lunes, 8 de junio de 2009

Según Coldplay, las casualidades existen

Hace unos meses saltó la polémica en torno a la canción Viva la Vida (2008) de Coldplay, que da título al álbum del mismo nombre. El tema de los británicos, ganador del Grammy a la mejor canción del año (y aparentemente banda sonora del triplete culé por la afición de Guardiola a ponerla en el vestuario), se parecía sospechosamente a la pieza If I Could Fly (2004), del guitarrista Joe Satriani. Y cuando digo que se parece, quiero decir que se parece mucho. Yo de música sé qué es lo que me gusta y poco más, pero por lo visto la guitarra de Satriani y la melodía vocal de Viva la Vida coinciden en muchas notas, en el ritmo, el tempo y ‘to la pesca’. Un asunto extraño por el que Satriani ha plantado una demanda por plagio en toda regla. Aquí os pongo un vídeo en el que se comparan ambas canciones (http://www.youtube.com/watch?v=eb49QuPLuHg).



Para echar más leña al fuego, Cat Stevens también ha denunciado a Coldplay porque dice que el single toma elementos de su canción Foreigner Suite (1973). Ya puestos, digo yo que también podría denunciar a Satriani (si realmente los tres temas se parecen…).

Chris Martin, líder de Coldplay, insiste en rechazar cualquier acusación de plagio, y aquí se plantea el debate. Algunos ilustres amigos que saben de esto más que yo, dicen que sólo hay siete notas, con un número de combinaciones posibles y que autores contemporáneos, con las mismas referencias e influencias musicales, pueden coincidir en lo que escriben.

Por otra parte, y sin saber nada del proceso creativo musical, supongo que también es posible que uno esté escribiendo una melodía cuando, realmente, la está recordando. Y es que la música tiene esa habilidad de esconderse entre los recovecos del subconsciente.

No sé, me cuesta creer que Coldplay, que ha mostrado maneras de sobra para componer auténticos temazos, vayan a recurrir a algo tan burdo como el plagio, y más haciéndole un “cortipega” a alguien que no es precisamente un desconocido. Pero la “coincidencia” es flagrante. ¿Vosotros qué pensáis? A mi modesto entender, aunque sea un plagio, Viva la Vida sigue siendo una pedazo de canción.

PD: Al final, no todo era tan limpio en el triplete blaugrana.

miércoles, 3 de junio de 2009

'Project Natal': ¿cumplirá Microsoft lo que prometió Nintendo?

Viendo la demostración de ‘Project Natal’, presentado por Microsoft el pasado lunes en la conferencia inaugural del E3 (Electronic Entertainment Expo) 2009, me vino a la mente inmediatamente esa escena de Minority Report en la que Tom Cruise maneja la interfaz de un ordenador moviendo las manos en el aire. Lo que Spielberg nos presentaba como una tecnología que alcanzaríamos en un futuro a medio plazo, Microsoft parece traerlo siete años después al salón de nuestras casas como producto de consumo.

Creo que algunos podéis estar despistados. Me explico: estoy hablando de videojuegos. El E3 es la feria internacional de videojuegos más importante que existe, un macroevento donde las grandes empresas del sector (Nintendo, Sony, Microsoft y las desarrolladoras de videojuegos) se vuelcan y muestran lo mejor de lo mejor que llegará al sector en los próximos meses. Cada X años hay una conferencia que marca el devenir de la industria, que sienta tendencias, y ese parece ser el caso de la celebrada por Microsoft para presentar las novedades de su consola de sobremesa, la Xbox 360. Y es que la empresa de Gates mostró una tecnología que, si funciona tal como se vio en Los Angeles, va a suponer un golpe sobre la mesa en esto de jugar delante de la tele.

‘Project Natal’ es una especie de web-cam que aúna la tecnología del 'Eye Toy' de Play Station y el famoso Wiimote (el mandito de Nintendo para la Wii), pero llevándolas aún más allá y siendo capaz de reconocer con absoluta precisión movimientos, colores, formas e incluso gestos faciales, y que además incluye un micrófono para responder a los comandos dados por voz. La precisión con la que funcionaba el chisme te dejaba con la boca abierta.


