

Las dinámicas de grupo que se crean entre los supervivientes; la desconfianza; el despertar del brutal instinto de superviviencia adormecido en nuestra vida cotidinana; cómo en una situación así la verdadera amenza son las personas con las que convives; la manera en que se magnifican emociones que, en un entorno estable, sí podríamos controlar; la necesidad de improvisar una nueva escala de valores y nuevas normas (pues la ética y las reglas de la civilización pasan rápidamente a carecer de sentido), y la paulatina transformación del personaje protagonista, el policía Rick Grime, es lo que hacen a este cómic tan bueno. Esa manera de bucear en la psique de un colectivo, y de hacerlo de una manera tan realista y creíble, es lo que marca una enorme distancia entre la obra de Robert Kirkman y el resto de historias de terror con zombies que podáis haber visto.

Una lectura imprescindible si os gustan las historias que te hacen removerte en el asiento, pero no de miedo, sino de inquietud. De inquietud al plantearte cómo serían las cosas, cómo serían los que te rodean, más allá de nuestro cómodo día a día.

jueves, 25 de junio de 2009

Cara de tonto

Eso es lo que se te queda cuando USA te echa de un campeonato justo antes de la final. Vale que la Copa Confederaciones no es que fuera lo que más nos ilusionaba, pero joder, la hipotética final contra Brasil motivaba bastante. Además, los jugadores españoles se lo estaban tomando en serio, querían ganar, sus caras no eran precisamente la de los italianos, que cuando iban perdiendo con Brasil 3-0 (y sólo les hacía falta un gol para meterse en las semis), incluso bromeaban.


















Por qué Estados Unidos, que hasta ayer eran unos advenedizos en esto del fútbol, es capaz de cargarse a la mejor selección del momento. ¡Pues porque esto es fútbol, señores! Porque una selección bien ordenada tácticamente, muy fuerte físicamente, y con un juego defensivo básico, pero con las tres ideas claras y mucha motivación, te puede ganar en un día malo. El Barça perdió contra el Numancia, la diferencia es que perder un partido en una temporada de liga es una gota en un océano, mientras que en un torneo internacional supone quedarse fuera. Por eso ganar un Mundial o una Eurocopa es taaaaan difícil. Ni siquiera hay ida y vuelta, como en la Champions.

¿Cómo se evita, entonces, que te apeen antes de tiempo? De una única manera: con una buena defensa e intensidad en el juego. Eso los italianos lo saben mejor que nadie, si no te meten un gol, no te pueden ganar, y a partir de ahí comencemos a construir. Así que sin intensidad defensiva, agresividad en el choque, anticipación, en cualquier fallo de concentración te pueden meter un gol. Y en un partido al KO, remontar un gol se hace muy cuesta arriba. Ayer España defendió de pena, desordenada atrás, con defensas lentos que se dejaron ganar la espalda una y otra vez. ¡Si Casillas estuvo 15 minutos jugando de líbero, saliendo a despejar todos los balones que se colaban entre la línea de centrales! La defensa española no tuvo nada que ver con la de hace 12 meses en Austria, y los norteamericanos nos dieron una lección de motivación e intensidad. Lograr el primer gol se te puede atragantar, pero es mucho menos dramático si tienes tu portería a cero.

A eso le sumamos que nuestro estilo de toque no fluyó, sino que hicimos un fútbol más espeso, incapaz de atravesar la doble línea de 4 de los yanquis. Consecuencia en parte de las bajas de Iniesta y Silva, pero también de un planteamiento que no fue acertado: Xabi Alonso justo por delante de los centrales, y Xavi justo por detrás de los delanteros, y entre ellos un abismo descosido que sólo conseguía hilvanar de vez en cuando Cesc. Esto obligó a jugar con pases muy largos, menos precisos y más previsibles, que ocasionalmente conseguían llegar a su objetivo con peligro (sobre todo cuando eran rasos), pero sólo por esa extraordinaria precisión que tiene Alonso en el juego largo. Un buen recurso para sorprender, pero del que no se puede vivir durante todo un partido.

