viernes, 21 de agosto de 2009

Shyamalan nos propone una de artes marciales

El otro día en el cine, esperando a que empezara G.I Joe (lo reconozco, he ido a ver G.I Joe, pero la culpa no fue mía, ¿verdad Antonio?) me sorprendió el siguiente trailer:



El caso es que The Last Airbender me ha llamado la atención, más que nada por el nombre de su director. Que "autores" (¡ojo! todos los directores no son autores) como M. Night Shyamalan hagan cine de género palomitero siempre me ha gustado. Vale que Shyamalan no es Almodóvar, que su cine de autor es bastante comercial (terror, misterio, etc...) pero tiene, sin duda, un toque personal, una serie de referencias y constantes en su producción, que imprime a todas sus películas. Y una de artes marciales es algo que se sale bastante de sus parámetros. Sé que autor+cine comercial no es garantía de éxito, ni mucho menos. Ahí tenemos el Hulk de Ang Lee, y todavía estoy temblando por lo que Kenneth Branagh pueda hacer con Thor.

Hay otro factor que añadir a la ecuación: la larga travesía por el desierto que está sufriendo el cine de artes marciales, y es que, si mal no recuerdo, desde Tigre y Dragón no hay nada decente en el género (¿cuenta Kung Fu Panda?). Quizás The Last Airbender sea la respuesta a esta larga sequía.

miércoles, 19 de agosto de 2009

¡Mi blog sobre cómics!



Le he cogido gustillo a esto de escibir tonterías, así que me he creado otro blog, en este caso para hablar específicamente de una de mis aficiones: ¡los cómics!

Por tanto, los interesados ya sabéis lo que tenéis que hacer: leer con asiduidad "¿No eres mayor para leer CÓMICS?". Escribiré periódicamente reseñas sobre los cómics que se van publicando, puntuándolos de una manera totalmente parcial y subjetiva, y colgaré artículos sobre la actualidad del sector. Como siempre, podéis comentar lo que os dé la gana, preguntar, opinar, etc, que nadie piense que hay que ser "entendido" en la materia.

Espero que alguien lo disfrute, ¡yo lo haré!

lunes, 17 de agosto de 2009

9.58''

Usain Bolt forzó ayer, en un día para la historia del deporte, los límites de lo humano. El Olympiastadion de Berlín fue testigo de cómo el jamaicano establecía un nuevo horizonte para la raza humana al parar el crono en 9.58’’ en los 100 metros lisos. Hasta su irrupción en el atletismo mundial, todos coincidían en que correr 100 metros en menos de 9.60’’ era una quimera, un punto de inflexión que quizás algún día veríamos (o que verían nuestros nietos) en las próximas décadas. No digamos ya la legendaria marca de 9.50’’, un imposible, un ideal que sólo podría alcanzar el atleta perfecto, esculpido en el mismo molde de Mercurio, haciendo la carrera perfecta. Pero Usain Bolt asegura ser capaz de correr los 100 metros en 9.40’’. Una fantasmada claro, pero yo no apostaba ni un céntimo en contra.


El más dopado Ben Johnson marcó en Seúl un récord estratosférico de 9.79’’, que en su momento pareció imbatible. Tyson Gay demostró ayer que podía cumplir su amenaza de alcanzar el récord mundial establecido por Bolt en Pekín (9.69’’) al correr los 100 metros en 9.71’’. Un logro encomiable, la mejor marca registrada por un humano (desde ayer sabemos que Usain Bolt no lo es), que en cualquier otro momento de la historia le hubiera reportado gloria eterna. En cualquier otro momento, pero no en éste, en el que debe correr a la sombra de un gigante de 1,96 metros capaz de coordinar la zancada como un guepardo.