El objetivo vuelve a ser suprimir los tradicionales joy-pads a la hora de interactuar con un videojuego, y realmente parecía posible. Pero lo mostrado no sólo revolucionaba los actuales conceptos de juegos, sino que se adentraba en campos todavía inexplorados. Por ejemplo, en la conferencia una chica interactuaba con un niño virtual (llamado Milo) gracias a este periférico, que identificaba su estado de ánimo según sus expresiones, y en el que la chica (real) mantenía una fluida conversación con el avatar en la pantalla, mostrando nuevas formas de interrelación con un videojuego. Por ejemplo, trazaba en un papel (de verdad) un dibujo, y Milo reconocía el objeto dibujado una vez se le mostraba. Los límites entre el mundo virtual y el real, tan claramente delimitados hoy día por la necesidad de utilizar periféricos para interactuar con las máquinas, comienzan a difuminarse de una manera pasmosa.

Tal ha sido el impacto logrado por Microsoft con esta tecnología, presentada por Steven Spielberg y el gurú de los videojuegos Peter Molyneux, que la prensa generalista de todo el mundo se ha lanzado a recogerlo con devoción (ayer mismo podíais leer artículos en las páginas de El País o El Mundo). Yo, como aficionado a este sector desde hace mucho tiempo, soy mucho más prudente.

Este intento de simplificar la manera de jugar (eliminar el tradicional mando) es, sobre todo, un intento de asaltar el mercado que Nintendo ha ganado en los últimos años con Wii. La ‘Gran N’ ha vendido muy bien esa imagen de accesibilidad a un gran público al que asustaban los habituales joy-pads llenos de botoncitos de las videoconsolas (esos anuncios de gente jugando al tenis moviendo sólo el mando han sido muy eficaces). Lamentablemente, la innovación de Nintendo (al menos para el que suscribe) ha supuesto una gran herramienta de marketing, pero apenas ha tenido impacto en el desarrollo de videojuegos. Y es que, en el 99% de los juegos de Wii, el concepto de juego sigue siendo el mismo: los movimientos que antes reproducíamos mediante pulsaciones de botones ahora los reproducimos mediante movimientos del wiimote. Pero, en la mayoría de los casos, a los juegos de Wii podríamos conectarle un mando normal, adaptar los controles, y todo funcionaría igual. De hecho, Wii tiene un grave problema a la hora de comercializar sus juegos: es, de largo, la consola que más plataformas vende, pero también la que menos juegos coloca por consola vendida.

Así que Microsoft nos presenta una tecnología mucho más avanzada que la ofrecida por Nintendo, pero también corre el riesgo de que las desarrolladoras de videojuegos no exploten dicho potencial, y se limiten a reproducir los esquemas ya conocidos de una manera distinta. Veremos a ver.

Por cierto, el otro gran impacto de la conferencia fue la presentación de Metal Gear Solid para la Xbox. La última gran franquicia exclusiva de Play Station llega a la competencia, lo que supone toda una bofetada sin mano para Sony. Los aficionados al mundillo sabéis de lo que os hablo, los que no, para que lo entendáis, es como si Florentino ficha a Iniesta. Un mini golpe de estado.

Lo dicho: una conferencia del E3 de las que marcan época, y que deja claro el gran trabajo que Microsoft (a golpe de talonario, de atrevimiento y buenas ideas) está haciendo con Xbox 360, dentro de un mercado extremadamente competitivo, al que llegó hace unos años como novato, y del que yo creía que la expulsarían en poco tiempo. Ahí os dejo un par de enlaces a vídeos que muestran mejor lo que es el ya famoso 'Project Natal'.

http://www.youtube.com/watch?v=ie02k3eAvxY
http://www.youtube.com/watch?v=p2qlHoxPioM&feature=fvsr

jueves, 28 de mayo de 2009

Por fin se acabó

Reconozco que observé los 10 primeros minutos del partido de ayer con una media sonrisa dibujada en el rostro: el Manchester llegaba y llegaba y el Barça ni la olía. Antes del partido había dicho que quería que ganara el Barça, pero no puedo decir que estuviera sufriendo mientras veía el acoso de los red devils (anoche iban de white), y es que el madridista que llevo dentro no paraba de recordarme que el triplete es mucha tela, “que sí, que es un equipo español, que juegan como los ángeles y to lo que tú quieras, pero el triplet…”.

Pues en esas estábamos cuando le digo a Grace, “el mejor Barça de la historia todavía no sabe ni dónde está el balón”, y el cabrón de Iniesta, que parecía que me hubiera escuchado, la coge en el carril del 8, avanza, avanza, avanza, los del Manchester lo miran, lo miran y lo miran (sin atreverse a entrarle o yo que sé), hasta que mete un pase a Eto’o que anoche jugaba por donde Messi, y el ‘hermano’ confirma, así de entrada, que es tan buen delantero como bocazas. Y ahí se acabó el Manchester. Vamos, que se podrían haber vuelto al vestuario, porque el Barça cogió la pelota y, como los niños repelentes, no la compartió en todo el recreo.