Para colmo, Del Bosque insistió en mantener durante todo el partido a los dos delanteros centros, que además jugaron en paralelo. Si Villa hubiera jugado por detrás de Torres, haciendo de enganche con el centro del campo, Xavi podría haberse retrasado para jugar más cerca de Alonso, y todo hubiera fluido mucho mejor. Dos centrocampistas en paralelo se apoyan, dos ‘9’ en paralelo, la mayoría de los casos, se estorban. Además, ¿todos nos hemos olvidado de que la mejor España de la Eurocopa la vimos cuando jugó con un solo delantero y cinco centrocampistas? Ese demoledor centro del campo formado por Senna, Xavi, Silva, Iniesta y Cesc Fábregas.

Bueno, pues esto pasa en Fútbol, esto no es tan matemático como el atletismo o el tenis. Lo que sí es divertido son esos comentarios descreídos que tenemos que sufrir hoy: “esto es España, lo de la Eurocopa era porque los otros estaban cansados”, “Del Bosque se está cargando lo que hizo Luis” o “esto no le pasa a las selecciones grandes de verdad”. Siempre estuvieron ahí, seamos sinceros, bien guardados en el armario, a la espera de la ocasión para volver a sacar a pasear nuestros complejos. Por favor, seamos un poco consecuentes: record histórico de victorias consecutivas, 34 partidos sin perder, campeones de Europa con un estilo que asombró el mundo hace sólo un año… pero “todo fue un espejismo”. Yo sigo pensando que, hoy por hoy, tenemos el mejor centro del campo que se puede reunir en un terreno de juego, y eso nos convierte en uno de los claros favoritos para ganar el Mundial. Podéis llamarme ingenuo.

Foto: AS.COM

martes, 23 de junio de 2009

Coraline y las adaptaciones al cine

Últimamente, con la crisis de inspiración que sufren los guionistas de Hollywood, que nos está deparando algunos de los guiones más deplorables de los últimos años, estamos viendo cómo el cine USA se refugia en casa ajena intentando aprovechar aquellas obras que han funcionado en otros medios de expresión (literatura, cómic o televisión).

Habitualmente, las adaptaciones al cine pueden correr dos tipos de suerte: por un lado, películas que aprovechan el tirón de la obra original para asegurarse cierta cuota de público, pero cuyo interés y respeto por el material en el que se basan no va mucho más allá. Aquí podríamos incluir películas que van desde el Drácula de Francis Ford Coppola hasta los tres Spiderman de Sam Raimi. En el otro extremo podemos encontrar cineastas que aprecian y conocen la obra que están adaptando, hasta el punto, en algunos casos, de ser verdaderos fans del material original, lo que suele desembocar en películas de más nivel (El Señor de los Anillos, Ben Hur, El Padrino) o, en el peor de los casos, en películas que intentan reflejar tan fielmente la obra adaptada que son verdaderos trasuntos de la misma (Sin City, Watchmen...).





















También nos podemos encontrar con un tercer tipo de aproximación entre cine y otros medios que se da cuando un cineasta, con un estilo marcado y peculiar, se topa con una novela, cómic, lo que sea, que encaja a la perfección con su visión del cine. Esto es lo que sucede con Coraline, la película de Henry Selick que adapta el cuento de Neil Gaiman. El estilo de Selick, director también de Pesadilla antes de Navidad, le va tanto a las obras de Neil Gaiman que lo extraño es que no hubieran trabajado juntos antes. No quiero decir que estas mezclas tengan que funcionar sí o sí, pero en este caso la mezcla de la literatura de Gaiman y el cine de Selick encajan como “un gran puzzle sideral”.

La narración oscura de Gaiman, con su habitual tenebrismo fantástico y su comicidad cínica, impregna toda la película. Si a ello le añadimos la magnífica recreación visual del mundo de Coraline, la inteligencia de sus diálogos y sus personajes, muy por encima de la mayoría de las películas animadas (excepto, quizás, las de Pixar), y lo redondeamos con una magnífica protagonista, dotada con esa brillantez de los niños listos pero aún inocentes, nos encontramos con una auténtica delicia encapsulada en forma de peli. Algo surrealista quizás (no obstante, Neil Gaiman es británico, y su inspiración más inmediata aquí es Alicia en el País de las Maravillas y A través del Espejo), pero un surrealismo más digerible que el de Lewis Carroll, con un argumento sólido y bien cerrado (un momento ¿estoy dando a entender que Alicia no tiene un argumento sólido?). Me encanta, además, que Selick haya ignorado anteriores recreaciones visuales del mundo de Coraline y haya apostado por su propia visión, mucho más atípica pero que funciona mejor que las anteriores.