Debe ser duro saberte uno de los mejores velocistas de todos los tiempos y vivir bajo el reinado de Usain Bolt. Ayer veía al jamaicano con su aire despreocupado y bromista de siempre, y veías a Tyson Gay concentrado, ensimismado en su mundo. Para el norteamericano correr es lo más serio del mundo, a lo que ha consagrado su vida, en lo que siempre ha sido el mejor con diferencia, para los atletas de ese talante saberse imbatible es la base de su autoestima. Cómo debe sentirse al ver que, sin mayor esfuerzo, entre sonrisas y bailes, de manera aparentemente despreocupada, jugando en definitiva, Bolt establece récord tras récord. Hoy no me gustaría ser Tyson Gay.

viernes, 14 de agosto de 2009

El hombre con peor/mejor suerte del mundo

Hace una semana El Invitado de Invierno nos recordaba en su blog que el 9 de septiembre fue el (triste) aniversario del lanzamiento de la bomba atómica en Nagasaki. Inmediatamente me acordé de la historia de Tsutomo Yamaguchi, un japonés que sobrevivió a los ataques nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki.

Al parecer, Yamaguchi se encontraba por motivos de trabajo en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, día en que el Enola Gay lanzó la bomba sobre la ciudad. Aunque Yamaguchi resultó herido con quemaduras por todo el cuerpo, pudo viajar a su ciudad de residencia (Nagasaki) tres días después, sólo para revivir la experiencia de un segundo ataque nuclear.

En 2009 el gobierno japonés ha reconocido a Tsutomo Yamaguchi como la única persona de la que se puede documentar que sobrevivió a ambas tragedias. ¿Es eso buena o mala suerte? No sé, decididlo vosotros.

Os dejo una foto de Yosuke Yamahata, fotógrafo que retrató la tragedia de Nagasaki.

martes, 11 de agosto de 2009

¿Merece la pena ir al cine?

Y no me refiero a la calidad de la oferta cinematográfica (ahí entran los gustos de cada uno), sino a lo que tenemos que soportar una vez dentro de la sala y ya te han metido el sablazo de 6 euros en la taquilla. Pongo un ejemplo: el otro día fuimos a un cine del centro, uno de esos viejos cines-teatro que mantienen cierto encanto decadente y que, gracias al público más cool de cada ciudad (gafapastas según la nueva terminología) continúan abierto. Entendedme, no es que mis acompañantes y yo nos consideremos muy cool, es sólo que en estos cines suele ir un público de más edad, más tranquilo, que prefiere ver las pelis en un grave silencio para luego diseccionarlas en una terraza cerveza en mano. Esto tiene como ventaja que, por lo general, puedes ver la película en condiciones medio decentes.

Pues bien, en un cine de estos estábamos con la sana intención de ver tranquilos el estreno de UP, la nueva ‘obra-maestra-de-Pixar’ (que paso de reseñar porque un amigo lo ha hecho muy bien, y para eso inventaron los vínculos en Internet), cuando un grupo de niñatos de entre 13 y 17 años empezaron a ejercer el cafrerío que les es inherente. Los mierdecillas hacían lo normal, lo que suelen hacer en sus casas (correr, golpearse, hablar a voz en grito… gilipolleces varias), sólo que en lugar de hacerlo en sus casas sus padres les habían dicho “tomad 30 euros y marchaos al cine, a darle por culo un ratito a otro”, y ellos, obedientes, pues fueron.

Bueno, os podéis imaginar la situación: los cabroncetes ignoraban alegremente cualquier “shhhh” o llamada de atención. La tocada de huevos era antológica, y sólo cuando les dimos a entender que estaban a pique de provocar un linchamiento público se vinieron un poco abajo.