Y es que el final de la primera parte y el principio de la segunda fue de auténtico burreo. El Barça le pasó por encima a los ingleses. Y el partido me confirmó varias cosas que ya pensaba antes: para empezar que Ferguson es tonto, ajín, del tirón. ¿Cómo puedes vender a Piqué y quedarte con O’Shea? ¿cómo pudo vender hace unos años a Forlán al Villareal por tres duros? ¿cómo puedes regalarle, en una final, el centro del campo al equipo con los mejores centrocampistas del mundo? Bueno, ya véis que el escocés no es santo de mi devoción.

En el extremo opuesto (al menos anoche) tuvimos a Guardiola, un tío que siempre me ha caído de puta madre, y por el que me alegro especialmente. Pedazo de jugador y pedazo de entrenador (aunque por su culpa le estoy cogiendo asco al Viva la Vida de Coldplay). Salir a jugar toda una final de Champions con tres centrocampistas de toque (Iniesta, Xavi y Busquets), sin ningún medio centro de contención, y con tres delanteros… es para quitarse el sombrero. Es llevar tu idea futbolística, el amor al fútbol-toque, al extremo, y encima que te salga bien. Claro, que si no tienes a Iniesta, Xavi, Messi y Busquets… (o a Senna, Silva, Xavi, Iniesta y Cesc) ese concepto de fútbol no es viable. Pero el mero hecho de tener la valentía de hacer la propuesta y conseguir que funcione sobre el terreno de juego es increíblemente meritorio, y un placer para los que nos gusta este deporte. Y para colmo con siete canteranos en el once titular. No sé, es todo tan redondo que si eres culé debes estar en una especie de orgasmo místico. Si yo fuera Guardiola me retiraba mañana y quedaría como gurú del fútbol para los restos. “Yo fui entrenador de fútbol pero lo dejé porque el primer año lo gané todo”.


Por cierto, hoy viendo las portadas del As y el Marca me acordé de las portadas del Sport y el Mundo Deportivo cuando el Real Madrid ganó la última copa de Europa. Ahí os dejo dos, para que busquéis las cinco diferencias. Luego dirán que la prensa culé y madridista son lo mismo. Y lástima que no he encontrado la del Sport, que le dedicaba a ‘la novena’ del Madrid una mini foto en el sumario con comentario despectivillo.

En fin, que yo tengo todas mis esperanzas puestas en Florentino, sí, es así de triste. Y los madridistas siempre podremos pensar que ya se acabó, que esta gente ya no puede ganar más (al menos este año).

jueves, 21 de mayo de 2009

Stieg Larsson y "Los periodistas que no amaban el periodismo"

Hace unos días terminé de leer Los Hombres que no amaban a las mujeres, la primera novela de la trilogía Millenium, escrita por el prematuramente fallecido Stieg Larrson. Mientras la leía me acordaba de una entrada escrita por un amigo en su blog, en la que, a propósito de la película La sombra del Poder (protagonizada por Gladiator), realizaba un divertido retrato de la figura del periodista en el cine.

Efectivamente, Hollywood da una visión totalmente distorsionada de la imagen del periodista (idealista, intrépido, incorruptible, obsesionado por destapar la verdad, cínico por defecto profesional…) y de su trabajo, que parece consistir siempre en investigaciones extremas contra los grandes lobbys y los poderes en la sombra.

Sin embargo, Stieg Larsson (periodista) nos describe a un protagonista (también periodista) más verosímil, que se sumerge en la investigación de una desaparición acaecida cuatro décadas atrás. Para ello utiliza las herramientas que tienden a usar los periodistas del mundo real: Internet, la documentación almacenada en laberínticos archivos, las fotos de hemeroteca y la paciencia. Pero lo que más me interesa de esta novela no es su aproximación realista a la investigación periodística (al fin y al cabo, el periodismo de investigación lo ejercen un 1% de privilegiados), sino la crítica feroz a la forma de trabajar hoy día en las redacciones.

Larsson carga en la primera de sus novelas contra la prensa económica sueca, a la que acusa, por boca de uno de sus protagonistas, de haberse convertido en meros palmeros de los grandes intereses económicos, de los magnates superstars y de los holdings industriales. Especies de gabinetes de prensa externos que reproducen los mensajes y discursos difundidos por estos lobbys financieros sin el menor juicio crítico. Una visión incisiva y cargada de sordina que me parece muy aproximada a la realidad, pero no sólo a la de los periodistas económicos suecos, sino a la de la mayoría de las redacciones, especializadas o generalistas, de cualquier país occidental.

