martes, 13 de octubre de 2009

Esta sociedad está muy mal montada

He aquí una breve queja (es un decir) sobre un problema que no tiene nada de breve: esta sociedad está muy mal montada.

Vayamos por partes: supuestamente tenemos que ser elementos productivos y útiles de esta sociedad, por lo que se nos alienta a perseguir nuestros horizontes profesionales allá donde nos lleven. Si te vas lejos de casa, ¡incluso mola más! Ahora bien, a los 30 va siendo hora de montar una familia, un proyecto personal al que también se nos alienta desde lo institucional (cheque bebé y otras ventajas mediante), porque uno de los principales problemas de la sociedad occidental es que la población envejece a marchas forzadas y, claro, sin nuevos cotizantes no se puede pagar a los que se jubilan.

Así que tú coges el petate y te vas a currar donde te dan trabajo de lo tuyo. Pero llegan los 30 y te pagan una mierda, con lo que, al no estar en tu casa, te pules medio sueldo en el alquiler y el otro medio en subsistir y hacer un par de escapadas al año. Primer problema para el proyecto personal de familia y tal ya que, sin dinero ahorrado, no hay entrada para el piso. ¿Vivir de alquiler? Vale, entre 900 y 1.300 euros mes por un piso decente. Ahora decidme que es una opción.

A ello debemos sumarle que tu pareja también está fuera de su casa, ergo sin ahorrar, y también vive en otra ciudad por motivos laborales. Ya sabemos que, salvo nueva orden, la proximidad física también es indispensable para el proyecto de llevar una vida en común. Ricemos el rizo: hay empresas que, directamente, intentan desnaturalizar a sus trabajadores e impedir que desarrollen su vida personal ya que, no se sabe por qué retorcida creencia de los gurús de recursos humanos (gente con el alma negra como Satán) si estás lejos de tu familia, tus amigos y tu pareja, rindes más profesionalmente. ¿Que no os lo creéis? Ya os contaré yo.

Y todo eso si has encontrado curro. Que te puedes ver en la situación de ser >25 años, tener tu carrera, tus cursos, incluso tu master, y tú venga a echar CVs y no te llaman ni para una miserable entrevista. Y, si te llaman y no te contratan, no te dan una razón sobre qué aspectos de tu CV tienes que trabajar. Y, si te contratan, te metes en la espiral antes descrita.

Parte del problema es que el mercado laboral esta masificado de profesionales con titulación universitaria y, según la ley de la oferta y la demanda, a mucha oferta se abarata el producto (sí, nosotros somos el producto). Para colmo, los puestos que requieren esa cualificación son más bien escasos, y el acceso a ellos suele tener unos “peculiares criterios de selección”. Luego dicen que el problema es que la mayoría de los jóvenes españoles quieren ser funcionarios. ¡No te jode! Paga 2.500 euros/mes a un licenciado, como se paga en cualquier país europeo de la era moderna, o 4.000 dólares como en USA, ofrece un plan de desarrollo profesional y ventajas sociales, y ya verás como no todo el mundo quiere ser funcionario. El problema es que, cuando llevas años buscando un trabajo digno sin encontrarlo, preparar oposiciones es para muchos la única manera de sentirse útil. Porque digo yo, señor empresario, indistintamente de que le lleguen 2, 3 ó 130 currículums para el puesto que necesita cubrir, la cualificación y la responsabilidad que requiere dicho trabajo sigue siendo la misma. Lo lógico, por tanto, es que el salario y las condiciones fueran acordes a lo que el puesto exige, no al número de candidatos que opten al mismo. Como he dicho, eso sería lo lógico, a no ser que apliquemos la ley de la oferta y la demanda a los trabajadores.

Por supuestos, podríamos continuar enumerando cosas que no encajan, pero yo he optado por las que me tocan más de cerca. En próximos capítulos explicaré por qué la democracia requiere un pequeño esfuerzo por parte de los ciudadanos para funcionar de verdad. Con dios.

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