En fin, todo esto viene a cuento de que estas situaciones son cada vez más habituales en las salas de cine. Y no sólo en las multisalas de centros comerciales, donde suelen acudir energúmenos de todo tipo con diarrea verbal, sino que ya pasa incluso en las salas más alternativas, donde uno espera que, a cambio de tener que soportar butacas más viejas, peores equipos de sonido y ciertas dosis de humedad, por lo menos podrá ver la película tranquilo. Ahora yo me planteo, una entrada de cine media viene a costar 6 eurazos, un pequeño sablazo vamos, ¿no me da eso derecho a ver una película en condiciones óptimas, no me da derecho a lo que he pagado? Supuestamente, quien oferta el servicio debe garantizar que lo ofrece en buenas condiciones. ¿Por qué tenemos que ser los atormentados espectadores que hemos pagado la entrada los que nos peleemos con estos energúmenos carentes del más mínimo civismo? ¿Por qué cada vez que voy al cine sé que voy a tener que encararme con alguien para poder ver la peli en paz? O eso, o hacer un ejercicio de autocontrol digno de Buda, morderme la lengua, y escuchar durante 120 minutos las gilipolleces del/los capullo/s de turno.

¿Tan complicado es que los exhibidores, esos señores que tanto lloran por el maltrato que sufren del Gobierno, pongan un responsable de sala, que se asegure de que la proyección transcurre con normalidad? No, no, un momento. No pido uno por sala, con que hubiera una o dos personas que pasaran por las salas viendo que todo se desarrolla con normalidad a mí ya me bastaba. El nivel de abandono es tal que, en unos multicines, tuve que levantarme seis veces para decir que enfocaran el proyector, porque se desenfocaba solo cada 5 minutos, y si no ibas a avisar nadie se molestaba en enfocarlo. A la séptima, como yo era el único que se levantaba, y la manada de ñus permanecía impasible viendo la pantalla borrosa, opté por tragarme la peli desenfocada y quejarme después. Porque eso es otra, la bovina pasividad de la gente. Aunque eso es digno de un estudio sociológico, más que de una entrada en el blog.

En fin, ¿merece la pena ir al cine? ¿Compensa gastarte (entre tu pareja y tú) 12 euros para ver una película en una sala, en lugar de esperar al DVD que tardará tres meses en salir? Sólo digo una cosa, durante la crisis de las salas de cine (80-primeros 90), los que continuaron yendo a las salas eran los amantes del cine, los mismos que ahora deben sufrir al gilipollas de turno. Tal como están las cosas, lo que cuesta una entradita y la desleal competencia de Internet, no sería de extrañar una nueva crisis de los exhibidores. Si entonces, los que siempre hemos ido al cine, ya hemos perdido el hábito precisamente por la desidia de los exhibidores, ¿qué sucederá? Sí, estoy cabreado.

martes, 4 de agosto de 2009

Has vivido lo que todos...

Muerte, la guapa y extrovertida hermana de Sandman, tiene una de las mejores líneas de diálogo que he leído. Sencillamente, me encanta. Ojalá se me ocurrieran cosas así.























Muerte acude a recoger a Bernie Capax, un inmortal que acaba de fallecer:
-Han sido, no sé, quince mil años. Está muy bien, ¿no? he vivido mucho tiempo-.
-Has vivido lo que todos, Bernie. Toda una vida-.

"Sandman: Vidas Breves" (Neil Gaiman)

jueves, 16 de julio de 2009

Asturias patria querida

Hemos pasado unos cuantos días en Asturias (lo más lejos de Andalucía que hemos encontrado), y ha sido una experiencia genial. Sorprende que a una hora de vuelo puedas encontrarte un clima tan distinto: nada de los 40 grados que sufrimos en Sevilla por las tardes, sino 20 grados, y ya es mucho pedir. Casi todos los días nublados, con lloviznas esporádicas que refrescan la jornada y que, supongo, se convertirán en chaparrones frecuentes durante el invierno.

Una delicia de clima que da como resultado un paisaje precioso, con bosques, montañas y praderas al más puro estilo celta. Desde luego, no hacía falta irse a Nueva Zelanda para rodar El Señor de los Anillos. Sólo un detalle: no hemos visto un sólo jardín con aspersor en todo el viaje.