Y es que el 80% de lo que veis/leéis/escucháis en un medio de comunicación son teletipos editados por periodistas explotados con sueldos miserables, escritos en agencias de noticias por periodistas explotados con sueldos miserables, y todo ello tamizado por la línea editorial del medio (mero eufemismo que describe la pleitesía que el medio debe rendir al grupo de intereses políticos-financieros que le alimenta). El 20% restante suelen ser análisis y artículos de opinión cuyo sesgo, evidentemente, no es que sea menor. No seáis ingenuos, no me refiero a que cada artículo o información esté dictado palabra a palabra por un partido político o un gigante financiero, más bien a "si quieres seguir teniendo una columna semanal bien pagada en mi medio, o continuar en mi tertulia, ya sabes por dónde deben ir los tiros".

Me encanta que Larsson hiciera este ejercicio de honestidad con su profesión. Pero esto no es lo único que contiene la novela, además hay toda una trama de investigación (verdadero eje del relato) bastante peculiar y muy bien narrada. Y unos personajes redondos, con carácter propio, de esos de los que siempre quieres saber un poco más. Vamos, que tengo ganas de leerme el siguiente libro.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Nuestros vecinos de al lado

Hemos pasado el fin de semana en Tavira, una localidad pesquera del Algarve (la región más al sur de Portugal). Tres cosas me han llamado la atención de nuestros vecinos: el encanto decadente de su ciudad, que a las ocho y media de la tarde no hubiera casi nadie por la calle (sólo turistas) y encontrarme a un montón de gente en una cafetería viendo el concurso de Eurovisión, como si fuera la final de Champions. Impresionante.



















Ver el atardecer reflejado en la Ría de Formosa, que divide el pueblo cruzándolo de lado a lado, merece muy mucho la pena. Si os apetece, apenas está a dos horas en coche de Sevilla.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Buenos y malos

Freud consideraba que la personalidad de cada cual se forma a través del choque entre el Ello (nuestros anhelos más primigenios y elementales, nacidos en el subconsciente, el deseo puro nacido sin ningún tipo de represión) y la realidad. Este conflicto constante entre nuestros deseos elementales y lo que el mundo real nos permite hacer configuran el Yo de cada cual, cuyo objetivo es, ni más ni menos, que satisfacer los deseos del Ello de manera racional y ordenada. En esto juega un papel importante el Superyó o Superego: las normas de conducta social que se nos han inculcado a través de la educación y la socialización, y que interiorizamos con el paso de los años. El Superyó influye de manera directa en el Yo a la hora de asumir qué impulsos y deseos podemos satisfacer.

Este planteamiento, base del Psicoanálisis freudiano, se considera hoy día simplista, y me diréis que está superado hace tiempo, aunque la compartimentación de la mente ha calado hondo y sigue considerándose válida en muchas teorías de la psicología moderna. Y no sólo en la psicología: la idea de que existe un choque constante entre el deseo personal y la represión que la sociedad ejerce sobre los deseos egoístas del individuo, para así poder mantener un sistema de convivencia, continúa estando en la base de muchos movimientos filosóficos, sociológicos y políticos (¿alguien dijo anarquismo?).

Los budistas, por el contrario, consideraban que, para alcanzar el estado ideal del ser humano, el individuo debía liberarse de todo deseo personal y egoísta. Mientras que Freud consideraba el Ello la verdadera esencia de la persona (su deseo puro libre de represiones), los budistas (¿ingenuos ellos?) creían que la esencia de la persona estaba libre de deseo y maldad, señalando éstas como imperfecciones acumuladas a lo largo de nuestra experiencia vital.

Personalmente, no me creo que el ser humano sea bueno por naturaleza y se vaya contaminando a lo largo de su vida. Ni tan siquiera creo que nuestra experiencia vital determine de manera drástica nuestro carácter, nuestra bondad o maldad. No todo es relativo y, efectivamente, hay gente buena o mala, que deja tras su paso cosas positivas o negativas. Además, creo que debemos distinguir entre los egoístas, gente capaz de pisar al otro por el beneficio personal, incluso capaz de destruir la felicidad ajena por lograr un mínimo beneficio personal (esto sería un Ello muy poco controlado, según Freud); personas que directamente disfrutan perjudicando al prójimo, aunque esto no le reporte ningún tipo de beneficio; y los estúpidos que, simplemente, no calculan (ni les importan) las consecuencias de sus actos.