Después de ver Coraline, uno desearía que la relación entre Neil Gaiman y Henry Selick se convirtiera en una alianza permanente al estilo Stephen King-Frank Darabont. Yo, desde luego, firmaba que todas las adaptaciones al cine estuvieran hechas con el mismo talento y cariño que ésta. Es más, si algún día Selick se atreve a rodar Sandman, la obra magna de Gaiman (que siempre me ha parecido inadaptable), iría a verla.

jueves, 18 de junio de 2009

Nintendo DS y la recuperación de los viejos géneros del videojuego

También pensé en titular el artículo como "Declaración de amor a la Nintendo DS" y es que creo que los aficionados a los videojuegos le debemos algo a la consola portátil de Nintendo. De igual modo que hace unos días me quejaba del ‘bluff’ que, a mi entender, ha supuesto Wii, cuya innovación no ha ido más allá de un curioso sistema de control (pero que no ha conseguido generar nuevos conceptos y mecánicas de juego), no puedo dejar de quitarme el sombrero ante lo que esta pequeña consola está consiguiendo en el mercado.

La Nintendo DS, cuyo nombre íntegro es Nintendo Dual Screen, fue diseñada a imagen y semejanza de los viejos juegos ‘Game & Watch’ que Nintendo lanzó al mercado en 1980. Algunos los recordaréis: eran pequeños sistemas portátiles con una (o dos) pantallas de cristal líquido, en las que había una serie de gráficos impresos que se activaban al pulsar los botones, similares a los dígitos de una calculadora. Estas “maquinitas” son las auténticas precursoras de las pequeñas videoconsolas de hoy día, y marcaron el comienzo del idilio que Nintendo mantiene con los videojuegos portátiles, un mercado que la empresa de Kioto ha dominado férreamente desde sus inicios.

























La actual propuesta de la Gran N en este sector, tras la exitosa Game Boy, es la aún más exitosa Nintendo DS, una consola que introducía varias novedades respecto a lo visto anteriormente, como son el micrófono con detección de voz, la doble pantalla y el manejo táctil de una de las mismas. Sin embargo, la DS se ve penalizada por un hardware mucho menos potente que el de su directa (y distanciada en ventas) competidora, la PSP (PlayStation Portable) de Sony.

Estas peculiaridades técnicas han dotado al catálogo de juegos de la Nintendo DS de una serie de características que la convierten en una consola sorprendente. Para empezar porque, a diferencia de lo que pasa con Wii, su peculiar sistema de control sustentado en la pantalla táctil sí se ha traducido en nuevas e innovadoras mecánicas de juego, creando formas de jugar a un videojuego que no existían hasta la llegada de Nintendo DS. Para comprobarlo basta con jugar a Wario Ware Inc Touched!, Rhythm Paradise o los archiconocidos Brain Training.

Por otra parte, y creo que esto es lo que más debemos agradecerle a la pequeña consola, sus limitaciones de hardware, sobre todo en lo que a manejo de entornos poligonales se refiere, a hecho que la DS se refugie en los géneros clásicos de la industria. Géneros que no requieren de un gran despliegue gráfico pero que se apoyan en dinámicas jugables que todos conocemos y sabemos que funcionan, profundizando en ellas hasta sublimarlas. Juegos de plataformas (de saltar, para los que no conozcáis el argot), puzzles, juegos de rol (J-RPG), aventuras gráficas… tienen los mejores exponentes de su historia en la Nintendo DS. Unos géneros que, en muchos casos, apenas existirían en el mercado (o directamente habrían desaparecido), sepultados por aquellos géneros que mejor aprovechan la potencia gráfica de las consolas de nueva generación.

