jueves, 3 de diciembre de 2009

Internet, la Cultura y el Gobierno

En estos mismos momentos se reúnen en Madrid la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y un grupo de lo que ha dado en llamar "destacados internautas", que en la práctica son blogueros, algunos periodistas de medios digitales y directores-fundadores de páginas web de cierta relevancia. El origen de la variopinta reunión se encuentra en la polémica Comisión de Propiedad Intelectual que el Gobierno proyecta crear (como parte de la Ley de Economía Sostenible) y que ha despertado las iras de buena parte de la Comunidad internauta, hasta el punto de que esta semana se ha hecho público un muy crítico manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales en Internet", que ha corrido como la pólvora por blogs y foros.

El centro de la polémica es que la Comisión de Propiedad Intelectual tendrá potestad, entre otras cosas, para bloquear aquellas páginas web que faciliten la descarga (vía enlace o alojamiento en su propio servidor) de contenidos culturales como cine, series, música, videojuegos o cómics en formato .cbr, y todo ello sin que medie orden judicial alguna. Una especie de "policía cultural" en la red pero sin la protección del habeas corpus. Ejecutamos y luego ya se verá.

No sé qué os parecerá a vosotros, pero a mí esto me parece una aberración. Comprendo el cabreo de los creadores culturales, que ven cómo su trabajo se difunde y disfruta sin que ellos reciban nada a cambio; pero el cierre de páginas webs por el mero hecho de que enlacen contenidos, sin pararse a analizar si hay un fin lucrativo detrás, me parece directamente coartar la libertad de expresión. Si la Comisión actúa a rajatabla, en unos meses nos quedamos sin blogosfera, sin foros, sin redes sociales... e Internet se limitaría a páginas corporativas.

La industria cultural observa cómo jamás en la historia había existido semejante intercambio de productos culturales, y piensa que, debidamente regulado, obtendría beneficio del 100% de este flujo. Ese plantemaiento es falso, por el mero hecho de que si los usuarios debieran pagar por ese intercambio de información las descargas se verían reducidas drásticamente. De igual modo que es un error pensar que el que descarga contenidos gratuitamente de Internet, o ve las cosas en straming, es un consumidor que jamás pagará por un producto cultural.

En mi caso compro muchas series, películas, cómics, libros, videojuegos, voy al cine casi semanalmente... y, lo que no puedo permitirme, me lo descargo de Internet. Contenidos que, si fueran de pago, directamente prescindiría de ellos. Del mismo modo, estoy seguro de que los consumidores medios compran la misma cantidad de CDs y DVDs y van al cine tantas veces como irían si no tuvieran acceso a los contenidos en Internet.

Ojo, no digo que la reclamación de la industria cultural no tenga fundamento, todo creador tiene derecho a ser retribuido por su trabajo. Sólo creo que hay un error de enfoque en el planteamiento, que no me creo que estén perdiendo cantidades ingentes de dinero por culpa de Internet, más bien les duele perder la oportunidad de negocio que creen tener entre manos.

De cualquier modo, resulta curioso ver la evolución de este conflicto: hasta ahora sólo había existido el lobby de la industria, por el hecho de que "los internautas" en general son un colectivo difuso sin organización. Pero gracias a herramientas como Twitter se está consiguiendo aglutinar a cientos de miles de usuarios, al mismo tiempo que surgen voces relevante que pretenden representar al colectivo. Veamos en qué acaba esto.

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