Creo que en todos estos casos hay una elección evidente, por eso detesto el discurso victimista o el exculpatorio, que considera que determinados criminales son víctimas de su entorno pernicioso o su falta de oportunidades. Hay gente que, condicionados por su carácter, tienden al “mal” o al “bien” (simplificando los conceptos), personas que por sus circunstancias tienen más difícil tomar decisiones correctas. Pero, en última instancia, tomos somos responsables de nuestros actos y decisiones.

No sé qué pensaréis vosotros, ¿el bueno y el malo nacen así o es consecuencia de las condiciones en las que se educan? ¿somos víctimas de nuestro entorno o de nuestras propias decisiones? ¿Habéis visto Dexter?

jueves, 7 de mayo de 2009

Barça vs Manchester: el nuevo Partido del Siglo

Vale que el Barça ha jugado una eliminatoria lamentable, que el Chelsea dio con la clave para neutralizar el fútbol-arte que destilan los azulgranas, que en el partido de vuelta sólo tiraron una vez entre los tres palos, que el Chelsea tuvo ocasiones más claras a lo largo de la eliminatoria, que tres penaltis contra los culés se fueron al limbo de los malos arbitrajes… pero me alegro de que pasara el Barça. Llamadlo justicia poética o lo que queráis, pero me hubiera parecido lamentable ver la propuesta del Chelsea nuevamente en la final.

Odio ese fútbol mezquino, de jugar a que los otros no jueguen. Muchos me dirán que es otra opción, que es tan válido como el tiqui-taca, que no todo va a ser fútbol-samba; pero yo no lo trago. Es el antifútbol, un recurso que considero aceptable cuando eres el Osasuna, el Portsmouth o el Numancia y no quieres que un equipo grande te genocide. Pero cuando pones los millones que pone sobre el campo el Chelsea, cuando tienes esa plantilla y esos recursos y te limitas a desarrollar un fútbol basado exclusivamente en la pierna fuerte, intimidar al contrario, y lanzar contras con dos jugadores… te mereces acabar como acabó ayer el Chelsea: con un golazo en el 93’, y a llorar a tu casa. Un gol marcado, además, por ese futbolista sublime, excepcional, virtuoso, que es Andrés Iniesta. Un fuoriclasse (que dirían los italianos) que ejemplifica todo lo que no es el Chelsea y que, sin duda, en este equipo inglés sería suplente por no llevar de serie esa armadura de músculos que cargan los futbolistas de la Premier.



Para mí es definitorio lo que pasó a partir del minuto 66: expulsan a Abidal, el Chelsea ganando la eliminatoria por un gol, con un jugador más, en su campo y, en lugar de dar un paso al frente para lograr el segundo y sentenciar el partido (algo que hubieran conseguido tarde o temprano), ponen a nueve detrás del balón y a mandarle balones largos a Drogba y Anelka. Lamentable. Penoso.

Por cierto, abro paréntesis. Me río de la rueda de prensa de Guus Hiddink cargando contra el árbitro y hablando de conspiraciones. Señor, ¿no era usted el seleccionador de Corea en ese inefable cruce de cuartos contra España, en el mundial de Corea y Japón? Cierro paréntesis.

Digo todo esto a riesgo de que muchos colegas me retiren la palabra, y es que el que suscribe (como los colegas a los que menciono) es muy madridista. Pero mucho, mucho. Y sí, ayer canté el gol de Iniesta. ¿Por qué? Por varias razones: porque siempre preferiré en una final a un equipo español antes que a un equipo inglés; porque el Barça está haciendo este año un fútbol de ensueño; porque el Chelsea planteó la eliminatoria con un fútbol mezquino y troglodita; porque Iniesta es un tío que me cae de puta madre: sin tatuajes, sin un ego hipertrofiado, sin pendientes, sin cara de malo, sin malos gestos, y eso que tiene más talento y calidad que la inmensa mayoría de los futbolistas que hoy pisan un terreno de juego.

Y en última instancia, y sobre todo, porque una final Barça-Manchester es un partido que se antoja imprescindible para quien le guste el fútbol, con potencial para ser una de las mejores finales de la historia del campeonato, entre dos equipos que, en sus respectivos países, se asegura que están jugando el mejor fútbol de todos los tiempos. El partido del siglo vamos. O, por lo menos, de lo que va de siglo.