No sé si esto responde a una estrategia comercial calculada a priori o, simplemente, Nintendo ha sabido hacer de la necesidad virtud, y se ha adaptado al mercado potenciando unos conceptos de juego avocados a la desaparición por la escalada tecnológica. Sea como sea, Nintendo DS es, a día de hoy, la consola más vendida de la historia. Y yo que me alegro.

viernes, 12 de junio de 2009

El Madrid apuesta 94 millones a que es capaz de rentabilizar a Cristiano Ronaldo

Hace muchos años que el fútbol ha dejado de ser un deporte para convertirse en un espectáculo, en un negocio planetario, en una industria que vende, sobre todo, expectativas. El fútbol es un peculiar negocio cuyo mayor activo es la ilusión y la expectativa generada entre millones de aficionados. Me explico: si nos centramos en la principal fuente de ingresos del planeta-fútbol, los derechos televisivos por ‘pay per-wiew’, el consumidor paga a priori por un espectáculo de 90 minutos en el que no sabe qué se va a encontrar. Es más, en un alto porcentaje de los casos, el partido acaba siendo un verdadero tostón. Pero la expectativa previa de lo que el Real Madrid, el Manchester Utd. o el FC Barcelona es capaz de generar sobre un terreno de juego convierten el partido en un producto atractivo (aunque sea de antemano), y a estos clubes en los más poderosos y ricos del mundo.

En base a estas expectativas los grandes clubes negocian sus derechos por televisión o los ingresos que recibirán de sus sponsors publicitarios. Se sabe que Adidas, Audi, Coca-Cola y Telefónica pretendían negociar este año a la baja sus contratos con el Madrid, porque su plantilla se hallaba devaluada, su capacidad de enganchar con el público planetario había quedado mermada, absolutamente eclipsada por el fulgor del Barcelona y por la incapacidad del Real Madrid de pasar de los octavos de final en la Champions durante varios años. Y esos son muchos millones en pérdidas. Por poner un ejemplo, tras el fichaje de Zidane, el Madrid renegoció el contrato por la publicidad en su camiseta, pasando de ingresar 400 millones de las antiguas pesetas a 4.000 millones anuales. Señores: negocio, negocio, negocio y negocio. Eso es el fútbol, un negocio sustentado en la ilusión generada entre millones de personas.

Resulta evidente que Florentino Pérez no paga 94 millones de euros por Cristiano Ronaldo en base sólo a sus cualidades futbolísticas, los paga, también y sobre todo, por su increíble gancho mediático. ¿Es caro pagar esa cantidad por el luso? Dependerá de la habilidad del Madrid para rentabilizar esa inversión, ni más ni menos. El presidente del Madrid está convencido de poder hacerlo, y el primer paso para ello es el enorme revuelo planetario que se ha organizado por el coste del fichaje, una brutal campaña de marketing gratuita que ha logrado que hasta en USA (donde pasan del fútbol) la operación esté en las portadas. Comparemos ahora las expectativas e ilusiones que generaba el Madrid el pasado 31 de mayo con las que es capaz de crear tras el fichaje de Kaká y Cristiano Ronaldo. ¿Cuánto valen ahora los derechos de televisión del Madrid, que mediante dos fichajes se ha asegurado multiplicar su audiencia en todo el mundo? ¿Es esta estrategia tan agresiva la adecuada, o si hubiera mantenido una línea continuista, fichando un par de jugadores de perfil medio este verano, hubiera obtenido el próximo año mejores resultados deportivos y económicos? ¿Es mejor gastarse 94 millones en Ronaldo ó 90 en Gago, Van der Vaart y Huntelaar?

Estoy dispuesto a debatir si el fichaje es caro o no, pero me parece absurdo el debate sobre la supuesta “inmoralidad” del precio pagado. Pura demagogia mediática que se ceba en la facilidad del personal para escandalizarse. Insisto: esto es un negocio, no se pagan 94 millones porque un tío le dé bien a la pelota, es porque es una máquina andante de derechos publicitarios que, unida a la marca Real Madrid, logra una sinergia que pretende multiplicar los ingresos de ambas empresas. ¿Es obsceno que Repsol pague 250 millones por una refinería en Venezuela? Pues no sé oiga, si es rentable a mí me parece normal. ¿Cuánto cobra Tom Hanks por película rodada? ¿15 millones de dólares? Si Warner se lo paga será porque lo recupera en taquilla.

Al margen del aspecto económico, que a nosotros debería ser el que menos nos importe, lo que es impresionante es la capacidad del Madrid para reinventarse. Tras una temporada mediocre, a la sombra del eterno rival, el Real Madrid, impulsado por su entorno, por los medios de comunicación que viven de él, los socios y sus millones de seguidores, ha puesto en marcha su pesada maquinaria, ha expulsado a sus calamitosos dirigentes, ha forzado el retorno de su presidente más mediático y poderoso desde Santiago Bernabéu, y ha iniciado un profundo y carísimo proceso de renovación de la plantilla. Una institución condenada a ser protagonista, y capaz de generar magia e ilusión como ninguna otra.

lunes, 8 de junio de 2009

Según Coldplay, las casualidades existen

Hace unos meses saltó la polémica en torno a la canción Viva la Vida (2008) de Coldplay, que da título al álbum del mismo nombre. El tema de los británicos, ganador del Grammy a la mejor canción del año (y aparentemente banda sonora del triplete culé por la afición de Guardiola a ponerla en el vestuario), se parecía sospechosamente a la pieza If I Could Fly (2004), del guitarrista Joe Satriani. Y cuando digo que se parece, quiero decir que se parece mucho. Yo de música sé qué es lo que me gusta y poco más, pero por lo visto la guitarra de Satriani y la melodía vocal de Viva la Vida coinciden en muchas notas, en el ritmo, el tempo y ‘to la pesca’. Un asunto extraño por el que Satriani ha plantado una demanda por plagio en toda regla. Aquí os pongo un vídeo en el que se comparan ambas canciones (http://www.youtube.com/watch?v=eb49QuPLuHg).



Para echar más leña al fuego, Cat Stevens también ha denunciado a Coldplay porque dice que el single toma elementos de su canción Foreigner Suite (1973). Ya puestos, digo yo que también podría denunciar a Satriani (si realmente los tres temas se parecen…).

Chris Martin, líder de Coldplay, insiste en rechazar cualquier acusación de plagio, y aquí se plantea el debate. Algunos ilustres amigos que saben de esto más que yo, dicen que sólo hay siete notas, con un número de combinaciones posibles y que autores contemporáneos, con las mismas referencias e influencias musicales, pueden coincidir en lo que escriben.

Por otra parte, y sin saber nada del proceso creativo musical, supongo que también es posible que uno esté escribiendo una melodía cuando, realmente, la está recordando. Y es que la música tiene esa habilidad de esconderse entre los recovecos del subconsciente.

No sé, me cuesta creer que Coldplay, que ha mostrado maneras de sobra para componer auténticos temazos, vayan a recurrir a algo tan burdo como el plagio, y más haciéndole un “cortipega” a alguien que no es precisamente un desconocido. Pero la “coincidencia” es flagrante. ¿Vosotros qué pensáis? A mi modesto entender, aunque sea un plagio, Viva la Vida sigue siendo una pedazo de canción.

PD: Al final, no todo era tan limpio en el triplete blaugrana.

miércoles, 3 de junio de 2009

'Project Natal': ¿cumplirá Microsoft lo que prometió Nintendo?

Viendo la demostración de ‘Project Natal’, presentado por Microsoft el pasado lunes en la conferencia inaugural del E3 (Electronic Entertainment Expo) 2009, me vino a la mente inmediatamente esa escena de Minority Report en la que Tom Cruise maneja la interfaz de un ordenador moviendo las manos en el aire. Lo que Spielberg nos presentaba como una tecnología que alcanzaríamos en un futuro a medio plazo, Microsoft parece traerlo siete años después al salón de nuestras casas como producto de consumo.

Creo que algunos podéis estar despistados. Me explico: estoy hablando de videojuegos. El E3 es la feria internacional de videojuegos más importante que existe, un macroevento donde las grandes empresas del sector (Nintendo, Sony, Microsoft y las desarrolladoras de videojuegos) se vuelcan y muestran lo mejor de lo mejor que llegará al sector en los próximos meses. Cada X años hay una conferencia que marca el devenir de la industria, que sienta tendencias, y ese parece ser el caso de la celebrada por Microsoft para presentar las novedades de su consola de sobremesa, la Xbox 360. Y es que la empresa de Gates mostró una tecnología que, si funciona tal como se vio en Los Angeles, va a suponer un golpe sobre la mesa en esto de jugar delante de la tele.

‘Project Natal’ es una especie de web-cam que aúna la tecnología del 'Eye Toy' de Play Station y el famoso Wiimote (el mandito de Nintendo para la Wii), pero llevándolas aún más allá y siendo capaz de reconocer con absoluta precisión movimientos, colores, formas e incluso gestos faciales, y que además incluye un micrófono para responder a los comandos dados por voz. La precisión con la que funcionaba el chisme te dejaba con la boca abierta.


El objetivo vuelve a ser suprimir los tradicionales joy-pads a la hora de interactuar con un videojuego, y realmente parecía posible. Pero lo mostrado no sólo revolucionaba los actuales conceptos de juegos, sino que se adentraba en campos todavía inexplorados. Por ejemplo, en la conferencia una chica interactuaba con un niño virtual (llamado Milo) gracias a este periférico, que identificaba su estado de ánimo según sus expresiones, y en el que la chica (real) mantenía una fluida conversación con el avatar en la pantalla, mostrando nuevas formas de interrelación con un videojuego. Por ejemplo, trazaba en un papel (de verdad) un dibujo, y Milo reconocía el objeto dibujado una vez se le mostraba. Los límites entre el mundo virtual y el real, tan claramente delimitados hoy día por la necesidad de utilizar periféricos para interactuar con las máquinas, comienzan a difuminarse de una manera pasmosa.

Tal ha sido el impacto logrado por Microsoft con esta tecnología, presentada por Steven Spielberg y el gurú de los videojuegos Peter Molyneux, que la prensa generalista de todo el mundo se ha lanzado a recogerlo con devoción (ayer mismo podíais leer artículos en las páginas de El País o El Mundo). Yo, como aficionado a este sector desde hace mucho tiempo, soy mucho más prudente.

Este intento de simplificar la manera de jugar (eliminar el tradicional mando) es, sobre todo, un intento de asaltar el mercado que Nintendo ha ganado en los últimos años con Wii. La ‘Gran N’ ha vendido muy bien esa imagen de accesibilidad a un gran público al que asustaban los habituales joy-pads llenos de botoncitos de las videoconsolas (esos anuncios de gente jugando al tenis moviendo sólo el mando han sido muy eficaces). Lamentablemente, la innovación de Nintendo (al menos para el que suscribe) ha supuesto una gran herramienta de marketing, pero apenas ha tenido impacto en el desarrollo de videojuegos. Y es que, en el 99% de los juegos de Wii, el concepto de juego sigue siendo el mismo: los movimientos que antes reproducíamos mediante pulsaciones de botones ahora los reproducimos mediante movimientos del wiimote. Pero, en la mayoría de los casos, a los juegos de Wii podríamos conectarle un mando normal, adaptar los controles, y todo funcionaría igual. De hecho, Wii tiene un grave problema a la hora de comercializar sus juegos: es, de largo, la consola que más plataformas vende, pero también la que menos juegos coloca por consola vendida.

Así que Microsoft nos presenta una tecnología mucho más avanzada que la ofrecida por Nintendo, pero también corre el riesgo de que las desarrolladoras de videojuegos no exploten dicho potencial, y se limiten a reproducir los esquemas ya conocidos de una manera distinta. Veremos a ver.

Por cierto, el otro gran impacto de la conferencia fue la presentación de Metal Gear Solid para la Xbox. La última gran franquicia exclusiva de Play Station llega a la competencia, lo que supone toda una bofetada sin mano para Sony. Los aficionados al mundillo sabéis de lo que os hablo, los que no, para que lo entendáis, es como si Florentino ficha a Iniesta. Un mini golpe de estado.

Lo dicho: una conferencia del E3 de las que marcan época, y que deja claro el gran trabajo que Microsoft (a golpe de talonario, de atrevimiento y buenas ideas) está haciendo con Xbox 360, dentro de un mercado extremadamente competitivo, al que llegó hace unos años como novato, y del que yo creía que la expulsarían en poco tiempo. Ahí os dejo un par de enlaces a vídeos que muestran mejor lo que es el ya famoso 'Project Natal'.

http://www.youtube.com/watch?v=ie02k3eAvxY
http://www.youtube.com/watch?v=p2qlHoxPioM&feature=fvsr